"No busca ningún puesto político", dice un investigador
William Booth cortesía de The Washington Post para RMX
Al frente de la silenciosa Marcha por la Paz, que ayer llegó a esta capital, está un místico poeta católico, de posición acomodada pero tendencias izquierdistas, que fuma un cigarrillo tras otro y encarna un movimiento popular de mexicanos que piensan que la guerra del gobierno contra el crimen organizado está fallando.
La agonía pública del poeta Javier Sicilia por la muerte de su hijo, una víctima inocente según las autoridades, ha tocado una fibra sensible en México.
"El gobierno no controla nada", ha dicho Sicilia. "(El presidente) Felipe Calderón quiere escuchar, pero el país ya no está en sus manos. No tiene visión. No puede imaginar un mundo mejor. No ve que la crueldad e impunidad -y los asesinatos- son también culpa de la flaqueza de nuestras instituciones".
Sicilia, muy querido por la prensa mexicana, "es un gran líder, quizá debido a que realmente no lo es", manifestó John Ackerman, investigador de la Universidad Autónoma de México. "No está buscando ningún puesto público".
Sin embargo, debido a quién es, "Sicilia podría ser la persona que pueda reunir al espectro político, a la clase alta preocupada por la seguridad, a la ruidosa izquierda, al ala progresiva de la Iglesia Católica, y cualquiera que se sienta frustrado con el estado actual de las cosas", sostuvo Ackerman.
Las frustraciones de Sicilia no tienen límite. Se burla de todos los partidos políticos; se opone al empleo del Ejército en la lucha antidrogas; piensa que el gobierno debe pactar con los carteles; quiere que se declare incompetente al presidente Calderón; asegura que el gobierno de EE.UU. habla mucho pero hace poco; dice que los narcotraficantes deben volver a antiguos códigos de conducta que mantenían lejos de la mira de sus armas a niños y civiles.
En cuanto a la marcha hasta la capital del país, "es una protesta contra todo", manifestó Eduardo Gallo, ex presidente del grupo cívico México Unido contra la Delincuencia. "No es sólo contra el presidente, sino contra los gobernadores, todos los legisladores y partidos políticos, todos los ciudadanos que han hecho algo malo, cualquiera que haya contribuido a la corrupción".
Calderón ha respondido en forma insistente a Sicilia y su movimiento, bien tratando de refutar su mensaje, o bien tratando de cooptarlo. Hace unos días prometió que el Ejército no se rendiría. Sostuvo que si el gobierno hiciera caso a quien critican el uso de los militares, "dejaríamos que las bandas de criminales tomen las calles de México impunemente, sin nadie que los detenga".
William Booth cortesía de The Washington Post para RMX
Al frente de la silenciosa Marcha por la Paz, que ayer llegó a esta capital, está un místico poeta católico, de posición acomodada pero tendencias izquierdistas, que fuma un cigarrillo tras otro y encarna un movimiento popular de mexicanos que piensan que la guerra del gobierno contra el crimen organizado está fallando.
La agonía pública del poeta Javier Sicilia por la muerte de su hijo, una víctima inocente según las autoridades, ha tocado una fibra sensible en México.
"El gobierno no controla nada", ha dicho Sicilia. "(El presidente) Felipe Calderón quiere escuchar, pero el país ya no está en sus manos. No tiene visión. No puede imaginar un mundo mejor. No ve que la crueldad e impunidad -y los asesinatos- son también culpa de la flaqueza de nuestras instituciones".
Sicilia, muy querido por la prensa mexicana, "es un gran líder, quizá debido a que realmente no lo es", manifestó John Ackerman, investigador de la Universidad Autónoma de México. "No está buscando ningún puesto público".
Sin embargo, debido a quién es, "Sicilia podría ser la persona que pueda reunir al espectro político, a la clase alta preocupada por la seguridad, a la ruidosa izquierda, al ala progresiva de la Iglesia Católica, y cualquiera que se sienta frustrado con el estado actual de las cosas", sostuvo Ackerman.
Las frustraciones de Sicilia no tienen límite. Se burla de todos los partidos políticos; se opone al empleo del Ejército en la lucha antidrogas; piensa que el gobierno debe pactar con los carteles; quiere que se declare incompetente al presidente Calderón; asegura que el gobierno de EE.UU. habla mucho pero hace poco; dice que los narcotraficantes deben volver a antiguos códigos de conducta que mantenían lejos de la mira de sus armas a niños y civiles.
En cuanto a la marcha hasta la capital del país, "es una protesta contra todo", manifestó Eduardo Gallo, ex presidente del grupo cívico México Unido contra la Delincuencia. "No es sólo contra el presidente, sino contra los gobernadores, todos los legisladores y partidos políticos, todos los ciudadanos que han hecho algo malo, cualquiera que haya contribuido a la corrupción".
Calderón ha respondido en forma insistente a Sicilia y su movimiento, bien tratando de refutar su mensaje, o bien tratando de cooptarlo. Hace unos días prometió que el Ejército no se rendiría. Sostuvo que si el gobierno hiciera caso a quien critican el uso de los militares, "dejaríamos que las bandas de criminales tomen las calles de México impunemente, sin nadie que los detenga".
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