El sufrido norte

Sergio Aguayo Quezada

El futuro de la guerra contra el narco depende de que frenemos un tráfico de armas que golpea, sobre todo, al sufrido norte.

La geopolítica de la violencia. Cuando se revisan en detalle los indicadores numéricos, el costo social y económico crece a medida que uno se acerca a la línea fronteriza. La evidencia apabulla: el norte mexicano es el más castigado en homicidios, secuestros y desapariciones aunque la situación se agrava o mejora de manera diferenciada. En el municipio de San Fernando (Tamaulipas) sólo hubo dos homicidios en 2009, pero en 2010 llegó a 169: ¡un aumento de 8,350%!

El costo económico es también muy elevado. El 9 de mayo, Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), informó que 50% de las empresas de Chihuahua y Tamaulipas ya se fueron a otras entidades o a Estados Unidos. El norte de Nuevo León sufre más la caída del empleo y el aumento del desempleo que el resto de la entidad. Este vendaval de muerte, esta proliferación de la cultura del miedo tiene causas identificables.

El negocio de las armas. En los estereotipos yanquis los mexicanos somos violentos y cargamos pistola. Es correcto porque de acuerdo con Small Arms Survey en 2004 había hasta 16.5 millones de armas ilegales en México, una cifra que debió haber crecido porque hay quienes estiman que durante el sexenio de Vicente Fox ingresaron al país 4 millones 380 mil armas.

Los estadounidenses prefieren ignorar que ellos son los proveedores de los "fierros" de la muerte; de hecho son los principales vendedores de armas del mundo. Esta realidad ha ido filtrándose en los análisis oficiales y en la percepción popular. En su discurso del 11 de mayo ante el Council of the Americas en Washington, Felipe Calderón aseguró que "en los últimos cuatro años hemos confiscado más de 100 mil armas de los delincuentes y 84% de estas armas son de asalto [y fueron vendidas en] Estados Unidos".

Hay indicadores para asegurar que la mayor parte de esas armas se quedan en los estados del norte de México. Uno de ellos sería el famoso operativo Rápido y Furioso que, si se recuerda, consistió en que una dependencia federal estadounidense dejó que se compraran y exportaran ilegalmente mil 998 armas.

Documentos oficiales de ese país permiten saber que 161 de las 195 armas que ya fueron plenamente identificadas se recuperaron en estados fronterizos mexicanos. Si en Vietnam hubo el Sendero de Ho Chi Minh, entre Estados Unidos y México existe el Sendero de John Wayne.

La gran evasión. Barack Obama ha perpetuado la tradición de una superpotencia que defiende sus intereses por todo el mundo. Lo notable es cómo cierran los ojos ante lo que pasa en su flanco sur; Washington minimiza la magnitud de lo que ocurre en México y no incorpora a sus análisis macro la alta concentración de violencia en la frontera que sí aparece en estudios parciales.

El 22 de abril pasado el Departamento de Estado, de Estados Unidos, emitió una alerta para que sus ciudadanos no viajaran a ciudades de 15 estados mexicanos, 10 de los cuales están en el norte. Entre 2006 y 2010 fueron asesinados 325 estadounidenses; 73% de los cuales (238) perdieron la vida en estados fronterizos.

Tampoco están incorporando la evidencia de los avances del crimen organizado en su franja fronteriza. La evasión de la realidad podría deberse a que está de por medio un negocio de miles de millones de dólares. Hay un dejo de cinismo en que los fabricantes de armas están incluso bautizando modelos de armas de alto poder con nombres apropiados para el mercado mexicano: El Oficial, El Comandante y El Generalísimo.

¿Qué hacer? El gobierno de Felipe Calderón está rebasado. Piensa que con sus periódicos regaños bastará para que Washington frene el tráfico de armas a México. A últimas fechas cambia tímidamente la estrategia. En su última colaboración para El Semanario (30 de abril de 2011), Dolia Estévez informó que el gobierno mexicano contrató dos firmas estadounidenses para "explorar" la viabilidad de demandar judicialmente a empresas e individuos sospechosos de surtir a los cárteles con armas de alto poder. Una buena política, pero adoptada al cuarto año del inicio de la guerra.

Como el sufrimiento del norte se prolongará, sus habitantes tendrán que optar por el exilio, por algún entendimiento con los cárteles o por soluciones creativas para enfrentar la crisis desde sus orígenes. Uno de ellos es el tráfico de armas que permite el auge del crimen organizado. Como argumentaré en otra ocasión, en la movilización social está la solución.

LA MISCELÁNEA

A los interesados en entender a México con cifras, recomiendo el número 241 (mayo de 2011) de la Revista Este País. Diez ensayos interpretan algunas de las lecciones dejadas por el Censo General de Población de 2010. Búsqueda de información: Sophia Hernández Reyna y Rodrigo Peña González.

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