García Luna, para presidente

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Agradecidos deben estar quienes gozan de la oportunidad de vivir en la época de la alternancia, del despertar de la consciencia nacional, manifestada en la confrontación mediática a causa de la obsecuencia de Genaro García Luna, héroe incontrastable de la lucha contra la delincuencia organizada, de quien los mexicanos aprenden que , al contrario de cómo quiere hacerlo creer a la comunidad internacional Florence Cassez, oportunista usufructuaria de la recreación con fines informativos.

Se han visto mezquinos quienes le regatean el reconocimiento a su labor, tan intensa y trascendente, proveedora de soluciones definitivas; se vio obligado a recibir una condecoración del gobierno de Colombia, pues con él los gobernantes latinoamericanos comprendieron lo que Nietzche adujera en referencia a la administración de justicia: .

Sí, esos perredistas mezquinos y contradictorios, como descubriera un genial columnista, quienes sin ver la viga en el ojo ajeno por su proceder con Julio César Godoy, regatean el mérito a ser condecorada la sacrificada tarea del ingeniero Genaro García Luna, porque sin detenerse en tarea, pone en riesgo su vida y su papel en la historia del país; porque emprendió la lucha, a sangre y fuego, contra de los barones de la droga, absolutamente seguro de ser ese el único camino para detenerlos, arrebatarles el poder que se adjudicaron, y recuperar el uso legítimo de la violencia, como facultad exclusiva del Estado.

Esta sociedad de ciegos, de sordos, de obtusos, no ha sido capaz de comprender que 40 mil muertos, huérfanos por miles, viudas, padres que pierden a sus hijos y con ellos su sustento, más las lesiones anímicas y el miedo a estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, el miedo real a convertirse en daño colateral, nada significan por la paz social que obtendrá la patria, por la consolidación de la economía, por la seguridad jurídica, por la posibilidad de ofrecer garantías a esos medrosos propietarios que huyeron, para dejar en manos de los sicarios o narcotraficantes negocios, granjas, casas, propiedades de todo tipo, que cesaron de producir y lesionaron el PIB. ¡Vaya con esos malos mexicanos!

No es posible que le regateen méritos al secretario de Seguridad Pública Federal, ingeniero Genaro García Luna, quien por su desempeño, por su dedicación, por las difíciles tareas a su cargo, debiera ser reconocido por todos los mexicanos, y para obviar las confrontaciones políticas y ahorrar el dinero de las campañas políticas, debieran postular los partidos al cargo de presidente de la República, en una candidatura única, como se pensó que puede serlo Luisa María Calderón, para la gubernatura de Michoacán.

Con el ingeniero al frente, quedarán atrás las confrontaciones, los malos mexicanos se sumarán a los buenos, y en un sexenio de intensa paz social, esta nación, esta patria será capaz de insertarse en la globalización y encontrar su lugar en el mundo, para desmentir a los críticos, a los incrédulos darles una razón para creer, y a los opositores sumarlos a la causa del <>, a efecto de que las políticas públicas se ensayen tantas veces como sea necesario, para que den buenos resultados y sean creíbles.

Con el ingeniero García Luna como presidente de la República, este país podrá salir del marasmo en que se halla inmerso, y definirá y construirá, de una vez y para siempre, su política de seguridad nacional, tal como lo describe José Rubén Rivas Peña en el libro colectivo El uso legítimo de la fuerza.

Con Genaro García Luna como presidente de México, se evitará lo que E. Raúl Zaffaroni y Renato L. Vanelli-Viel diagnostican en el libro citado:

“Entre los problemas que se desprenden de esta crisis global, encontramos la incertidumbre tanto física como moral del ser humano, como una cuestión central. Los seres humanos nos sentimos desmoralizados, abatidos. Es fácil encontrar en la calle opiniones que muestran un inconformismo absoluto, que lleva la idea de que no hay alternativa para el cambio.

“La vida actual, sometida a las leyes del mercado, es incierta. El trabajo, la educación, la seguridad pública, la familia, los beneficios jubilatorios… Como consecuencia de la desaparición de la ayuda social, han entrado, cada vez con mayor asiduidad, medidas políticas que aumentan la exclusión social… En este marco, el tema de la seguridad ha acaparado la atención, quizá como nunca, de las agendas políticas. Se ha convertido en un tema central para aspirar al gobierno, en las distintas campañas y programas electorales… Ante la expansión de la pobreza y de los conflictos sociales… nos alejamos del modelo ideal del Estado de Derecho soñado por la modernidad, y vivimos cada día más inmersos en estados de policía antimodernos”

Todo lo anterior quedaría olvidado, superado, porque el ingeniero Genaro García Luna puede ser todo, menos un policía antimoderno, y con él en la presidencia de la República, tendrían asegurado el México del futuro, de la posmodernidad, de la globalización.

¡Por favor!, no sean mezquinos, permítanle usar su condecoración sin mayores regateos, porque sin él no podrá pasarse de la alternancia a la restauración, pues al fin es lo que pretenden hasta los políticos de Estados Unidos. Puede constatarse en los cables de Wikileaks confiados a La Jornada: “En su oferta, contenida en el cable 07MEXICO983, García Luna pedía establecer protocolos para hacer posible ese intercambio de información de inteligencia de alta calidad.

“La oferta de García Luna ocurre cuando Chertoff visita en México a la plana mayor del nuevo gobierno (2007) para plantear las prioridades de Estados Unidos. Solícito, el flamante titular de la SSP anunció a Chertoff la contratación de 8 mil nuevos agentes y “expresó su esperanza de que el Departamento de Seguridad Interior (o DHS, por sus siglas en inglés) pueda ayudarle a establecer programas para asegurar la integridad de (los agentes de) su fuerza.

“A pesar de la confianza, García Luna pide una orientación clara respecto a los puntos adecuados de contacto con el DHS. Dado que ambos gobiernos tienen complejos sistemas federales de seguridad pública, argumenta, a veces hacen conexiones erróneas”.

Lo que se puede evitar, con el ingeniero como presidente, pero no quieren entenderlo. ¡Vaya mezquindad de esos malos, muy malos mexicanos!

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