Olga Pellicer
Hace unas semanas, el prestigiado instituto español de investigación en ciencias sociales Elcano publicó un índice que obligó a varios estudiosos de cuestiones internacionales a revisar sus impresiones respecto a los países que tienen una proyección internacional y la influencia que pueden ejercer. El Índice Elcano de Presencia Global (IEPG) se construyó ordenando, cuantificando y comparando la proyección exterior de 54 países en los terrenos de economía, defensa, migraciones y turismo, cultura y ciencia, y ayuda al desarrollo.
La economía abarca la exportación de bienes y servicios, la exportación de energéticos y las inversiones directas en el exterior. La defensa se mide con las tropas efectivamente desplegadas en el extranjero y con la capacidad de despliegue militar. El tema de migraciones y turismo incluye tanto la población inmigrante como la llegada de turistas al país. El área de ciencia y cultura registra, por una parte, manifestaciones como cine, radio o televisión, deportes y, en otro orden de cosas, investigación científica, generación de patentes internacionales y actividad internacional del sistema académico-universitario. Finalmente, la ayuda al desarrollo se mide a partir de los datos de la ayuda oficial. Los países elegidos para el índice son los que tienen mayor PIB y/o son miembros de la OCDE.
Los resultados son los esperados en algunos casos, sorprendentes en otros. En una escala de 0 a 1000, Estados Unidos se encuentra en primer lugar, con una puntuación de 1000. Le siguen, en notable distancia, Alemania, con 387.6 puntos; Francia, con 331.9; Reino Unido, con 329.7; China, con 291.7, y Japón, con 273.0.
Lo sorprendente es, por ejemplo, que México ocupa el lugar 22 con un IEPG de 71.5 puntos, mientras Brasil sólo se encuentra en el lugar 30, con una puntuación de 58.1. Semejante situación no corresponde a las impresiones que venía dejando el éxito mediático brasileño, mismo que permite pensar que tiene mayor presencia internacional que México.
En realidad, de las llamadas potencias emergentes, agrupadas en lo que se conoce como los BRICS, sólo China y Rusia se encuentran entre los 10 primeros lugares. La India ocupa el sitio 17, con una puntuación de 89.5; ya hicimos referencia a Brasil, y Sudáfrica baja hasta el lugar 34, con una modesta puntuación de 33.6.
Los casos de México y Brasil invitan a buscar cuáles son los terrenos en que uno aventaja al otro y cuáles son las interrogantes que sugieren sus lugares en el índice. México aventaja a Brasil en el ámbito económico, donde su nivel de exportación de bienes y servicios y productos energéticos es considerablemente más alto; también, en el número de turistas e inmigrantes que atrae o ingresan a su territorio. Por su parte, Brasil aventaja, aunque con cifras modestas, en investigación científica y ayuda al desarrollo. La verdadera diferencia se da en cuestiones de defensa por las tropas brasileñas desplegadas en el exterior a través, entre otras formas, de Operaciones de Mantenimiento de la Paz.
Como ocurre con las aproximaciones puramente cuantitativas, el índice no permite identificar los matices. El mayor número de exportaciones no permite saber qué tan diversificado es su destino o cuál es su composición. Tampoco se sabe si la llegada de inmigrantes es por atractivos que presenta México o, como ocurre en realidad, porque van de tránsito hacia Estados Unidos.
El índice tampoco hace posible evaluar los problemas de imagen. Un análisis de noticias en los medios de comunicación en los últimos años permitiría cuantificar visiones positivas, negativas o neutras en el caso de México y concluir sobre las percepciones que se están construyendo y su posible efecto en el terreno del turismo. A su vez, sería deseable evaluar el éxito o fracaso de la presencia de tropas brasileñas en un país como Haití.
Según los autores del trabajo, el IEPG busca sumarse a los esfuerzos por conceptualizar la globalización y contribuir a entender la capacidad que tienen los diferentes países de moldear ese proceso a partir de su posicionamiento internacional en distintos ámbitos. Visto así, el índice sorprende por la distancia tan enorme que separa la presencia internacional de Estados Unidos de cualquier otro país. Asimismo, por el reducido número de países cuyas puntuaciones se encuentran por encima de 200. Quienes encabezan el proceso de globalización son, así, muy pocos, y la capacidad para incidir de la mayoría restante parece muy limitada.
Es interesante, por lo tanto, buscar los nichos desde los cuales los países más débiles pueden adquirir influencia, lo que lleva a fijarse en los ámbitos particulares en que obtienen puntuación relativamente alta. Desde esa perspectiva, llama la atención el caso de Corea del Sur, un país cuya presencia internacional es relativamente nueva pero alcanza una puntuación alta en el ámbito de la investigación científica y la difusión educativa. Esto le permite ubicarse en el lugar 15 de la lista, con una puntuación de 113.3
En el caso de México, la presencia internacional descansa, sobre todo, en su papel de país exportador. Necesario, entonces, tomar en cuenta las circunstancias que pueden debilitar esa ventaja; la reducción de las exportaciones petroleras sería una de ellas. El índice también es útil para tomar conciencia de lo arduo que es tener influencia en un proceso de globalización dominado por unos cuantos países poderosos. Urge identificar los ámbitos que permiten contrarrestar ese dominio; trabajar en ellos es uno de los grandes retos del futuro.
