El discípulo de los Arellano Félix

Ricardo Ravelo

Gracias a la protección de la policía y a su habilidad para tejer alianzas con el cártel de Sinaloa y La Familia Michoacana, Luis Fernando Sánchez Arellano, el más importante operador del clan de los Arellano Félix, intenta consolidar a la organización fundada por sus tíos en la década de los ochenta en esta ciudad.

Sánchez Arellano, de 34 años, es conocido como El Ingeniero o El Alineador. Se inició en el cártel de Tijuana desde 2002. Hoy, su poder se extiende a 10 estados; incluso tiene un corrido que lo define como habilidoso y matón. La Procuraduría General de la República (PGR), por su parte, ofrece 30 millones de pesos a quien aporte datos para su detención.

Líder de la nueva generación de una de las organizaciones más poderosas del continente, El Ingeniero viaja con frecuencia a Monterrey y Guadalajara, aunque también se le ha visto en las ciudades californianas de Los Ángeles, Beverly Hills y Poway. Hasta ahora nadie lo ha molestado, pues de acuerdo con especialistas de la región la policía de Baja California le brinda protección a él y a los sicarios que lo rodean.

Luis Fernando estuvo a punto de ser detenido el 26 de octubre de 2008, cuando fue capturado su tío Eduardo Arellano Félix, El Doctor. Ese día, ambos se encontraban en uno de los múltiples refugios de la organización en esta ciudad, acompañados de dos hombres fornidos y una menor.

Eran las seis de la tarde. De repente un grupo de agentes federales y policías del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), irrumpió en la residencia y rodearon al entonces cártel de Tijuana. Sorprendido, Eduardo Arellano Félix sacó una credencial que lo identificó como Samuel Bracamontes y pidió que le explicaran el motivo del operativo.

Sus interlocutores le respondieron que llevaban seis meses siguiéndole los pasos, con la colaboración del FBI y le ordenaron que se quitara la camisa. Al hacerlo, observaron las cicatrices que tenía en el pecho y en uno de sus brazos, producto de las quemaduras que había sufrido en el 2000 en un accidente casero, y se lo llevaron.

Eduardo Arellano había asumido el liderazgo del cártel de Tijuana en 2006, tras la detención de su hermano Francisco Javier Arellano, El Tigrillo, capturado en las costas de La Paz, Baja California, en agosto de ese año a bordo de un lujoso yate cuando cerraba un negocio con sus socios colombianos. De inmediato fue trasladado a la Ciudad de México y luego entregado a la Drug Enforcement Administration (DEA) (Proceso 1557).

Nadie sabe cómo escapó Luis Fernando en aquella ocasión. Fuentes policiacas consultadas por el reportero aseguran que El Ingeniero abandonó la casa de su tío media hora antes del arribo de los agentes.

El ascenso

Luis Fernando Sánchez Arellano es hijo de Alicia Arellano Félix, según la PGR, aunque otras versiones afirman que su madre es Enedina. Sin embargo, Proceso recabó información que indica que en realidad el capo tijuanense es sobrino de Enedina, La Jefa, la única mujer que encabeza un cártel en el mundo.

La DEA y la PGR aseguran que ella nunca ha estado desligada de las actividades del cártel familiar, incluso le atribuyen funciones específicas, como el blanqueo de divisas obtenidas por el trasiego de droga. Y aun cuando al principio estuvo bajo resguardo de sus hermanos Ramón y Benjamín –fundadores del cártel de Tijuana–, tras la muerte del primero y la captura del segundo, Enedina pasó a ser la pieza más importante de la organización.

Y fue precisamente la captura del Tigrillo en agosto de 2006 la que le allanó el camino a Luis Fernando. Su ascenso se consolidó dos años después, tras la caída de su tío Eduardo Arellano, pese a que la DEA lo consideraba una “figura menor y sin dotes de liderazgo”.

Luis Fernando formó una sociedad con Teodoro García Simental, El Teo, a quien las autoridades federales consideraban el principal sospechoso, decían, por haber informado a la policía, a través de terceros, sobre la ubicación de Eduardo Arellano Félix.

El grupo estaba conformado sobre todo por jóvenes –“la nueva sangre del narco”–, y mediante él el cártel intentó recobrar el poder que tuvo cuando los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix. Ambos llegaron a ser considerados “los dueños de Baja California”, pues controlaban a la policía, altos mandos del Ejército, e incluso infiltraron el poder político durante el sexenio de Ernesto Ruffo Appel (1989-1995).

