Jorge Carrasco Araizaga
Las guerras también se ganan con propaganda. Las acciones de fuerza no son suficientes. Hay que difundir información falsa o distorsionada para mantener la confianza de los combatientes propios y ganar el respaldo social.
En la “guerra al narcotráfico” de Felipe Calderón, ejecutar capos, descabezar células, detener a miles y presentarlos en la televisión no han servido ni para convencer a nadie ni para persuadir a los integrantes de las fuerzas del Estado para que dejen de sumarse al enemigo.
Dentro y fuera del país, prevalece la idea de que el gobierno de Calderón va perdiendo la guerra contra los cárteles, por más retórica político diplomática que reciba. Las pérdidas del Estado mexicano son palpables: control territorial y de la violencia, sangría en su aparato represivo y extravío del pacto social.
La información que fluye y predomina es respecto a estas pérdidas. Cada día, el gobierno de Calderón está sometido a una intensa contrapropaganda por parte de los cárteles de la droga.
Las decenas de muertos que cada día se registran en todo el país, los mutilados que son esparcidos en calles, baldíos, carreteras, los miles de familiares que van peregrinando en busca de secuestrados y desaparecidos, los exiliados internos y externos y tantas expresiones más de la violencia demuelen machacona, implacablemente, cualquier idea de autoridad.
Las mantas, cartulinas, videos, mensajes de las redes sociales y otras formas de expresión se han constituido en un poderoso aparato de contrapropaganda de los cárteles de la droga.
Se usan no sólo para que los narcotraficantes se manden mensajes y amenazas. Representan también un diálogo informal con el gobierno, ya para tender puentes, ya advertir contra algún servidor público por proteger a un enemigo.
El Equipo, la coproducción de la secretaría de la Seguridad Pública y Televisa, es una respuesta a la ventaja que le lleva la delincuencia organizada al gobierno de Calderón.
No es gratuito que sea una acción conjunta de García Luna y Televisa. Se trata del principal simulador del gobierno de Felipe Calderón y del principal aparato propagandístico del país.
La comunión de recursos del gobierno federal y del imperio propagandístico configura la típica acción de la psychological warfare o guerra psicológica desarrollada por los Estados Unidos desde la Primera Guerra Mundial para mantener la confianza entre sus tropas e intimidar a sus enemigos.
El propósito es mostrar la superioridad, el engrandecimiento sobre el enemigo, con el fin último de generar opiniones, actitudes y emociones de apoyo. Para ello, se echa mano de información falsa, la mentira, la simulación, el disimulo.
Hay que desacreditar y disminuir al enemigo, restarle apoyo. Presentarlo como el responsable de la desgracia, el único que comete injusticias. Crear ficción.
Es lo que ha hecho de manera abrumadora el aparato propagandístico estadunidense por más de 60 años. Las producciones cinematográficas y televisivas se han dedicado a justificar las acciones bélicas de ese país, a engrandecer el espíritu de sus combatientes y generar apoyo de sus ciudadanos y de otros en el mundo.
Lo de la SSP-Televisa es propaganda pura. Como sucedió con el Acuerdo Informativo para la Cobertura de la Violencia, que era parte de ese afán por dominar los mensajes, El Equipo está destinado al fracaso.
La gran paradoja es que su principal saboteador es el propio Calderón debido a su reiterada negación a lo que él mismo propagó como guerra durante la primera mitad de su gobierno. Pero en los hechos sigue asumiéndose como un combatiente. Es un comportamiento esquizofrénico.
La semana pasada fue a decir a Nueva York que él nunca enarboló la bandera de la guerra contra el narcotráfico. Algo que, por supuesto, nadie le cree. Pero apenas se bajó del avión quiso emular a uno de los protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro inglés Winston Churchill.
Calderón dijo que su estrategia contra el narco era “combatir por mar, tierra y aire con toda nuestra fuerza que Dios pueda darnos”. Televisa, incluida, desde luego.
Enfermizas, tales contradicciones lo único que garantizan es el fracaso. Pero la ruina no es para él, que se va en año y medio. La endosó, y por años, a quienes quiere convencer que cuanto pasa en El Equipo no es pura coincidencia.
