martes, mayo 24, 2011

Ciudadanos críticos e indignados

José Antonio Crespo / Horizonte Político

En un interesante y recomendable artículo ("La ciudadanía crítica"), publicado en el número de mayo de la revista Este País, Alejandro Moreno, experto en opinión pública del ITAM, analiza ese segmento de ciudadanos que expresan un nivel más profundo y permanente de crítica política que el resto de la sociedad. Aunque su objeto de estudio son los ciudadanos mexicanos, Moreno apunta la existencia de este fenómeno como uno de tipo mundial. El ciudadano crítico es aquél que no termina por conformarse con lo que hacen los políticos y gobernantes, o con lo que éstos alegan para justificar sus decisiones y el resultado de ellas. Moreno define la ciudadanía crítica como "esa porción de ciudadanos que sistemáticamente se queja y critica las instituciones, la labor gubernamental y, en general, la forma en que está funcionando la democracia" y es "guiado por la necesidad de vigilar y monitorear las decisiones del gobierno, de denunciar los abusos de la autoridad y exigir cuentas a los gobernantes". Al segmento de ciudadanos más conformistas le molestan los ciudadanos críticos: "Se les ve como oposición, como disidencia, como los inconformes, como los amargados… Pareciera que no aportan, que sólo crean conflicto". "Pero - agrega Moreno - el hecho es que el ciudadano crítico tiene la posibilidad de contribuir de manera importante a la salud democrática del país… la actitud crítica es un requisito para el mejoramiento mismo de (de la democracia) como forma de gobierno (y entendida como) un proceso inacabado aún en las sociedades más democráticas del mundo". La democracia, dice el autor, puede seguir avanzando permanentemente "mediante la crítica que la sociedad se hace a sí misma, y no mediante el conformismo".

El movimiento 15 de Mayo (M–15) en España es claramente una expresión de esa ciudadanía crítica, que allá se ha autodenominado como "indignados". Probablemente a muchos mexicanos nos parezca que la democracia española va adelante que la nuestra, pero desde la óptica de los españoles indignados, su democracia queda muy por debajo de los estándares de otros países primermundistas. Me imagino que los españoles, como los franceses, piensan que en su país nunca se daría un fallo judicial como el que tiene en graves aprietos a Dominique Strauss-Khan. Evidentemente, el M–15 surgió por varios motivos; la crisis económica, el enorme paro laboral, las bajas expectativas para los jóvenes, pero también tiene una dimensión claramente política; la corrupción, el alejamiento de la clase política respecto de la sociedad, y específicamente el carácter esencialmente bipartidista de la democracia española (sólo dos partidos son opción de gobierno). Por esto último, los indignados llamaban menos a anular el voto o abstenerse en la elección del domingo pasado, y más a votar por cualquiera de los partidos pequeños como expresión de grave inconformidad con los dos partidos dominantes, y el deseo de ampliar las opciones de gobierno. En Chile, el presidente Sebastián Piñera enfrenta protestas multitudinarias contrarias a su proyecto hidro–eléctrico, pero motivadas también por razones económicas y sociales.

En México, el movimiento encabezado por Javier Sicilia parece ser la expresión actual de ese segmento ciudadano, aunque básicamente motivada por la tragedia personal de varias familias, víctimas de una estrategia anticrimen mal planeada, mal ejecutada, y que partió de un diagnóstico simplista e improvisado. Pero el pliego de exigencias de ese movimiento abarca también reformas de fondo, de tipo social, económico y político, directa o indirectamente relacionados con la expansión del crimen organizado y de la creciente violencia de estos años. En 2009, la ciudadanía crítica se expresó a través del movimiento anulista que, sin movilización física en las plazas, propuso simplemente asistir a las urnas y anular el voto para que la clase política se percatara de su alejamiento respecto de un importante segmento ciudadano. Aunque a nivel nacional el voto nulo fue de 5%, en ciertas ciudades fue notorio; en Morelia 13%, en Puebla 12%, y en la capital 11%. La reforma política que se detuvo en la Cámara de Diputados surgió en parte como respuesta a ese movimiento. Pero es la hora que la clase política ha vuelto a sumergirse en su pugna por el poder, dejando que la ciudadanía resuelva como pueda sus propios problemas, la mayoría de ellos derivados del mal gobierno, la negligencia, corrupción e impunidad de esa misma clase política.

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