Los asesores de Cordero

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Diez minutos antes de que comenzara a hablar, tres precandidatos del PAN a la Presidencia, los tres secretarios de Estado, fueron informados que el cuarto, que estaba sentado junto con ellos en el encuentro de delegados federales el viernes pasado, iba a pronunciar un discurso fuera de programa. La decisión de que el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, hablara ante esa maquinaria político y electoral en ciernes, fue del presidente Felipe Calderón. ¿Destapó a su delfín?

La manera tan cristalina como el Presidente mostró sus querencias y rompió la imparcialidad con la que permitió que dentro de su gabinete empezaran a jugar la sucesión presidencial, desató la especulación. Cuando menos uno de los tres secretarios excluidos de la deferencia presidencial, así lo sintió. Al interior del PAN y el gobierno, le especulación tomó tanto vuelo que inclusive surgieron las hipótesis que Cordero era un distractor de Calderón sobre el verdadero delfín.

Cordero no es una argucia presidencial para proteger al verdadero candidato de Los Pinos. Cordero sí es el candidato de Los Pinos, reflejado en los apoyos que sutilmente se han pedido en algunas secretarías en su favor, y la autorización para que integre a su equipo de precampaña dos asesores políticos extranjeros para que dibujen el mapa y la estrategia no para alcanzar la candidatura, sino para contender por la Presidencia de la República.

La decisión sobre los consultores ha sorprendido dentro del PAN por la estatura y la experiencia de ambos: Dick Morris y Rob Allyn, los consultores estadounidenses que con experiencia en procesos electorales mexicanos.

Allyn trabajó en la campaña de Vicente Fox, y es quien convirtió el desastre del entonces candidato cuando alterado ligeramente por más vino de los debido en la comida que lo llevó a decir tercamente “hoy, hoy, hoy”, durante la conferencia de prensa sobre la definición de los debates presidenciales en 2000, en un grito de campaña y una definición de su personalidad.

Morris, quien fue estratega político de Bill Clinton en sus dos campañas presidenciales, fue contratado por Fox y le ayudó a su gobierno en 2004 a perfilar la campaña negativa contra Andrés Manuel López Obrador, que terminó con la frase “Es un peligro para México”, que se le atribuye como producto final a otro estratega panista, Antonio Solá.

Allyn es clave para Cordero, por la experiencia de cómo construyó a Fox, de un empresario de bajo perfil metido en la política, que conoció en una reunión con empresarios en Texas cuando era gobernador de Guanajuato, a una figura pública y un candidato presidencial tan atractivo para el electorado poco más de cinco años después, que rompió el reinado del PRI en la Presidencia.

El consultor, que se convirtió en amigo cercano de Fox –lo ayudó a escribir y promocionar su libro-testimonio, “La Revolución de la Esperanza”-, fue acusado públicamente de haber diseñado, junto con Morris, la campaña sucia contra el entonces candidato del PRI a la Presidencia, Francisco Labastida. Allyn siempre negó haber recurrido a ese tipo de estrategia, pero Morris nunca aclaró nada. De hecho, Morris, actualmente un fiero opositor al presidente Barack Obama, es considerado como un maestro en campañas negras.

La contratación de Allyn y Morris aún no se concreta, de acuerdo con personas cercanas a Cordero, pero son ellos, si afinan los detalles del contrato, en quienes depositará Cordero la estrategia presidencial. Parece equivocado pensar en la campaña presidencial antes de tener asegurada la candidatura, sobretodo porque el secretario de Hacienda tiene muy poca ascendencia dentro del PAN al haberse mantenido muy alejado del partido, pese a ser militante.

Sin embargo, si el presidente Calderón no está engañando a todos, incluido al secretario de Hacienda, será él quien resuelva la ecuación, e incline la selección de candidato en el PAN, que se mediante una votación de militantes y adherentes. De acuerdo con panistas, en el padrón –aún no revisado- hay un millón 900 mil nombres, de los cuales calculan que realmente hay hoy en día poco menos de un millón. Si se atienen a los patrones de votación, agregan, irían a las urnas para escoger candidato de 500 a 700 mil. De esta forma, se necesitaría 350 mil votos para obtener la candidatura presidencial, grosso modo.

Esto significa que quien tenga mayor control del partido, será quien pueda influir decididamente en la elección del candidato. De todos los precandidatos dentro del PAN, los dos únicos que tiene diferentes niveles de ascendencia son el gobernador Emilio González –el candidato de “El Yunque”, que cuenta con poco menos del 20% voto panista nacional-, y el senador Santiago Creel, que aprendió la lección tras haber lo mismo que Cordero hace seis años, y perder la candidatura ante Calderón.

Creel era el delfín de Fox, quien no hizo el trabajo político dentro del PAN para hacerlo candidato. Calderón no es Fox y sí tiene trabajo político dentro del PAN. De acuerdo con varios de los más importantes panistas –varios de ellos rivales del Presidente-, quien tiene el control del partido actualmente es Calderón. En las condiciones actuales, Calderón es el operador político de Cordero dentro del partido, y aunque lo ha mandado a hablar con panistas en varias partes del país, su jefe de campaña informal en el partido es él.

La forma como el Presidente ha puesto a Cordero a mostrarse en público parece confirmar esta estrategia. El encuentro con delegados federales el viernes pasado fue otro ejemplo. La instrucción fue defender las acciones del gobierno y ser sus voceros en el país, que equivale en tiempos electorales a iniciar la campaña presidencial sin candidato. Calderón no les dijo quién será el abanderado azul, pero al colocar al secretario de Hacienda en lo alto del escenario, les dijo a quién quiere que respalden.

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