Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
En un fin de semana de efemérides como el pasado, todos festejaron a la maestra Elba Esther Gordillo. El sábado, con motivo del cumpleaños de su hija Mónica, el candidato del PRI al gobierno del estado de México llevó al grupo K-Paz de la Sierra a un cortijo para que la maestra cantara y bailara con ellos hasta agotarse. El domingo fue el turno del Presidente, quien le hizo guiños y cariños durante la celebración gremial.
A Gordillo la cobijan los políticos por el valor electoral que tiene el sindicato de maestros. No es un asunto sólo de cuántos votos puedan llevar en una elección, sino en cuántas casillas pueda haber representantes del magisterio para vigilar las urnas. El sindicato de maestros puede vigilar todas, y se requiere, hasta dos por cada una. En un sistema como el mexicano, la representación en las casillas es vital, al ser el conteo en ellas el único cómputo legal que se reconoce. Y quien no tiene representantes en las casillas, deja abierta la puerta para cualquier triquiñuela electoral.
Esa capacidad logística ha convertido a la maestra en una pieza indispensable para cualquier partido en cualquier elección. El año pasado envió cinco mil maestros a Puebla durante un mes y fue el factor de la victoria de Rafael Moreno Valle sobre su rival del PRI. En 2006 ordenó a los maestros votar “cualquier” candidato menos por el priísta Roberto Madrazo, quien quedó relegado a un lejano tercer lugar. Los maestros votaron por Andrés Manuel López Obrador en tres circunscripciones, y en las dos restantes, por Felipe Calderón.
Para 2011 y 2012 la maestra forjó una alianza electoral con el gobernador del estado de México Enrique Peña Nieto, y mantiene la esperanza de uno de sus amores platónicos, Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal. Si ambos van de candidatos presidenciales por el PRI y el PRD, Gordillo tiene diseñado un gambito: ungir como candidato de Nueva Alianza a Jorge Castañeda, otro de sus amores platónicos, para que juegue como parapeto, igual que lo hizo con Roberto Campa en 2006, mientras apoya a Peña Nieto y Ebrard de manera subrepticia.
Esto habla, naturalmente, que la alianza electoral que negoció en 2006 con Calderón, es historia. La confianza recíproca está rota, y hace pocos meses, dicen sus cercanos, le insinuaron en Los Pinos contemplar su retiro como líder magisterial. La reacción fue de indignación, aunque Gordillo ya había mostrado su inclinación hacia Toluca y el Zócalo, no sólo en la coyuntura de la elección para gobernador en el estado de México, sino en el horizonte de 2012, en un retiro poco disimulado del PAN y Calderón.
Sus reacomodos, sin embargo, no tendrán una navegación tranquila. La soberbia y la manera prepotente como lleva en ocasiones los asuntos políticos dentro de su grupo le abrieron un boquete debajo de la línea de flotación. Cuidadosa y astuta al construir acuerdos, dejó cabos sueltos en problemas donde se mezclaron, con la rabia y ansia de venganza correspondiente, asuntos personales con políticos.
Los cabos sueltos se llaman Francisco Yáñez, quien durante años fue el celoso guardián de sus secretos y confidencias, y Liev Vladimir Ramos, quien era una estrella en ascendencia en Nueva Alianza, hasta que rompió su relación personal con la adorada hija de la maestra, Mónica Arriola, que sobrevivió un cáncer, y el enlace formal con la campaña del PRI en el estado de México.
Yáñez era quien literalmente le cargaba el portafolio lleno de documentos y dinero a la maestra, siempre atrás a ella, a quien hizo director de la Lotería Nacional y luego, cuando intervino en la liberación de la hermana de su ex novia -arrestada en flagrancia por narcotráfico-, lo expulsó de su paraíso. A Ramos lo hizo diputado federal, y al terminar con su hija lo sacaron de todas las comisiones parlamentarias y lo congelaron.
Yáñez y Ramos terminaron no perdonándola, y se acercaron a la diputada panista Josefina Vázquez Mota, quien como secretaria de Educación en la primera parte del gobierno calderonista, recibió descalificaciones públicas de la maestra. Nunca respondió los agravios, pero Vázquez Mota no la perdonó. El reclutamiento de Yáñez y Ramos al establo de la precandidata presidencial es como se construyen las venganzas: con la cabeza fría para que se disfruten más.
El conocimiento de los asuntos personales y políticos de la maestra los tiene Yáñez, como nadie quizás, fuera de su familia. Él sabe de dineros y cuentas, propiedades y acuerdos políticos. Ramos, que durante varios años fue su yerno, operaba políticamente junto con sus familiares, por lo que conoce las estrategias, tácticas, incentivos y amenazas que existen en el sindicato de maestros. Muy pocas personas podrían hacer tanto daño a la maestra como ellos, y a veces parece olvidársele.
Vázquez Mota tiene dos balas de plata contra Gordillo, que podrán ser utilizadas de diferente manera. En la sucesión presidencial, Vázquez Mota no es la panista mejor posicionada ante el presidente Calderón y dentro de las estructuras del PAN, pero tiene el arma de disuasión para minar alianzas electorales de los maestros con otros partidos.
No se puede decir que son armas que disparará, pero ese tipo de poder de fuego le da a Vázquez Mota una capacidad de maniobra política que no tienen sus adversarios por la candidatura presidencial, y una posibilidad superior para negociar su futuro. Yáñez y Ramos no son su salvoconducto para la candidatura presidencial, pero sí el combustible para llegar más lejos y, en función con las condiciones del momento, pactar.
Los agravios de la maestra en su contra, y los heridos que dejó Gordillo en el camino, son un fantasma para la maestra que todos los días la amenaza con tomar vida.