Las pugnas internas se desataron cuando El Teo se acercó a la célula de los hermanos Beltrán Leyva, quienes después de romper relaciones con Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, comenzaron a ser perseguidos por el Ejército, la PGR y la Secretaría de Seguridad Pública.

Al sentirse traicionado, Luis Fernando rompió con El Teo, quien decidió trasladarse a La Paz, Baja California. Desde ahí ordenaba que sus gatilleros desataran balaceras y planeaba los secuestros de empresarios tijuanenses para calentar la plaza.

Pronto, las autoridades policiacas de Tijuana, encabezadas por el teniente coronel Julián Leyzaola –quien llegó a esa ciudad fronteriza a resolver el problema de la criminalidad–, enfocaron sus baterías hacia El Teo. Con el apoyo de altos jefes militares y de la policía local comenzaron a golpear la estructura del gatillero. La fracción que encabezaba Luis Fernando siguió gozando de protección e impunidad.

En esta ciudad se comenta que Leyzaola sólo tuvo logros “a medias”. Su trabajo de golpeteo y las detenciones tenían el propósito de limpiarle la plaza a Luis Fernando, el nuevo jefe del cártel de Tijuana, quien después se dio el lujo de pactar con los jefes de La Familia Michoacana y con el cártel de Sinaloa, el más poderoso de México (Proceso 1794).

Las pugnas

Los bandos encabezados por Teodoro García Simental y Luis Fernando Sánchez Arellano tuvieron decenas de enfrentamientos en Baja California, sobre todo en Tijuana. Uno de los más recordados ocurrió a principios de 2008. En esa ocasión hubo 15 bajas.

En su edición 1929, el semanario Zeta informó que, tras su fragmentación, las células del cártel de Tijuana comenzaron a secuestrar por su cuenta a empresarios locales, por lo que Luis Fernando convocó a un encuentro al Teo y a una decena de policías municipales, todos ellos ligados al narcotráfico, para abordar el asunto. El encuentro se realizó la madrugada del día 26 en un lugar conocido como El Guaycura. El Teo nunca llegó.

Cuando el enviado de Sánchez Arellano, un sicario conocido como El 7-7, le informó por radio que ni El Teo ni sus sicarios acudieron a la cita, el capo dio la orden de acabar con los mensajeros. Y se desató la balacera. Algunos testigos declararon ante el Ministerio Público que en el lugar se encontraba el jefe de sicarios del cártel de Tijuana, Armando Villarreal.

Los seguidores de García Simental que llegaron al Guaycura se identificaban con las “claves R” y los encabezaba un gatillero conocido como El Cabezón. Según los testigos, El 7-7 le vació la pistola a Alfredo Delgadillo Solís, La Máquina, un policía municipal al servicio del Teo.

La guerra entre El Teo y Sánchez Arellano se desató a partir de esa fecha. Sin embargo, la buena estrella del Teo se apagó. En enero de 2010, fue detenido en una lujosa zona residencial de La Paz, Baja California, por un comando militar.

“El Ingeniero”

De acuerdo con su perfil criminal, Luis Fernando Sánchez Arellano carga la impronta de sus tíos. Con frecuencia se enfrentaba con su tío Benjamín, preso en el penal de La Palma desde 2002. Según las autoridades federales, también se hace llamar Fernando Zamora Arellano, un nombre que utiliza para ocultar su identidad; su apodo de El Ingeniero se debe a que estudió ingeniería en una escuela privada.

El capo suele ir siempre acompañado por sus sicarios, uno de sus preferidos era El Pit, pero tuvo que relevarlo luego de que fue arrestado en el casino Agua Caliente, propiedad de Jorge Hank Rhon.

Pese a que la mayoría de los miembros del cártel están presos o muertos, algunos personajes de la llamada vieja guardia siguen libres. Es el caso de Manuel Aguirre Galindo, El Caballo, y Edgardo Leyva Escandón, por cuyas cabezas las autoridades estadunidenses ofrecen hasta 2 millones de dólares.

Aguirre Galindo, según la PGR, realiza tareas de lavado de dinero y es el responsable de mantener los contactos con los proveedores colombianos. La misma dependencia asegura que Sánchez Arellano es el jefe del cártel de Tijuana y que Enedina Arellano Félix es la responsable del lavado de dinero de la organización.

Y aun cuando la historia de Luis Fernando en el mundo del hampa es corta, ya fue inmortalizada en un corrido titulado El Discípulo.

Algunos fragmentos:

Sus maestros son de altura

Es de reconocer

Han sido los más buscados

En la Unión Americana

Y en México también…

El discípulo es alegre

Pero valiente también

Sabe ser amigo

Por la mala ni le busquen

Porque encontrarán la muerte…

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