Contrastes del arranque en el Edomex

Martha Anaya / Crónica de Política

Arrancaron las campañas para la gubernatura en el Estado de México. Las imágenes que quedaron grabadas –y más difundidas—del primer día de la contienda fueron elocuentes en sus contrastes.

En uno, el candidato a la delantera mostrando el apoyo de su partido tricolor; en otro, la inesperada congregación de los líderes insignes de la izquierda después de años de no reunirse; en el tercero, el abandono de sus dirigentes blanquiazules.

Comencemos por este último: Luis Felipe Bravo Mena, candidato del PAN.

Las crónicas –pocas fueron las que aparecieron publicadas– reseñan su solitario caminar al atardecer a su arribo a la Hacienda de Tejalpa, en Zinacantepec, para su reunión con los mazahuas.

Al verlo así, la gente se preguntaba: ¿dónde está el líder nacional del PAN?

Gustavo Madero no le acompañó. Tampoco la secretaria general del blanquiazul. Apenas el senador Santiago Creel –quien hace su tarea en busca de la candidatura presidencial de su partido a contra corriente de los deseos de Los Pinos—y el diputado Manuel Clouthier.

Señales, sostienen algunos, de que el ex secretario particular de Felipe Calderón será sacrificado y de que, desde el partido, se buscará “otra solución” para mejorar la tercera posición que hoy otorgan las encuestas al PAN en el Edomex.

¿La impugnación de la candidatura de Alejandro Encinas? Se está estudiando. Hoy probablemente tendremos una decisión al respecto por parte de los panistas.

¿La declinación a última hora? Es probable. Harán números en su momento para ver si con ello logran arrancarle el triunfo al PRI y calculan lo que esta decisión podría provocar en el ánimo de Andrés Manuel López Obrador y si esta decisión podría fracturar la “unidad” perredista.

Mientras tanto, Bravo Mena arranca en la orfandad.

Eruviel Ávila, el favorito. Inicia en la capital misma del estado desde el primer minuto del día. Lo arropan el dirigente del PRI, Humberto Moreira y Mónica Arreola, la hija de la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo; además del líder sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps; y el de los burócratas, Joel Ayala.

Están también los ex gobernadores Emilio Chuayffet, César Camacho, Alfredo Baranda e Ignacio Pichardo Pagaza (llama la atención la ausencia de Alfredo del Mazo). Y con ellos, los líder del Panal y del verde Ecologista, Jorge Kahwagi y Emilio González.

El presídium en el auditorio tiene que ampliarse y ampliarse a medida que llegan más y más invitados tricolores.

El gobernador Enrique Peña Nieto no está presente –para evitar señalamientos de parcialidad, según ha dicho–, pero su sombra está siempre presente. Tras cada aplauso se escucha a coro: “¡Presidente!”

Las encuestas sitúan al priista con entre 20 y 50 puntos de ventaja. La alianza a vistas con la maestra y otros líderes sindicales –la vieja estructura priista– parece garantizarle a Eruviel Ávila la victoria ante cualquier eventualidad.

Alejandro Encinas da la sorpresa en el banderazo de salida. Logra subir al mismo templete callejero, en Ecatepec, a los líderes históricos del PRD: Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.

Están también presentes el gobernador del DF, Marcelo Ebrard; el actual dirigente del sol azteca, Jesús Zambrano; el ex gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas; el coordinador del DIA, Manuel Camacho; el senador Carlos Navarrete, los diputados Porfirio Muñoz Ledo y Armando Ríos Pitter; Ifigenia Navarrete y la viuda de Heberto Castillo, María Teresa Juárez.

Con ellos, los dirigentes del Partido del Trabajo y de Convergencia: Alberto Anaya y Luis Walton.

La presencia de “los grandes” del PRD inyecta euforia en los asistentes al mitin. Pero aquella muestra de unidad no salva a Navarrete a Zambrano y a Camacho de gritos de repudio del respetable al son de “¡culeros!, ¡traidores!, ¡vendido!, ¡maiceados!”

Así comienzan los 45 días de campaña, pero aunque pudieran parecer poco días, ante una elección tan importante muchas cosas todavía habrán de suceder.

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