Las guerras también se ganan con propaganda. Las acciones de fuerza no son suficientes. Hay que difundir información falsa o distorsionada para mantener la confianza de los combatientes propios y ganar el respaldo social.
En la “guerra al narcotráfico” de Felipe Calderón, ejecutar capos, descabezar células, detener a miles y presentarlos en la televisión no han servido ni para convencer a nadie ni para persuadir a los integrantes de las fuerzas del Estado para que dejen de sumarse al enemigo.
Dentro y fuera del país, prevalece la idea de que el gobierno de Calderón va perdiendo la guerra contra los cárteles, por más retórica político diplomática que reciba. Las pérdidas del Estado mexicano son palpables: control territorial y de la violencia, sangría en su aparato represivo y extravío del pacto social.
La información que fluye y predomina es respecto a estas pérdidas. Cada día, el gobierno de Calderón está sometido a una intensa contrapropaganda por parte de los cárteles de la droga.
Las decenas de muertos que cada día se registran en todo el país, los mutilados que son esparcidos en calles, baldíos, carreteras, los miles de familiares que van peregrinando en busca de secuestrados y desaparecidos, los exiliados internos y externos y tantas expresiones más de la violencia demuelen machacona, implacablemente, cualquier idea de autoridad.
Las mantas, cartulinas, videos, mensajes de las redes sociales y otras formas de expresión se han constituido en un poderoso aparato de contrapropaganda de los cárteles de la droga.
Se usan no sólo para que los narcotraficantes se manden mensajes y amenazas. Representan también un diálogo informal con el gobierno, ya para tender puentes, ya advertir contra algún servidor público por proteger a un enemigo.
El Equipo, la coproducción de la secretaría de la Seguridad Pública y Televisa, es una respuesta a la ventaja que le lleva la delincuencia organizada al gobierno de Calderón.
No es gratuito que sea una acción conjunta de García Luna y Televisa. Se trata del principal simulador del gobierno de Felipe Calderón y del principal aparato propagandístico del país.
La comunión de recursos del gobierno federal y del imperio propagandístico configura la típica acción de la psychological warfare o guerra psicológica desarrollada por los Estados Unidos desde la Primera Guerra Mundial para mantener la confianza entre sus tropas e intimidar a sus enemigos.
El propósito es mostrar la superioridad, el engrandecimiento sobre el enemigo, con el fin último de generar opiniones, actitudes y emociones de apoyo. Para ello, se echa mano de información falsa, la mentira, la simulación, el disimulo.
Hay que desacreditar y disminuir al enemigo, restarle apoyo. Presentarlo como el responsable de la desgracia, el único que comete injusticias. Crear ficción.
Es lo que ha hecho de manera abrumadora el aparato propagandístico estadunidense por más de 60 años. Las producciones cinematográficas y televisivas se han dedicado a justificar las acciones bélicas de ese país, a engrandecer el espíritu de sus combatientes y generar apoyo de sus ciudadanos y de otros en el mundo.
Lo de la SSP-Televisa es propaganda pura. Como sucedió con el Acuerdo Informativo para la Cobertura de la Violencia, que era parte de ese afán por dominar los mensajes, El Equipo está destinado al fracaso.
La gran paradoja es que su principal saboteador es el propio Calderón debido a su reiterada negación a lo que él mismo propagó como guerra durante la primera mitad de su gobierno. Pero en los hechos sigue asumiéndose como un combatiente. Es un comportamiento esquizofrénico.
La semana pasada fue a decir a Nueva York que él nunca enarboló la bandera de la guerra contra el narcotráfico. Algo que, por supuesto, nadie le cree. Pero apenas se bajó del avión quiso emular a uno de los protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro inglés Winston Churchill.
Calderón dijo que su estrategia contra el narco era “combatir por mar, tierra y aire con toda nuestra fuerza que Dios pueda darnos”. Televisa, incluida, desde luego.
Enfermizas, tales contradicciones lo único que garantizan es el fracaso. Pero la ruina no es para él, que se va en año y medio. La endosó, y por años, a quienes quiere convencer que cuanto pasa en El Equipo no es pura coincidencia.
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