Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
Acusado por la sociedad civil, hostigado por su oposición política y abandonado por el gobierno federal, cualquiera puede suponer que Marco Antonio Adame está en el umbral del precipicio, y que su gestión como gobernador en Morelos está destinada a terminar antes de lo previsto. No se ve que tenga la receta para salir del hoyo en que se encuentra, ni los apoyos que le den fuerza para sobrevivir.
El gobernador ha sido el detonante de la mayor protesta social en el gobierno de Felipe Calderón en contra de la política que se ha convertido en el eje y razón de ser del Ejecutivo: la seguridad. Un asesinato en Cuernavaca, entre cuyas víctimas se encontraba el hijo del poeta Javier Sicilia, fue el conductor de la irritación política y la indignación nacional que marchó por encima a Adame, y está en camino de pasar sobre la propia figura presidencial.
Adame aparentemente está descontrolado y no deja de cometer errores. Ha sido incapaz de entender a la sociedad que se movilizó –a la que prefiere ignorar-, que lo acusan de insensible y de no proveer seguridad a sus ciudadanos. Desde Los Pinos le han regateado apoyo, en un desdoblamiento político del conflicto interno dentro del PAN, donde a través de Adame se está ajustando cuentas con el grupo más radical del partido.
El gobernador de Morelos no es un panista como otros. Es el jefe político de la amalgama de fuerzas de extrema derecha dentro del PAN al que se le conoce como "El Yunque", con quien se tiene que negociar para llegar a un acuerdo con el grupo extremo del partido. Él y los dirigentes de "El Yunque" están resentidos con el presidente Calderón, al que acusan sordamente de permitir y solapar todos los golpes políticos contra su jefe de facción.
Los reclamos vienen desde 2008, cuando parecía que Adame volaba en Morelos hacia un futuro brillante. Un conflicto con el magisterio interrumpió el sueño, que mantuvo a profesores en paro durante casi tres meses que afectó a 400 mil niños. La idea en "El Yunque" es que el conflicto se alimentó y creció sin que el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, acudiera al rescate de Adame.
"Sienten que el presidente los abandono", recordó un panista que sin pertenecer a los ultras del partido, conoce el sentimiento de ellos. "Piensan que Mouriño pudo intervenir, pero no lo hizo y permitió que se desgastara políticamente".
Sería el principio de los ajustes de cuentas de Calderón con los ultras.
Al año siguiente, mayo de 2009, un operativo contra el narcotráfico a espaldas del gobernador, obligó a Adame a destituir a su secretario de Seguridad Pública, Luis Ángel Cabeza de Vaca, y al secretario de Seguridad Pública y Tránsito de Cuernavaca, Francisco Sánchez. Días después, la Policía Federal, para profundizar la vergüenza, los arrestó.
La acción lo dejó vulnerable. En Michoacán la Policía Federal había actuado de manera similar, pero a diferencia del PAN, hicieron notar los subordinados políticos de Adame, el PRD se lanzó a la defensa de su gobernador, Leonel Godoy, a quien nunca dejaron solo, mientras que en Morelos el PAN lo abandonó. Los tropiezos de Adame con la delincuencia organizada, comenzaban.
En Morelos se libraba una batalla entre las facciones del roto Cártel de los Beltrán Leyva que dejaba muertos y decapitados en las calles y debajo de los puentes, donde la Policía Federal responsabilizaba a policías locales de estar coludidos con el narcotráfico. En ese contexto, en enero pasado, tras un anónimo recibido en la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales de la Delincuencia Organizada, el gobernador se llevó un nuevo sofocón.
La SIEDO abrió una investigación sobre varios escoltas que cuidaban a la familia de Adame que según la denuncia, por las noches utilizaban los vehículos oficiales para ayudar a los delincuentes. En la segunda acción ese mismo mes, nuevamente sin avisarle a Adame, la Policía Federal detuvo a Salomón Pineda, padre de dos de quienes habían sido los principales operadores y sicarios de los Beltrán Leyva en el Morelos, a 100 metros de donde vive.
