José Gil Olmos
Cuando la marcha por la paz y la justicia salio de Cuernavaca la mañana del jueves 5, eran apenas 500 personas y al llegar a la plaza de la Constitución fueron, según las autoridades, 80 mil, los que llegaron a la plaza política más importante a pedir que se detenga la violencia generada por la guerra declarada por Felipe Calderón y que ya lleva 40 mil muertos.
La mañana del 5 de mayo Javier Sicilia decía que no estaba muy seguro de que se fuera a sumar mucha gente a su propuesta de realizar una movilización nacional en demanda de justicia y paz para todos los mexicanos.
Sin embargo, con el paso de los días ese temor comenzó a ceder cuando mientras caminaba sobre la carretera, los autos, camiones, autobuses y todos los vehículos saludaban la marcha que llevaba al frente la bandera nacional.
A pesar del cansancio de los 80 kilómetros recorridos a pie desde Cuernavaca, diariamente, en cada pueblo que visitó la gente le daba su apoyo. Pero el contingente seguía sin crecer. Fue hasta que llegó a Topilejo y luego a San Pedro Mártir cuando el apoyo creció.
Este domingo, la salida de Ciudad Universitaria fue en silencio. Las familias de los muertos por la guerra estaban en la vanguardia de la marcha.
Mientras caminaban hacia las calles aledañas de la UNAM comenzaron a salir de sus casas gente que se sumaba a la marcha. Ya en la avenida Universidad se estimaban 10 mil personas. Un grupo de jóvenes con globos blancos frente a la iglesia de San José del Altillo le dedicaron un mensaje dirigido a los gobernantes: "Si no saben trabajar que se vayan por traidores a la patria".
Un padre de familia dio otro mensaje: Nunca más un soldado muerto, un policía, porque también son nuestros hijos. Nunca más una alma desecha que se convierte en sicario. Nunca más uno de nuestros hijos muertos, al tiempo de que soltaban los globos blancos en homenaje a los muertos.
En Churubusco y División del Norte cientos de familias vestidas de blanco los recibieron con aplausos. Ahí llego Alejandro Solalinde con un grupo de migrantes. Sicilia le dio las gracias "todos queremos la paz" y pidió un aplauso a los migrantes. También dio las gracias a las comunidades zapatistas que se manifestaron en San Cristobal de las Casas y pidió un minuto de silencio por un zapatista que murió cuando iba hacia la marcha.
La gente de Atenco con sus simbólicos machetes también se sumó en el inicio de Eje Central. Ahí un representante de la comunidad habló de quitar las diferencias para avanzar en una organización nacional.
"El futuro esta en nuestras manos, en el pueblo, no le pedimos nada a la bestia que mata todos los días a la gente. Esta iniciativa tiene una razón de ser. Ya no podemos soportar el grado de sufrimiento. Esta marcha es muy importante porque el silencio dice mas que las palabras. La bestia nos tiene que escuchar", dijo el atenquense ante los gritos de viva Zapata.
Durante la caminata que duró más de ocho horas se sumaron miembros del Comité 68, de la logia masónica, electricistas y diversos grupos y familias de deudos que llegaron de todo el pais. La marcha sólo alcanzó a llenar tres cuartos de la plancha, algunos se retiraban cuando apenas llegaba la vanguardia del contingente, otros se quedaron a escuchar las palabras del poeta quien pidió reconstruir al país desde el sitio donde precisamente nació.
Cuando la marcha por la paz y la justicia salio de Cuernavaca la mañana del jueves 5, eran apenas 500 personas y al llegar a la plaza de la Constitución fueron, según las autoridades, 80 mil, los que llegaron a la plaza política más importante a pedir que se detenga la violencia generada por la guerra declarada por Felipe Calderón y que ya lleva 40 mil muertos.
La mañana del 5 de mayo Javier Sicilia decía que no estaba muy seguro de que se fuera a sumar mucha gente a su propuesta de realizar una movilización nacional en demanda de justicia y paz para todos los mexicanos.
Sin embargo, con el paso de los días ese temor comenzó a ceder cuando mientras caminaba sobre la carretera, los autos, camiones, autobuses y todos los vehículos saludaban la marcha que llevaba al frente la bandera nacional.
A pesar del cansancio de los 80 kilómetros recorridos a pie desde Cuernavaca, diariamente, en cada pueblo que visitó la gente le daba su apoyo. Pero el contingente seguía sin crecer. Fue hasta que llegó a Topilejo y luego a San Pedro Mártir cuando el apoyo creció.
Este domingo, la salida de Ciudad Universitaria fue en silencio. Las familias de los muertos por la guerra estaban en la vanguardia de la marcha.
Mientras caminaban hacia las calles aledañas de la UNAM comenzaron a salir de sus casas gente que se sumaba a la marcha. Ya en la avenida Universidad se estimaban 10 mil personas. Un grupo de jóvenes con globos blancos frente a la iglesia de San José del Altillo le dedicaron un mensaje dirigido a los gobernantes: "Si no saben trabajar que se vayan por traidores a la patria".
Un padre de familia dio otro mensaje: Nunca más un soldado muerto, un policía, porque también son nuestros hijos. Nunca más una alma desecha que se convierte en sicario. Nunca más uno de nuestros hijos muertos, al tiempo de que soltaban los globos blancos en homenaje a los muertos.
En Churubusco y División del Norte cientos de familias vestidas de blanco los recibieron con aplausos. Ahí llego Alejandro Solalinde con un grupo de migrantes. Sicilia le dio las gracias "todos queremos la paz" y pidió un aplauso a los migrantes. También dio las gracias a las comunidades zapatistas que se manifestaron en San Cristobal de las Casas y pidió un minuto de silencio por un zapatista que murió cuando iba hacia la marcha.
La gente de Atenco con sus simbólicos machetes también se sumó en el inicio de Eje Central. Ahí un representante de la comunidad habló de quitar las diferencias para avanzar en una organización nacional.
"El futuro esta en nuestras manos, en el pueblo, no le pedimos nada a la bestia que mata todos los días a la gente. Esta iniciativa tiene una razón de ser. Ya no podemos soportar el grado de sufrimiento. Esta marcha es muy importante porque el silencio dice mas que las palabras. La bestia nos tiene que escuchar", dijo el atenquense ante los gritos de viva Zapata.
Durante la caminata que duró más de ocho horas se sumaron miembros del Comité 68, de la logia masónica, electricistas y diversos grupos y familias de deudos que llegaron de todo el pais. La marcha sólo alcanzó a llenar tres cuartos de la plancha, algunos se retiraban cuando apenas llegaba la vanguardia del contingente, otros se quedaron a escuchar las palabras del poeta quien pidió reconstruir al país desde el sitio donde precisamente nació.
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