Enrique Peña Nieto, comentó en agosto de 2009 con John Feeley, la posibilidad de que el PRI y el PAN firmaran un pacto que permitiría al partido oficial obtener los votos necesarios en la Cámara de Diputados para aprobar la iniciativa presidencial para el presupuesto de ingresos 2010.
Blanche Petrich / La Jornada
El gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, comentó en agosto de 2009 con el entonces encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, John Feeley, la posibilidad de que el PRI y el PAN firmaran un pacto que permitiría al partido oficial obtener los votos necesarios en la Cámara de Diputados para aprobar la iniciativa presidencial para el presupuesto de ingresos 2010, que incluía un aumento de 2 por ciento al llamado impuesto antipobreza. A cambio, el blanquiazul prometía no aliarse con el PRD para la contienda electoral mexiquense en julio de 2011.
Tres meses después, efectivamente ese pacto se firmó en secreto con tres firmas al calce: las de los entonces presidentes del PAN, César Nava, y del PRI, Beatriz Paredes, y del en ese tiempo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. El documento –primero negado y después ventilado en medio de un fuerte choque entre los dos partidos– tuvo un curso desafortunado para el blanquiazul y a la postre se cobró los puestos del propio Gómez Mont y de Nava.
Textualmente, Feeley –quien ahora vuelve a fungir como encargado de negocios, ante la renuncia formal del embajador Carlos Pascual– relató así lo que el gobernador le comentó en esa reunión en Reforma 305, en el cable diplomático 09MEXICO2579, filtrado por Wikileaks a La Jornada:
Peña Nieto habló sobre las perspectivas de la próxima sesión legislativa (que tenía que aprobar la ley de ingresos a más tardar el 20 de octubre), haciendo notar que su partido, el PRI, estaba considerando cuidadosamente colaborar con el gobierno de Calderón para abordar los problemas económicos del país, sin dejar de evaluar el costo político que pagaría por esta colaboración, sobre todo si se trataba de aumentar impuestos.
El mandatario mexiquense hizo notar la preocupación del PRI de ser traicionado por el PAN en este eventual acuerdo de colaboración si los panistas decidían aliarse con el PRD, en una apuesta para debilitar a un nivel político mucho más poderoso.
En otro párrafo, el encargado de negocios estadunidense informa sobre una reunión privada que en esos días había sostenido el gobernador Peña Nieto con el presidente Felipe Calderón. Ésta nunca trascendió a los medios.
El gobernador mexiquense había solicitado una cita en los servicios consulares para tramitar una visa para una de sus hijas, que iba a estudiar a la academia Overbrook, en Rhode Island, una high school católica para niñas.
Mediante su coordinador de Asuntos Internacionales, Arnulfo Valdivia, aprovechó el viaje para pedir una reunión formal. Aunque el embajador Pascual ya había presentado sus cartas credenciales unos días antes, Peña Nieto fue recibido por Feeley. Poco antes, a través de la Procuraduría de Justicia mexiquense, el gobierno de la entidad había solicitado al gobierno estadunidense ayuda en varios rubros relacionados con seguridad: información, tecnología, capacitación y asistencia.
En la conversación –según reporta Feeley en este cable, clasificado confidencial y delicado, fechado el 31 de agosto de 2009–, Peña Nieto también habló sobre seguridad. Expresó que la nueva correlación de fuerzas surgida de las elecciones intermedias del 5 de julio de ese año le permitiría impulsar una solución a los problemas de inseguridad. Habló de reformar las corporaciones policiacas y de crear una policía metropolitana que pudiera suplantar a las ineficientes policías municipales.
Pero el tema central de la conversación fue la ley de ingresos que estaba aún en debate en la Cámara de Diputados y el papel que el fortalecido PRI podría jugar, en contra o a favor, de la propuesta del Ejecutivo.
Mes y medio después, en otro cable de la embajada de EU (09MEXICO3010), a Peña Nieto se le describe entre los gobernadores que estaban en favor del aumento de 2 por ciento en el IVA. El mexiquense se oponía a elevar el precio de referencia del petróleo, considerando que en caso de una caída de los precios el presupuesto de los estados se vería afectado. El despacho ya lleva la firma de Carlos Pascual, quien había presentado cartas credenciales en agosto de ese año.
La mayoría de los gobernadores prefieren no confrontarse con el presidente Calderón, ya que esto puede resultar costoso de cara a las elecciones del 2012, dice el embajador. “Como puntero en la carrera presidencial –decía ya desde entonces–, a Peña Nieto le interesa más enfrentar las decisiones difíciles en materia fiscal ahora y no tener que llegar al 2012 con incertidumbre en materia de impuestos, sin seguridad en los precios del petróleo y con una carga de deuda mayor.”