Estas operaciones dejaron la idea que el gobernador, que en 1986 fundó en Cuernavaca el Movimiento Testimonio y Esperanza que fue su plataforma para convertirse en jefe de "El Yunque", que ha sido diputado federal, senador, y desde 2008 es consejero nacional del PAN y miembro de su comisión política, está vinculado con el narcotráfico.
Para los ultras, cuyo peso político dentro del PAN es de casi 20% y tienen el control de la secretaría general del partido en Cecilia Romero, y un precandidato a la Presidencia, el gobernador de Jalisco, Emilio González, todas estas vinculaciones son inaceptables. Pero que haya sido desde el gobierno federal donde se alimentaron, es visto en la antesala de la traición.
En nada le ayudó la intervención del gobierno federal en el asesinato de siete personas recientemente en Cuernavaca, incluido el hijo de Sicilia. La Secretaría de la Defensa, la de Seguridad Pública y la PGR, dieron tres versiones distintas sobre el grupo que cometió los asesinatos, confusión que generó mayor conflicto, y colocó más lastre sobre Adame.
"El Yunque" está convencido, dicen panistas, que una vez más el secretario de Gobernación en turno es omiso en ayudar a Adame, contra quien el PRD y el PAN interpusieron en el Congreso local una solicitud de juicio político contra Adame, para golpear a su jefe político y debilitarlos.
El problema de Adame, que es de grupo, corre en dos direcciones. Una es la pública, sobre la inseguridad, que lo tiene en el camino de su salida del gobierno. La otra es interna, con Los Pinos, donde han aprovechado los conflictos en los tres últimos años para golpear a los ultras del PAN. La primera podrá resolverse este año en cualquier sentido. La segunda, pase lo que pase, se dirimirá en la sucesión presidencial, cuando "El Yunque" cobre los agravios que le achacan al presidente.
Acusado por la sociedad civil, hostigado por su oposición política y abandonado por el gobierno federal, cualquiera puede suponer que Marco Antonio Adame está en el umbral del precipicio, y que su gestión como gobernador en Morelos está destinada a terminar antes de lo previsto. No se ve que tenga la receta para salir del hoyo en que se encuentra, ni los apoyos que le den fuerza para sobrevivir.
El gobernador ha sido el detonante de la mayor protesta social en el gobierno de Felipe Calderón en contra de la política que se ha convertido en el eje y razón de ser del Ejecutivo: la seguridad. Un asesinato en Cuernavaca, entre cuyas víctimas se encontraba el hijo del poeta Javier Sicilia, fue el conductor de la irritación política y la indignación nacional que marchó por encima a Adame, y está en camino de pasar sobre la propia figura presidencial.
Adame aparentemente está descontrolado y no deja de cometer errores. Ha sido incapaz de entender a la sociedad que se movilizó –a la que prefiere ignorar-, que lo acusan de insensible y de no proveer seguridad a sus ciudadanos. Desde Los Pinos le han regateado apoyo, en un desdoblamiento político del conflicto interno dentro del PAN, donde a través de Adame se está ajustando cuentas con el grupo más radical del partido.
El gobernador de Morelos no es un panista como otros. Es el jefe político de la amalgama de fuerzas de extrema derecha dentro del PAN al que se le conoce como "El Yunque", con quien se tiene que negociar para llegar a un acuerdo con el grupo extremo del partido. Él y los dirigentes de "El Yunque" están resentidos con el presidente Calderón, al que acusan sordamente de permitir y solapar todos los golpes políticos contra su jefe de facción.
Los reclamos vienen desde 2008, cuando parecía que Adame volaba en Morelos hacia un futuro brillante. Un conflicto con el magisterio interrumpió el sueño, que mantuvo a profesores en paro durante casi tres meses que afectó a 400 mil niños. La idea en "El Yunque" es que el conflicto se alimentó y creció sin que el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, acudiera al rescate de Adame.
