El fallido “desafuero” de Peña

Francisco Garfias

El diputado Javier Corral quedó muy contrariado por el apretado fallo del TEPJF , 4 a 3, que exonera a Enrique Peña Nieto de las acusaciones de haber violado la Ley Electoral, al difundir, a nivel nacional, los promocionales de su Quinto Informe de Gobierno.

El delegado del azul en el Estado de México no sólo fue pródigo en descalificaciones al Tribunal y a su presidenta, María del Carmen Alanís, sino que dejó claro que su partido quería sacar al mediático mandatario estatal de la próxima elección presidencial, pero sin enfrentarlo en las urnas.

Es decir, pretendía algo así como un “desafuero disfrazado” –no aprenden– pero ahora contra el priista que desde hace mucho encabeza las preferencias electorales rumbo al 2012.

Un comunicado de la oficina del legislador panista dice que en el fondo de este asunto, más que una sanción a las televisoras o una amonestación al gobernador, está el “encubrimiento” de los actos anticipados de campaña de Peña.

“Es una cuestión que le hubiera impedido participar en las elecciones”, subraya.

Corral utiliza la descalificación para llevar agua a su molino. Sostiene que la exoneración es resultado de una cena que se llevó a cabo hace varias semanas en casa de Alanis.

La magistrada invitó al entonces diputado mexiquense Luís Videgaray, muy cercano a Peña, y al también diputado del PRI, Sebastián Lerdo de Tejada, entre otros, a esa cena. Fue una imprudencia. Alanis era ponente del caso.

La pregunta aquí es si Corral cree que los otros tres magistrados del Tribunal que votaron la exoneración son borregos sin voluntad ni discernimiento, o cómplices de lo que él llama “encubrimiento”; y que esa cena impedía a Peña ser candida presidencial.

La actitud que asumió el panista lo asemeja a los “legítimos”: las instituciones solo son creíbles si favorecen su causa. De lo contrario, son “cómplices” de las fechorías de sus adversarios.

Y aquí le paro, porque si no va a decir que es campaña.

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El Partido de la Revolución Democrática cumplió ayer 22 años. No tiene mucho que festejar. Las ausencias de Cuauhtémoc Cárdenas y del Peje en los distintos actos de conmemoración, eran reflejo de las divisiones que han debilitado a la principal agrupación de la izquierda mexicana.

El “festejo” mayor, fíjese usted, lo encabezó Marcelo Ebrard en el Monumento a la Revolución, junto con Jesús Zambrano, jefe nacional de ese partido. En las épocas más aciagas del amarillos –los perredistas reivindican 300 muertos durante el régimen de Carlos Salinas—el jefe de gobierno trabajaba codo a codo con Manuel Camacho Solís, hombre de confianza del entonces presidente de la República, a quien acusan de la violenta represión.

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La historia del PRD es de altibajos. En julio del 2006 estuvo a nada de ganar la Presidencia de la República. Los amarillos siguen alegando fraude. El capital político que tenían en ese momento era formidable.

“Pero todo se derrumbó…”, nos dijo ayer Saúl Escobar, miembro fundador del PRD, al contrastar el “momento estelar” que su partido vivió ese año, con el deterioro que registra actualmente, producto de riñas, ambiciones, equivocaciones.

“La dirección política del partido ha cometido muchos errores, eso nos ha desgastado”, reconoció Escobar.

El mejor regalo que sus militantes le pueden hacer a este partido es, sin lugar a dudas, la unión. Se ve difícil.

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A la diputada Laura Iztel Castillo le pedimos un balance de estos 22 años de existencia del PRD. “El acceso al poder cambia a la gente”, repuso la hija del fallecido ingeniero Heberto Castillo, un prestigiado hombre que puso sus conocimientos al servicio de la izquierda

Laura Itzel cuenta también que hace poco le preguntó a un joven perredista si sabía quien era Heberto Castillo. “Si, es el nombre de una calle” repuso el chavo. No cabe duda que la izquierda pierde su memoria histórica.

Hablamos con Laura Iztel durante el acto convocado para develar cinco placas con los nombres de conocidos luchadores sociales e impulsores de la izquierda mexicana.

Las placas de Demetrio Vallejo, Valentín Campa, Othón Salazar, Benita Galeana, y el propio Heberto, quedaron en el llamado “Jardín de la Democracia”, frente a la sede nacional del partido.

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