Los observadores de la embajada llevaban ya tiempo ocupándose del tema. Así consta en otro cable de Feeley, confidencial y delicado, enviado el 21 de julio (09MEXICO2126). Estaba por arrancar la 61 Legislatura y las fracciones políticas de diputados y senadores debatían sus respectivas agendas, con el PRI como fuerza dominante en las dos cámaras. El entonces encargado de negocios, Feeley, preveía que el tricolor no parecía encaminado a seguir un curso obstruccionista, pero sí intentará distinguirse de las posiciones del PAN y golpear a su adversario cada vez que sea posible.
El 16 de julio los consejeros políticos de la embajada tuvieron una reunión con el dirigente priísta Samuel Aguilar, quien les dijo que en los tres años anteriores su partido había apoyado mucho al PAN, pero que a partir de ahora el patrón de coincidencias en los votos iba a cambiar.
El diputado duranguense no confirmó –a pregunta expresa de los estadunidenses– una posible alianza entre las fracciones del tricolor y el sol azteca para evitar la formación de un frente PAN-PRD. El PRI va a acercarse más al PRD, ya que, según nos comentó Aguilar, es más manipulable.
El cable concluye, luego de reseñar detalladamente los puntos de vista de Aguilar: “El enfoque del PRI frente a la agenda de la 61 Legislatura tiende a ser más de colaboración. Pero es probable que el tricolor sea menos generoso con el PAN y más amistoso con el PRD, buscando destacar como un partido capaz de hacer frente, de manera proactiva, a los problemas del país”, con una agenda económica definida y un lado suave en el debate sobre seguridad.
Poco después, Carlos Pascual –que presentó sus cartas credenciales en agosto de ese año– vuelve sobre el mismo tema de los equilibrios y posibles alianzas, al reportar sobre una reunión de líderes del PRI, gobernadores y legisladores que se organizó para lograr un consenso sobre el tema del presupuesto. Ésta fue el 12 de octubre (el plazo para votar la ley vencía el día 20). En ese momento ya le reportan que –a diferencia de algunos de sus correligionarios– Peña Nieto sí favorece el 2 por ciento del IVA de la propuesta calderonista y no apoya un aumento en el precio de referencia del petróleo, que en caso de una caída de precios afectaría, entre otras cosas, el presupuesto de los estados.
Blanche Petrich / La Jornada
El gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, comentó en agosto de 2009 con el entonces encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, John Feeley, la posibilidad de que el PRI y el PAN firmaran un pacto que permitiría al partido oficial obtener los votos necesarios en la Cámara de Diputados para aprobar la iniciativa presidencial para el presupuesto de ingresos 2010, que incluía un aumento de 2 por ciento al llamado impuesto antipobreza. A cambio, el blanquiazul prometía no aliarse con el PRD para la contienda electoral mexiquense en julio de 2011.
Tres meses después, efectivamente ese pacto se firmó en secreto con tres firmas al calce: las de los entonces presidentes del PAN, César Nava, y del PRI, Beatriz Paredes, y del en ese tiempo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. El documento –primero negado y después ventilado en medio de un fuerte choque entre los dos partidos– tuvo un curso desafortunado para el blanquiazul y a la postre se cobró los puestos del propio Gómez Mont y de Nava.
Textualmente, Feeley –quien ahora vuelve a fungir como encargado de negocios, ante la renuncia formal del embajador Carlos Pascual– relató así lo que el gobernador le comentó en esa reunión en Reforma 305, en el cable diplomático 09MEXICO2579, filtrado por Wikileaks a La Jornada:
Peña Nieto habló sobre las perspectivas de la próxima sesión legislativa (que tenía que aprobar la ley de ingresos a más tardar el 20 de octubre), haciendo notar que su partido, el PRI, estaba considerando cuidadosamente colaborar con el gobierno de Calderón para abordar los problemas económicos del país, sin dejar de evaluar el costo político que pagaría por esta colaboración, sobre todo si se trataba de aumentar impuestos.
El mandatario mexiquense hizo notar la preocupación del PRI de ser traicionado por el PAN en este eventual acuerdo de colaboración si los panistas decidían aliarse con el PRD, en una apuesta para debilitar a un nivel político mucho más poderoso.
En otro párrafo, el encargado de negocios estadunidense informa sobre una reunión privada que en esos días había sostenido el gobernador Peña Nieto con el presidente Felipe Calderón. Ésta nunca trascendió a los medios.