"Sienten que el presidente los abandono", recordó un panista que sin pertenecer a los ultras del partido, conoce el sentimiento de ellos. "Piensan que Mouriño pudo intervenir, pero no lo hizo y permitió que se desgastara políticamente".
Sería el principio de los ajustes de cuentas de Calderón con los ultras.
Al año siguiente, mayo de 2009, un operativo contra el narcotráfico a espaldas del gobernador, obligó a Adame a destituir a su secretario de Seguridad Pública, Luis Ángel Cabeza de Vaca, y al secretario de Seguridad Pública y Tránsito de Cuernavaca, Francisco Sánchez. Días después, la Policía Federal, para profundizar la vergüenza, los arrestó.
La acción lo dejó vulnerable. En Michoacán la Policía Federal había actuado de manera similar, pero a diferencia del PAN, hicieron notar los subordinados políticos de Adame, el PRD se lanzó a la defensa de su gobernador, Leonel Godoy, a quien nunca dejaron solo, mientras que en Morelos el PAN lo abandonó. Los tropiezos de Adame con la delincuencia organizada, comenzaban.
En Morelos se libraba una batalla entre las facciones del roto Cártel de los Beltrán Leyva que dejaba muertos y decapitados en las calles y debajo de los puentes, donde la Policía Federal responsabilizaba a policías locales de estar coludidos con el narcotráfico. En ese contexto, en enero pasado, tras un anónimo recibido en la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales de la Delincuencia Organizada, el gobernador se llevó un nuevo sofocón.
La SIEDO abrió una investigación sobre varios escoltas que cuidaban a la familia de Adame que según la denuncia, por las noches utilizaban los vehículos oficiales para ayudar a los delincuentes. En la segunda acción ese mismo mes, nuevamente sin avisarle a Adame, la Policía Federal detuvo a Salomón Pineda, padre de dos de quienes habían sido los principales operadores y sicarios de los Beltrán Leyva en el Morelos, a 100 metros de donde vive.
Estas operaciones dejaron la idea que el gobernador, que en 1986 fundó en Cuernavaca el Movimiento Testimonio y Esperanza que fue su plataforma para convertirse en jefe de "El Yunque", que ha sido diputado federal, senador, y desde 2008 es consejero nacional del PAN y miembro de su comisión política, está vinculado con el narcotráfico.
Para los ultras, cuyo peso político dentro del PAN es de casi 20% y tienen el control de la secretaría general del partido en Cecilia Romero, y un precandidato a la Presidencia, el gobernador de Jalisco, Emilio González, todas estas vinculaciones son inaceptables. Pero que haya sido desde el gobierno federal donde se alimentaron, es visto en la antesala de la traición.
En nada le ayudó la intervención del gobierno federal en el asesinato de siete personas recientemente en Cuernavaca, incluido el hijo de Sicilia. La Secretaría de la Defensa, la de Seguridad Pública y la PGR, dieron tres versiones distintas sobre el grupo que cometió los asesinatos, confusión que generó mayor conflicto, y colocó más lastre sobre Adame.
"El Yunque" está convencido, dicen panistas, que una vez más el secretario de Gobernación en turno es omiso en ayudar a Adame, contra quien el PRD y el PAN interpusieron en el Congreso local una solicitud de juicio político contra Adame, para golpear a su jefe político y debilitarlos.
El problema de Adame, que es de grupo, corre en dos direcciones. Una es la pública, sobre la inseguridad, que lo tiene en el camino de su salida del gobierno. La otra es interna, con Los Pinos, donde han aprovechado los conflictos en los tres últimos años para golpear a los ultras del PAN. La primera podrá resolverse este año en cualquier sentido. La segunda, pase lo que pase, se dirimirá en la sucesión presidencial, cuando "El Yunque" cobre los agravios que le achacan al presidente.
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