Martha Anaya / Crónica de Política
La sesión de la Comisión Permanente del Congreso arrancó ayer con los que algunos diputados y senadores llamaron “el juego del gato y el ratón”.
Pero la discusión –desordenada por completo–, no sólo se dio entre diputados y senadores, entre priistas y panistas, sino hasta en los usos del viejo y el nuevo reglamento a aplicarse.
Todo arrancó por una propuesta de Punto de Acuerdo del grupo parlamentario del PRI sobre un periodo extraordinario.
Lo que podría parecer una buena noticia de entrada, y así de golpe, resulta que no era tal, pues los términos en que venía redactado el Punto de Acuerdo y el procedimiento a seguir que se pedía para éste, era un verdadero “galimatías”. Al menos así lo vieron distintos legisladores.
La famosa propuesta –y aquí entramos en los tecnicismos–, pedía a las Juntas de Coordinación Política tanto de la Cámara de Diputados como del Senado, urgir a las Comisiones responsables para que dictaminen lo más pronto posible, y una vez contando con dictámenes se convoque a un Periodo Extraordinario de Sesiones.
El senador Pablo Gómez, chucha cuerera en lo que es el trabajo legislativo, objetó de inmediato el procedimiento, explicó por qué no era aplicable y señaló las opciones que podía seguir el trámite de acuerdo al reglamento.
Pero más allá de los tecnicismos –que aún corregido los dejaría en la misma situación–, lo que el perredista observó detrás del procedimiento elegido por los priistas estaba el jueguito del gato y el ratón: “que el PRI no quiere hacerse responsable de la no convocatoria a un periodo extraordinario”.
El Presidente en turno, el senador Francisco Arroyo Vieyra, intentó cerrar ahí cualquier posibilidad de discusión cambiando el procedimiento a seguir tal y como lo había indicado Pablo Gómez, pero los panistas lo impidieron. Se desataron dimes y diretes desde un escaño y otro.
-¡Materia cierta para fecha cierta! — pedían los blanquiazules—Díganos, ¿cuáles son las iniciativas que vamos a dictaminar? Aquí no lo dicen.
El diputado Arturo Zamora (PRI) respondió: ¡La política! También nos interesa la laboral y la de Seguridad Nacional.
Alejandro Zapata Perogordo (PAN) repuso: “El objetivo que pretenden no lo dicen en su Punto de Acuerdo. Y no veo por qué tenga hacerse mediante el camino pedregoso que proponen. ¡Es un galimatías lleno de oscuridades!
Y preguntó directamente a los priistas: ¿por qué no nos concretan sobre qué quiere trabajar el PRI en un extraordinario?
Zamora, asesorado al lado por César Augusto Santiago, respondía: No sólo las tres que han mencionado (política, laboral y de Seguridad Nacional), hay otras más. ¡Todos los temas que está demandando el país, no sólo tres!
El panistas Carlos Alberto Cuevas alegó: Hay unas más urgentes e importantes que otras. Nosotros estamos por orden en que llegaron a la Cámara: Reforma Laboral, Política, Seguridad Nacional. Y las que quieran. Nosotros les ofrecemos ciento cuarenta votos. Pero pongámosle nombre y apellido, pongámosle responsables.
Pablo Gómez se burló: Me conmueve que el PAN diga que pone ciento y tantos votos para Seguridad Nacional. ¿Lo van a votar como lo mandamos (el dictamen de los senadores)?
El desorden en el salón era completo. Manlio Fabio Beltrones abandonó el salón apenas iniciaba la discusión. César Augusto Santiago intentó cambiar el rumbo que tomaba la discusión: ¡Que se discuta el fondo del asunto en la Comisión!, insistió. Pregunte, le indicó a Arroyo Vieyra, si se turna a otra instancia distinta o le damos turno?
Ramírez Marín pidió entonces dejarse de “rasgar las vestiduras” y andar ofreciendo votos: Lo que necesitamos, alegó, son dictámenes. A los extraordinarios se convoca cuando hay materia.
Pérez Cuevas le contestó: Materia hay, falta dictamen; asuman la responsabilidad de ser mayoría. ¿Hay voluntad política?
Ramírez Marín respondió a su vez: Si la materia fuera rollo…, hay un montón.
El caso es que engancharon en una disputa para tratar de demostrar o intentar esconder que unos querían periodo extraordinario y otros no. Y si lo querían, para qué.
No había a quiénes irle.
Aquello se votó finalmente –el Punto de Acuerdo que urge a las Comisiones a dictaminar– y se le dio el trámite hacia las Juntas de Coordinación Política de ambas Cámaras.
La verdad, un Punto de Acuerdo ridículo. Un mero disfraz.