El gobernador mexiquense había solicitado una cita en los servicios consulares para tramitar una visa para una de sus hijas, que iba a estudiar a la academia Overbrook, en Rhode Island, una high school católica para niñas.
Mediante su coordinador de Asuntos Internacionales, Arnulfo Valdivia, aprovechó el viaje para pedir una reunión formal. Aunque el embajador Pascual ya había presentado sus cartas credenciales unos días antes, Peña Nieto fue recibido por Feeley. Poco antes, a través de la Procuraduría de Justicia mexiquense, el gobierno de la entidad había solicitado al gobierno estadunidense ayuda en varios rubros relacionados con seguridad: información, tecnología, capacitación y asistencia.
En la conversación –según reporta Feeley en este cable, clasificado confidencial y delicado, fechado el 31 de agosto de 2009–, Peña Nieto también habló sobre seguridad. Expresó que la nueva correlación de fuerzas surgida de las elecciones intermedias del 5 de julio de ese año le permitiría impulsar una solución a los problemas de inseguridad. Habló de reformar las corporaciones policiacas y de crear una policía metropolitana que pudiera suplantar a las ineficientes policías municipales.
Pero el tema central de la conversación fue la ley de ingresos que estaba aún en debate en la Cámara de Diputados y el papel que el fortalecido PRI podría jugar, en contra o a favor, de la propuesta del Ejecutivo.
Mes y medio después, en otro cable de la embajada de EU (09MEXICO3010), a Peña Nieto se le describe entre los gobernadores que estaban en favor del aumento de 2 por ciento en el IVA. El mexiquense se oponía a elevar el precio de referencia del petróleo, considerando que en caso de una caída de los precios el presupuesto de los estados se vería afectado. El despacho ya lleva la firma de Carlos Pascual, quien había presentado cartas credenciales en agosto de ese año.
La mayoría de los gobernadores prefieren no confrontarse con el presidente Calderón, ya que esto puede resultar costoso de cara a las elecciones del 2012, dice el embajador. “Como puntero en la carrera presidencial –decía ya desde entonces–, a Peña Nieto le interesa más enfrentar las decisiones difíciles en materia fiscal ahora y no tener que llegar al 2012 con incertidumbre en materia de impuestos, sin seguridad en los precios del petróleo y con una carga de deuda mayor.”
Los observadores de la embajada llevaban ya tiempo ocupándose del tema. Así consta en otro cable de Feeley, confidencial y delicado, enviado el 21 de julio (09MEXICO2126). Estaba por arrancar la 61 Legislatura y las fracciones políticas de diputados y senadores debatían sus respectivas agendas, con el PRI como fuerza dominante en las dos cámaras. El entonces encargado de negocios, Feeley, preveía que el tricolor no parecía encaminado a seguir un curso obstruccionista, pero sí intentará distinguirse de las posiciones del PAN y golpear a su adversario cada vez que sea posible.
El 16 de julio los consejeros políticos de la embajada tuvieron una reunión con el dirigente priísta Samuel Aguilar, quien les dijo que en los tres años anteriores su partido había apoyado mucho al PAN, pero que a partir de ahora el patrón de coincidencias en los votos iba a cambiar.
El diputado duranguense no confirmó –a pregunta expresa de los estadunidenses– una posible alianza entre las fracciones del tricolor y el sol azteca para evitar la formación de un frente PAN-PRD. El PRI va a acercarse más al PRD, ya que, según nos comentó Aguilar, es más manipulable.
El cable concluye, luego de reseñar detalladamente los puntos de vista de Aguilar: “El enfoque del PRI frente a la agenda de la 61 Legislatura tiende a ser más de colaboración. Pero es probable que el tricolor sea menos generoso con el PAN y más amistoso con el PRD, buscando destacar como un partido capaz de hacer frente, de manera proactiva, a los problemas del país”, con una agenda económica definida y un lado suave en el debate sobre seguridad.
Poco después, Carlos Pascual –que presentó sus cartas credenciales en agosto de ese año– vuelve sobre el mismo tema de los equilibrios y posibles alianzas, al reportar sobre una reunión de líderes del PRI, gobernadores y legisladores que se organizó para lograr un consenso sobre el tema del presupuesto. Ésta fue el 12 de octubre (el plazo para votar la ley vencía el día 20). En ese momento ya le reportan que –a diferencia de algunos de sus correligionarios– Peña Nieto sí favorece el 2 por ciento del IVA de la propuesta calderonista y no apoya un aumento en el precio de referencia del petróleo, que en caso de una caída de precios afectaría, entre otras cosas, el presupuesto de los estados.
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