Álvaro Cepeda Neri
De entrada ha de sostenerse que Carlos Slim, con no menos de 80 mil millones de dólares (gracias al casi regalo-privatización de Telmex, obsequio decretado por su todavía amigo y quizá hasta socio Carlos Salinas, ahora en pleno protagonismo para ser poder tras el trono de Peña Nieto), es un personaje indefendible y que no necesita defensa (su equipo de abogados no se dan cuartel con los pleitos contra Televisa, Tv-Azteca y la pedacería telefónica que encabeza Gil Díaz), pues tiene como asesores internacionales (¿cuánto les pagará?) a Clinton y Felipe González y ya no al “historiador” Aguilar Camín (quien ahora es de Televisa), con los cuales despliega su guerra (como la no-guerra de Calderón) contra sus más que adversarios, enemigos a muerte.
Azcárraga Jean, hombre de presa con su equipo encabezado por Bernardo Gómez, afianzado en su casi monopolio televisivo, radiofónico, revistero, futbolero y de más de 100 casas de juego (para el lavado del dinero de los apostadores con raíces en el narcotráfico), hizo el uno-dos con el inquilino de Los Pinos, contra Slim (quien recién anduvo del brazo y por la calle con Isidre Faine, presidente de La Caixa y Criteria, para más inversiones). Tan es así que Azcárraga, tras morderle la mano a Slim, quien le prestó millonaria cantidad para salvar de la quiebra a Televisa, se le fue encima apoyado por Salinas Pliego de Tv-Azteca, en una guerra por anuncios en la prensa escrita donde Slim gastó el equivalente a quitarle un pelo a un gato (y de angora).
Calderón festinó la aprobación de una legislación para regular la competencia económica y en su visita a Nueva York dijo que tenía dedicatoria: Carlos Slim; después de directa o indirectamente, imponerle millonaria multa. Así que el equipo Azcárraga-Calderón, abiertamente atacan al multimillonario y éste, con su estilo, “ni suda ni se acongoja”. Slim se sigue enriqueciendo. Calderón no halla cómo deshacerse de Peña Nieto, defiende a García Luna, vio en directo en Los Pinos, la transmisión del show de Bono y U-2, lo recibió (pero no así a los de la marcha contra la militarización y el narcotráfico) y oye pasos en su azotea porque unos piden su renuncia y ya escucha las golondrinas por el final del sexenio.
En el ínterin se exhibe por Televisa el filme: El equipo, con guión de García Luna y como escenario las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, que con todo cinismo presumió el productor Pedro Torres (Reforma: 12/V/11). Indudablemente, el vicepresidente del país Genaro García Luna (amenazador de periodistas), cometió actos de corrupción al alquilar o prestar las instalaciones. Su exhibición es para glorificarlo y justificar la violencia sangrienta que, con la de los narcotraficantes, asesina a mexicanos que nada tienen que ver con la no-guerra calderonista. En el equipo Azcárraga-Calderón contra Slim, el poder mediático recibe la complicidad del poder presidencial. Y El equipo de la telenovela hace de García Luna otro Victoriano Huerta. Así, el golpismo militar y policiaco va tomando forma.
De entrada ha de sostenerse que Carlos Slim, con no menos de 80 mil millones de dólares (gracias al casi regalo-privatización de Telmex, obsequio decretado por su todavía amigo y quizá hasta socio Carlos Salinas, ahora en pleno protagonismo para ser poder tras el trono de Peña Nieto), es un personaje indefendible y que no necesita defensa (su equipo de abogados no se dan cuartel con los pleitos contra Televisa, Tv-Azteca y la pedacería telefónica que encabeza Gil Díaz), pues tiene como asesores internacionales (¿cuánto les pagará?) a Clinton y Felipe González y ya no al “historiador” Aguilar Camín (quien ahora es de Televisa), con los cuales despliega su guerra (como la no-guerra de Calderón) contra sus más que adversarios, enemigos a muerte.
Azcárraga Jean, hombre de presa con su equipo encabezado por Bernardo Gómez, afianzado en su casi monopolio televisivo, radiofónico, revistero, futbolero y de más de 100 casas de juego (para el lavado del dinero de los apostadores con raíces en el narcotráfico), hizo el uno-dos con el inquilino de Los Pinos, contra Slim (quien recién anduvo del brazo y por la calle con Isidre Faine, presidente de La Caixa y Criteria, para más inversiones). Tan es así que Azcárraga, tras morderle la mano a Slim, quien le prestó millonaria cantidad para salvar de la quiebra a Televisa, se le fue encima apoyado por Salinas Pliego de Tv-Azteca, en una guerra por anuncios en la prensa escrita donde Slim gastó el equivalente a quitarle un pelo a un gato (y de angora).
Calderón festinó la aprobación de una legislación para regular la competencia económica y en su visita a Nueva York dijo que tenía dedicatoria: Carlos Slim; después de directa o indirectamente, imponerle millonaria multa. Así que el equipo Azcárraga-Calderón, abiertamente atacan al multimillonario y éste, con su estilo, “ni suda ni se acongoja”. Slim se sigue enriqueciendo. Calderón no halla cómo deshacerse de Peña Nieto, defiende a García Luna, vio en directo en Los Pinos, la transmisión del show de Bono y U-2, lo recibió (pero no así a los de la marcha contra la militarización y el narcotráfico) y oye pasos en su azotea porque unos piden su renuncia y ya escucha las golondrinas por el final del sexenio.
En el ínterin se exhibe por Televisa el filme: El equipo, con guión de García Luna y como escenario las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, que con todo cinismo presumió el productor Pedro Torres (Reforma: 12/V/11). Indudablemente, el vicepresidente del país Genaro García Luna (amenazador de periodistas), cometió actos de corrupción al alquilar o prestar las instalaciones. Su exhibición es para glorificarlo y justificar la violencia sangrienta que, con la de los narcotraficantes, asesina a mexicanos que nada tienen que ver con la no-guerra calderonista. En el equipo Azcárraga-Calderón contra Slim, el poder mediático recibe la complicidad del poder presidencial. Y El equipo de la telenovela hace de García Luna otro Victoriano Huerta. Así, el golpismo militar y policiaco va tomando forma.
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