Hace unas semanas, el prestigiado instituto español de investigación en ciencias sociales Elcano publicó un índice que obligó a varios estudiosos de cuestiones internacionales a revisar sus impresiones respecto a los países que tienen una proyección internacional y la influencia que pueden ejercer. El Índice Elcano de Presencia Global (IEPG) se construyó ordenando, cuantificando y comparando la proyección exterior de 54 países en los terrenos de economía, defensa, migraciones y turismo, cultura y ciencia, y ayuda al desarrollo.
La economía abarca la exportación de bienes y servicios, la exportación de energéticos y las inversiones directas en el exterior. La defensa se mide con las tropas efectivamente desplegadas en el extranjero y con la capacidad de despliegue militar. El tema de migraciones y turismo incluye tanto la población inmigrante como la llegada de turistas al país. El área de ciencia y cultura registra, por una parte, manifestaciones como cine, radio o televisión, deportes y, en otro orden de cosas, investigación científica, generación de patentes internacionales y actividad internacional del sistema académico-universitario. Finalmente, la ayuda al desarrollo se mide a partir de los datos de la ayuda oficial. Los países elegidos para el índice son los que tienen mayor PIB y/o son miembros de la OCDE.
Los resultados son los esperados en algunos casos, sorprendentes en otros. En una escala de 0 a 1000, Estados Unidos se encuentra en primer lugar, con una puntuación de 1000. Le siguen, en notable distancia, Alemania, con 387.6 puntos; Francia, con 331.9; Reino Unido, con 329.7; China, con 291.7, y Japón, con 273.0.
Lo sorprendente es, por ejemplo, que México ocupa el lugar 22 con un IEPG de 71.5 puntos, mientras Brasil sólo se encuentra en el lugar 30, con una puntuación de 58.1. Semejante situación no corresponde a las impresiones que venía dejando el éxito mediático brasileño, mismo que permite pensar que tiene mayor presencia internacional que México.
En realidad, de las llamadas potencias emergentes, agrupadas en lo que se conoce como los BRICS, sólo China y Rusia se encuentran entre los 10 primeros lugares. La India ocupa el sitio 17, con una puntuación de 89.5; ya hicimos referencia a Brasil, y Sudáfrica baja hasta el lugar 34, con una modesta puntuación de 33.6.
Los casos de México y Brasil invitan a buscar cuáles son los terrenos en que uno aventaja al otro y cuáles son las interrogantes que sugieren sus lugares en el índice. México aventaja a Brasil en el ámbito económico, donde su nivel de exportación de bienes y servicios y productos energéticos es considerablemente más alto; también, en el número de turistas e inmigrantes que atrae o ingresan a su territorio. Por su parte, Brasil aventaja, aunque con cifras modestas, en investigación científica y ayuda al desarrollo. La verdadera diferencia se da en cuestiones de defensa por las tropas brasileñas desplegadas en el exterior a través, entre otras formas, de Operaciones de Mantenimiento de la Paz.
Como ocurre con las aproximaciones puramente cuantitativas, el índice no permite identificar los matices. El mayor número de exportaciones no permite saber qué tan diversificado es su destino o cuál es su composición. Tampoco se sabe si la llegada de inmigrantes es por atractivos que presenta México o, como ocurre en realidad, porque van de tránsito hacia Estados Unidos.
El índice tampoco hace posible evaluar los problemas de imagen. Un análisis de noticias en los medios de comunicación en los últimos años permitiría cuantificar visiones positivas, negativas o neutras en el caso de México y concluir sobre las percepciones que se están construyendo y su posible efecto en el terreno del turismo. A su vez, sería deseable evaluar el éxito o fracaso de la presencia de tropas brasileñas en un país como Haití.
Según los autores del trabajo, el IEPG busca sumarse a los esfuerzos por conceptualizar la globalización y contribuir a entender la capacidad que tienen los diferentes países de moldear ese proceso a partir de su posicionamiento internacional en distintos ámbitos. Visto así, el índice sorprende por la distancia tan enorme que separa la presencia internacional de Estados Unidos de cualquier otro país. Asimismo, por el reducido número de países cuyas puntuaciones se encuentran por encima de 200. Quienes encabezan el proceso de globalización son, así, muy pocos, y la capacidad para incidir de la mayoría restante parece muy limitada.
Es interesante, por lo tanto, buscar los nichos desde los cuales los países más débiles pueden adquirir influencia, lo que lleva a fijarse en los ámbitos particulares en que obtienen puntuación relativamente alta. Desde esa perspectiva, llama la atención el caso de Corea del Sur, un país cuya presencia internacional es relativamente nueva pero alcanza una puntuación alta en el ámbito de la investigación científica y la difusión educativa. Esto le permite ubicarse en el lugar 15 de la lista, con una puntuación de 113.3
En el caso de México, la presencia internacional descansa, sobre todo, en su papel de país exportador. Necesario, entonces, tomar en cuenta las circunstancias que pueden debilitar esa ventaja; la reducción de las exportaciones petroleras sería una de ellas. El índice también es útil para tomar conciencia de lo arduo que es tener influencia en un proceso de globalización dominado por unos cuantos países poderosos. Urge identificar los ámbitos que permiten contrarrestar ese dominio; trabajar en ellos es uno de los grandes retos del futuro.
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