La sesión de la Comisión Permanente del Congreso arrancó ayer con los que algunos diputados y senadores llamaron “el juego del gato y el ratón”.
Pero la discusión –desordenada por completo–, no sólo se dio entre diputados y senadores, entre priistas y panistas, sino hasta en los usos del viejo y el nuevo reglamento a aplicarse.
Todo arrancó por una propuesta de Punto de Acuerdo del grupo parlamentario del PRI sobre un periodo extraordinario.
Lo que podría parecer una buena noticia de entrada, y así de golpe, resulta que no era tal, pues los términos en que venía redactado el Punto de Acuerdo y el procedimiento a seguir que se pedía para éste, era un verdadero “galimatías”. Al menos así lo vieron distintos legisladores.
La famosa propuesta –y aquí entramos en los tecnicismos–, pedía a las Juntas de Coordinación Política tanto de la Cámara de Diputados como del Senado, urgir a las Comisiones responsables para que dictaminen lo más pronto posible, y una vez contando con dictámenes se convoque a un Periodo Extraordinario de Sesiones.
El senador Pablo Gómez, chucha cuerera en lo que es el trabajo legislativo, objetó de inmediato el procedimiento, explicó por qué no era aplicable y señaló las opciones que podía seguir el trámite de acuerdo al reglamento.
Pero más allá de los tecnicismos –que aún corregido los dejaría en la misma situación–, lo que el perredista observó detrás del procedimiento elegido por los priistas estaba el jueguito del gato y el ratón: “que el PRI no quiere hacerse responsable de la no convocatoria a un periodo extraordinario”.
El Presidente en turno, el senador Francisco Arroyo Vieyra, intentó cerrar ahí cualquier posibilidad de discusión cambiando el procedimiento a seguir tal y como lo había indicado Pablo Gómez, pero los panistas lo impidieron. Se desataron dimes y diretes desde un escaño y otro.
-¡Materia cierta para fecha cierta! — pedían los blanquiazules—Díganos, ¿cuáles son las iniciativas que vamos a dictaminar? Aquí no lo dicen.
El diputado Arturo Zamora (PRI) respondió: ¡La política! También nos interesa la laboral y la de Seguridad Nacional.
Alejandro Zapata Perogordo (PAN) repuso: “El objetivo que pretenden no lo dicen en su Punto de Acuerdo. Y no veo por qué tenga hacerse mediante el camino pedregoso que proponen. ¡Es un galimatías lleno de oscuridades!
Y preguntó directamente a los priistas: ¿por qué no nos concretan sobre qué quiere trabajar el PRI en un extraordinario?
Zamora, asesorado al lado por César Augusto Santiago, respondía: No sólo las tres que han mencionado (política, laboral y de Seguridad Nacional), hay otras más. ¡Todos los temas que está demandando el país, no sólo tres!
El panistas Carlos Alberto Cuevas alegó: Hay unas más urgentes e importantes que otras. Nosotros estamos por orden en que llegaron a la Cámara: Reforma Laboral, Política, Seguridad Nacional. Y las que quieran. Nosotros les ofrecemos ciento cuarenta votos. Pero pongámosle nombre y apellido, pongámosle responsables.
Pablo Gómez se burló: Me conmueve que el PAN diga que pone ciento y tantos votos para Seguridad Nacional. ¿Lo van a votar como lo mandamos (el dictamen de los senadores)?
El desorden en el salón era completo. Manlio Fabio Beltrones abandonó el salón apenas iniciaba la discusión. César Augusto Santiago intentó cambiar el rumbo que tomaba la discusión: ¡Que se discuta el fondo del asunto en la Comisión!, insistió. Pregunte, le indicó a Arroyo Vieyra, si se turna a otra instancia distinta o le damos turno?
Ramírez Marín pidió entonces dejarse de “rasgar las vestiduras” y andar ofreciendo votos: Lo que necesitamos, alegó, son dictámenes. A los extraordinarios se convoca cuando hay materia.
Pérez Cuevas le contestó: Materia hay, falta dictamen; asuman la responsabilidad de ser mayoría. ¿Hay voluntad política?
Ramírez Marín respondió a su vez: Si la materia fuera rollo…, hay un montón.
El caso es que engancharon en una disputa para tratar de demostrar o intentar esconder que unos querían periodo extraordinario y otros no. Y si lo querían, para qué.
No había a quiénes irle.
Aquello se votó finalmente –el Punto de Acuerdo que urge a las Comisiones a dictaminar– y se le dio el trámite hacia las Juntas de Coordinación Política de ambas Cámaras.
La verdad, un Punto de Acuerdo ridículo. Un mero disfraz.
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