Carros de combate arrasan el corazón de la revuelta siria

La prensa turca afirma que se busca un país de exilio para la familia Assad

Roberto González especial para RMX


Al menos seis personas murieron ayer en Daraa, origen y epicentro de la rebelión siria, en enfrentamientos de manifestantes con el Ejército. Estas últimas muertes se suman a las 65 que se registraron el pasado «Viernes de la Ira» en Daraa, Homs y Latakia. Unos 15 tanques apoyaron ayer la operación militar de las fuerzas sirias, que bombardearon y se hicieron con la ciudad vieja y tomaron la Mezquita Al-Omari.

«Hace semanas, el presidente sirio, Bashar Al Assad, recibió a representantes de Daraa para atender sus demandas. Sin embargo, la insurgencia persiste y la situación se ha convertido en una batalla abierta: o gana el Ejército o los residentes de la región», explica a ABC una fuente que prefiere permanecer en anonimato. «Esto es una guerra: ellos no paran en sus matanzas y nosotros no pararemos de pedir libertad», comenta desafiante Amer Al-Huani, residente de la castigada Daraa. Aunque es esta ciudad el foco de los conflictos, también siguen desplegadas fuerzas militares en Damasco y otras ciudades. Y no se descarta que la oposición aproveche que hoy es fiesta nacional para protagonizar nuevas protestas.

Caras largas, preocupación, calles desiertas. Damasco, sin haber registrado incidentes de relevancia, ha estado desierto estos últimos días. «Tenemos miedo de salir a la calle. Una bala perdida puede alcanzar a cualquiera», se queja Ibrahim, operario de un banco. Tras seis semanas desde el estallido de las protestas, esta sensación de cansancio e inquietud es cada vez más palpable entre la población. Y lo que queda. «Egipto cayó en semanas; pero Siria, si lo hace, será después de meses. Esta batalla se antoja muy larga», explica un periodista local, quien añade que «el Gobierno aún guarda muchos ases bajo la manga».

Lo que sí comprueba este periódico es el cada vez mayor cambio en la posición de ciudadanos antes afines al régimen. «¿Cómo podemos estar ahora con un Gobierno que está matando a su propio pueblo?», se pregunta una joven empresaria de Damasco, que pudo comprobar con sus propios ojos en Homs cómo las fuerzas de seguridad están machacando a los manifestantes.

Promesas de cambio

Para intentar aplacar la revuelta, el nuevo primer ministro, Adel Safar, aseguró ayer que su gobierno prepara una amplia batería de reformas políticas, judiciales y económicas. Pero, hasta ahora, todas las promesas de cambio se han visto ahogadas en la violencia con que es reprimida la revuelta.

Así las cosas, la Casa Blanca informó ayer de los nombres del régimen sirio que forman parte de su nueva lista negra. Entre otros, EE.UU. impondrá sanciones «por violar los derechos humanos» al hermano del presidente sirio y responsable de la Guardia Presidencial, Maher Al Asad; al jefe de los servicios de Inteligencia sirios, Ali Mamluk, y al ex gobernador de Daraa, Atif Nayib. «Se trata de un intento de Washington de subirse a la ola de las protestas legítimas y justas en Siria y hacer una inversión en ellas para rentabilizarlas», indica al respecto el analista político Hamidi Al-Abd Allah.

En paralelo, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó pedir la colaboración de Siria para que envíe urgentemente una delegación con el fin de investigar posibles abusos. Pero el representante permanente de Siria en la Organización, Faisal Jabz Hamui, advirtió de que esta decisión no hará sino «complicar aún más la situación y aumentar la tensión». La UE también acordó diversas e imprecisas sanciones a Siria. Así las cosas, la prensa turca informó ayer de que responsables de la Inteligencia turca y de EE.UU. mantuvieron una reciente reunión en Ankara en la que estudiaron un posible país de exilio para la familia Assad.

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