En un fin de semana de efemérides como el pasado, todos festejaron a la maestra Elba Esther Gordillo. El sábado, con motivo del cumpleaños de su hija Mónica, el candidato del PRI al gobierno del estado de México llevó al grupo K-Paz de la Sierra a un cortijo para que la maestra cantara y bailara con ellos hasta agotarse. El domingo fue el turno del Presidente, quien le hizo guiños y cariños durante la celebración gremial.
A Gordillo la cobijan los políticos por el valor electoral que tiene el sindicato de maestros. No es un asunto sólo de cuántos votos puedan llevar en una elección, sino en cuántas casillas pueda haber representantes del magisterio para vigilar las urnas. El sindicato de maestros puede vigilar todas, y se requiere, hasta dos por cada una. En un sistema como el mexicano, la representación en las casillas es vital, al ser el conteo en ellas el único cómputo legal que se reconoce. Y quien no tiene representantes en las casillas, deja abierta la puerta para cualquier triquiñuela electoral.
Esa capacidad logística ha convertido a la maestra en una pieza indispensable para cualquier partido en cualquier elección. El año pasado envió cinco mil maestros a Puebla durante un mes y fue el factor de la victoria de Rafael Moreno Valle sobre su rival del PRI. En 2006 ordenó a los maestros votar “cualquier” candidato menos por el priísta Roberto Madrazo, quien quedó relegado a un lejano tercer lugar. Los maestros votaron por Andrés Manuel López Obrador en tres circunscripciones, y en las dos restantes, por Felipe Calderón.
Para 2011 y 2012 la maestra forjó una alianza electoral con el gobernador del estado de México Enrique Peña Nieto, y mantiene la esperanza de uno de sus amores platónicos, Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal. Si ambos van de candidatos presidenciales por el PRI y el PRD, Gordillo tiene diseñado un gambito: ungir como candidato de Nueva Alianza a Jorge Castañeda, otro de sus amores platónicos, para que juegue como parapeto, igual que lo hizo con Roberto Campa en 2006, mientras apoya a Peña Nieto y Ebrard de manera subrepticia.
Esto habla, naturalmente, que la alianza electoral que negoció en 2006 con Calderón, es historia. La confianza recíproca está rota, y hace pocos meses, dicen sus cercanos, le insinuaron en Los Pinos contemplar su retiro como líder magisterial. La reacción fue de indignación, aunque Gordillo ya había mostrado su inclinación hacia Toluca y el Zócalo, no sólo en la coyuntura de la elección para gobernador en el estado de México, sino en el horizonte de 2012, en un retiro poco disimulado del PAN y Calderón.
Sus reacomodos, sin embargo, no tendrán una navegación tranquila. La soberbia y la manera prepotente como lleva en ocasiones los asuntos políticos dentro de su grupo le abrieron un boquete debajo de la línea de flotación. Cuidadosa y astuta al construir acuerdos, dejó cabos sueltos en problemas donde se mezclaron, con la rabia y ansia de venganza correspondiente, asuntos personales con políticos.
Los cabos sueltos se llaman Francisco Yáñez, quien durante años fue el celoso guardián de sus secretos y confidencias, y Liev Vladimir Ramos, quien era una estrella en ascendencia en Nueva Alianza, hasta que rompió su relación personal con la adorada hija de la maestra, Mónica Arriola, que sobrevivió un cáncer, y el enlace formal con la campaña del PRI en el estado de México.
Yáñez era quien literalmente le cargaba el portafolio lleno de documentos y dinero a la maestra, siempre atrás a ella, a quien hizo director de la Lotería Nacional y luego, cuando intervino en la liberación de la hermana de su ex novia -arrestada en flagrancia por narcotráfico-, lo expulsó de su paraíso. A Ramos lo hizo diputado federal, y al terminar con su hija lo sacaron de todas las comisiones parlamentarias y lo congelaron.
Yáñez y Ramos terminaron no perdonándola, y se acercaron a la diputada panista Josefina Vázquez Mota, quien como secretaria de Educación en la primera parte del gobierno calderonista, recibió descalificaciones públicas de la maestra. Nunca respondió los agravios, pero Vázquez Mota no la perdonó. El reclutamiento de Yáñez y Ramos al establo de la precandidata presidencial es como se construyen las venganzas: con la cabeza fría para que se disfruten más.
El conocimiento de los asuntos personales y políticos de la maestra los tiene Yáñez, como nadie quizás, fuera de su familia. Él sabe de dineros y cuentas, propiedades y acuerdos políticos. Ramos, que durante varios años fue su yerno, operaba políticamente junto con sus familiares, por lo que conoce las estrategias, tácticas, incentivos y amenazas que existen en el sindicato de maestros. Muy pocas personas podrían hacer tanto daño a la maestra como ellos, y a veces parece olvidársele.
Vázquez Mota tiene dos balas de plata contra Gordillo, que podrán ser utilizadas de diferente manera. En la sucesión presidencial, Vázquez Mota no es la panista mejor posicionada ante el presidente Calderón y dentro de las estructuras del PAN, pero tiene el arma de disuasión para minar alianzas electorales de los maestros con otros partidos.
No se puede decir que son armas que disparará, pero ese tipo de poder de fuego le da a Vázquez Mota una capacidad de maniobra política que no tienen sus adversarios por la candidatura presidencial, y una posibilidad superior para negociar su futuro. Yáñez y Ramos no son su salvoconducto para la candidatura presidencial, pero sí el combustible para llegar más lejos y, en función con las condiciones del momento, pactar.
Los agravios de la maestra en su contra, y los heridos que dejó Gordillo en el camino, son un fantasma para la maestra que todos los días la amenaza con tomar vida.
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