Crónica del 8 de Mayo: Campanas, Marcha, Causas, ¡Ya Basta!

Jenaro Villamil

A las 16 horas del soleado domingo 8 de mayo tañen las campanas de la Catedral metropolitana. Es el saludo, es el llamado a la homilía cívica, es la innegable presencia de una corriente cristiana comprometida que acompaña al contingente que encabezan Javier Sicilia, Olga Reyes y decenas de activistas más que partieron tres días antes de Cuernavaca , Morelos para aglutinar a miles de personas en la Marcha por la Paz, la Justicia y la Dignidad que entra al Zócalo capitalino.

En torno a la convocatoria de Sicilia, escritor, poeta, analista y ahora cabeza visible de este movimiento en ciernes se entrelazan como en un crisol de pluralidades, múltiples causas, agravios, ciudadanos insumisos, encabronados con los efectos de esta guerra con 40 mil muertos (según cifras oficiales), miles de desaparecidos, miles de “levantados”, golpeados, torturados por esos mismos que el gobierno federal insiste en presentarnos como “los buenos” que luchan contra “los violentos”.

Ahí vienen sobre las calles de 5 de mayo, de Madero, de 16 de Septiembre los que se unieron al contingente que partió de Ciudad Universitaria, después de la jornada electrizante del sábado 7 de mayo, con el Réquiem de Mozart como trasfondo espiritual y emotivo de quienes no conciben la protesta sin arte.

Sobre la avenida del Eje Central marcharon los indígenas de San Juan Copala, Oaxaca, con sus trajes rojos, elegantes, fuertes como árboles del tiempo; comunidades indígenas de Morelos, de Michoacán y de Guerrero, víctimas de la reciente ola de violencia racista y narcotizada; también el contingente de madres de jóvenes asesinadas en Ciudad Juárez, con su emblemática cruz rosada de protesta contra los feminicidios.

También marchan la familia Le Barón que se enfrentó a la doble violencia de los cuerpos policiacos y criminales en Chihuahua, portando el lábaro patrio; las víctimas de Tamaulipas, estado castigado por la barbarie, la renuncia anticipada de la razón ante el terrorismo persistente; los padres de los niños asesinados por la negligencia oficial en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora; las viudas de los mineros de Pasta de Conchos, Coahuila; un movimiento de presos políticos de Tlaxcala; quienes portan un enorme cartel demandado “Justicia para Betty Cariño Iyri Jaakola”, entre decenas de contingentes.

Con los agraviados directos los solidarios y activistas: desde los estudiantes de la UNAM, los maestros de Chapingo, hasta integrantes de Amnistía Internacional, Unión de Vecinos 15 de Septiembre, México Unido contra la Delincuencia, artistas con performances, sanqueros y hasta quienes portan unas máscaras de Carlos Salinas, Vicente Fox y Marcelo Ebrard y piden la legalización de la mariguana.

Banderas, pancartas, carteles, consignas que gritan en silencio por todos lados: “¡Calderón ya incendiaste a la nación!”, “Sí a la Guerra, porque la Paz no es Negocio”, “Estamos hasta la madre de chivos expiatorios, Caso Tlaxcala, expediente 01/2011”, “Sí a la Educación, no a la Militarización”, “¡No más Sangre!”, “¡Basta ya!”, “La comunidad indígena de Cher-an, Michoacán exige seguridad y paz”, “sin derechos humanos no hay seguridad”, “¡Esto no es una guerra, es un negocio!”, decenas, cientos, miles de consignas. Incluso, un señor que porta un cartel de la Iglesia dialéctica que “está en todas partes”.

La imagen del emblema “¡No más Sangre!”, creado por los cartonistas más críticos y leídos de la prensa mexicana (Rius, El Fisgón, Helguera, Hernández) se ve en todas partes, en especial, alrededor de la explanada del palacio de Bellas Artes donde familias enteras y jóvenes capitalinos se reúnen desde las 11 de la mañana en el taller ciudadano de carteles de protesta. Como telón de fondo, las fuentes de Salto del Agua y de Bellas Artes teñidas de rojo, protesta visualmente impactante en toda la Ciudad de México.

“¡Estamos hasta la madre!” y “¡No más Sangre!” son las frases más vistas en esta marcha que miles de ciudadanos le expropiaron al gobierno, a los partidos y a las televisoras. ¿Dónde está la Iniciativa México y su parafernalia? ¿Dónde está la cobertura de las grandes cadenas nacionales? Sólo cortes informativos en ForoTV, de Televisa, o MilenioTV, de Televisa, y en menor grado en TV Azteca para que no digan que invisibilizaron la protesta más numerosa y simultánea (33 ciudades de la República y del extranjero) hasta ahora contra la estrategia de guerra contra el narcotráfico.

Pioneros y pioneras de éstas y otras muchas causas están presentes también. En la pared del palacio de Bellas Artes, doña Rosario Ibarra de Piedra, senadora e incansable luchadora de los desaparecidos, a sus 84 años, hace manifiesta su protesta de más de treinta y cinco años del Comité Eureka!:

“La exigencia debe ser clara. No queremos la militarización. Las fuerzas armadas que, pasando encima de la Constitución, realizan labores policiacas deben regresar a sus cuarteles y que, pasando encima de la Constitución, realizan labores policiacas deben regresar a sus cuarteles y junto con ello acabar con la impunidad, castigar a los culpables de estos crímenes y presentar a los desaparecidos. Obviamente lograr lo anterior requiere, en vez de un acuerdo con el actual gobierno, un cambio radical cuyas posibilidades ya anuncia esta gran movilización nacional”, se lee en el comunicado que reparte doña Rosario.

En sus palabras, la senadora y ex candidata presidencial de 1982, tiempos de picar piedra, también hay una crítica a la estrategia que algunos integrantes de la marcha han planteado.

“¡Fuera Calderón!”, Fuera García Luna

Hago un sondeo con los amigos, los ciudadanos con quienes me encuentro y percibo que el mensaje televisado de Felipe Calderón, el miércoles 4 de mayo, más su discurso belicoso de la Batalla de Puebla, generó mayor malestar y sentido de agravio. Un presidente que regaña, que se pone a la defensiva, incapaz de asumir una mínima autocrítica o de anunciar el menor cambio a su “estrategia” es un presidente que se distancia de los gobernados.

Por eso no es casual ni resultado de una conjura radical que al filo de las 17 horas, cuando inicia la primera ronda de discursos y entre las palabras de Javier Sicilia, retumbe en la explanada del Zócalo el grito: “¡Fuera Calderón!”, “¡Fuera Calderón!” e, incluso, los más enfurecidos exclaman: “¡Muera Calderón!”.

¿De qué se extrañan los guardianes de las buenas fórmulas del servilismo gubernamental? ¿Qué querían como respuesta de estos ciudadanos encabronados ante un presidente incapaz de la mínima rectificación? ¿Querían acaso, que gritaran “¡Fuera el Chapo Guzmán!” cuando todo mundo sabe, intuye o sospecha que el capo del Sexenio ha penetrado en las estructuras encargadas de combatirlo?

Javier Sicilia, en un rapto de claridad y de audacia, improvisa en su discurso el reclamo de la renuncia de Genaro García Luna, el incombustible secretario de Seguridad Pública, el mismo que ha prometido siete años más de sangre, dolor e impunidad para “saber que vamos por buen camino”.

“Queremos oír un mensaje, con la renuncia (de Genaro García Luna) un mensaje del presidente de la República, diciendo que sí nos oyó. La violencia nos va a llevar a más violencia. Estamos pidiendo esta renuncia para evitar más violencia”, arengó.

Fue en ese momento que muchos de los miles de asistentes (más de 100 mil para distintos observadores) gritaron: “¡Fuera Calderón!” y hasta “¡Muera Calderón!”. Sicilia replicó: “Que no muera; que lo despidan”. Un peculiar diálogo que no puede evitar el equívoco.

Horas después de la marcha, el gobierno federal dio su respuesta. Un comunicado de la Secretaría de Gobernación, tan burocrática como insensible pretendió dar lecciones de certeza:

“Los efectivos militares, navales y de la Policía Federal no generan violencia”, dice la primera frase del séptimo párrafo (seguramente se desplazan repartiendo flores y globos blancos a lo largo de la República, diría la R. de Monsiváis).

“Su presencia hoy es indispensable ante la falta de capacidades de diversas corporaciones policiacas estatales y municipales para enfrentar con eficacia la delincuencia” (entonces es la carencia y no la eficacia lo que nos condena a aguantar la militarización policiaca, ¡vaya diagnóstico garcíalunesco!).

“Su compromiso y desempeño permiten la reconstrucción de las instituciones locales en la convicción de una seguridad duradera y auténtica será sólo posible cuando las autoridades municipales y estatales estén en posibilidades de cumplir con su primera responsabilidad: la seguridad ciudadana” (¿Alguien entendió la sintaxis de este párrafo? ¿Será que los habitantes de Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Guerrero se pondrán de pie con la convicción de que los efectivos militares, navales y policiacos han traído paz y han reconstruido instituciones locales?).

Nadie sabe, a ciencia cierta, a quién quieren convencer con esta parrafada.

El mitin transcurre. Hay contingentes que se retiran esperando la convocatoria a una nueva movilización. Es el inicio de algo que demanda un ejercicio de claridad, persistencia y pluralidad en un país atenazado por la guerra sucia discursiva, publicitaria y real durante le último lustro.

Los Medios (y otros) ante la Marcha

Reviso los principales encabezados de la prensa capitalina del lunes 9 de mayo y esto da una idea de cómo reacciona la élite política-mediática:

La Jornada: “Sicilia: si Calderón nos escuchó debe cesar a García Luna”. Como titular de foto: “¡No más Sangre!”, el clamor de decenas de miles”. El periódico de las izquierdas capitalinas le destina 6 páginas completas a informar de la movilización.

El Universal: “Exigen a partidos limpiar filas de nexos con crimen” y de segunda cabeza: “Demanda Javier Sicilia renuncia de Genaro García Luna”. El periódico decano de la capital publica una encuesta donde se “estanca” la aprobación de Felipe Calderón.

Reforma: “Exigen renuncia de García Luna” y en segundo balazo: “Emplaza Sicilia en el Zócalo al presidente Calderón”. El periódico hace un gran despliegue de fotos, en el interior, de las marchas en varias ciudades de la República, en Berlín, París, Brasil, Barcelona y Casa Blanca.

Nuevo Excélsior: “No más muerte, clama el Zócalo”. Y un texto de resumen indica lo siguiente: “el escritor Javier Sicilia presenta un pliego al gobierno; si no cumple, llamaría a la desobediencia civil pacífica, afirma”.

Milenio Diario: “Sicilia reta a Calderón a cesar a García Luna”.

No se necesita ser comunicólogo para saber que la nota es más retomada es la petición de que renuncie García Luna.

Y en la mañana del lunes 9 de mayo, Felipe Calderón ofrece “diálogo” con los promotores de la marcha.

“¿Y la renuncia apá?”, dirían algunos.

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