¿Cantó el preso 62604-079?

Francisco Rodríguez / Índice Político

En Colombia, “sapo” es la palabra que designa a los desertores o arrepentidos. En nuestro ámbito, Osiel Cárdenas Guillén, el preso 62604-079 de una cárcel de mediana seguridad en Atlanta, Georgia, es ya el líder de esa suerte de batracios, pues –como en la novela y, posterioremente, en la teleserie inspirada en la obra de Andrés López, El Cártel de los Sapos– si bien no ha sido desde una cárcel de Florida, sí desde otra en Colorado, la Supermax, ha “cantado” para beneplácito de una audiencia integrada por representantes del gobierno estadounidense que, paulatinamente, han goteado letra y música de esa opereta a las dizque autoridades mexicanas.

Cárdenas Guillén, arrestado en el 2003 por el Ejército, fue extraditado a los Estados Unidos en enero de 2007, prácticamente un mes después de que Felipe Calderón iniciara su ocupación de Los Pinos.

El paradero de Cárdenas se había mantenido en secreto desde que llegara a territorio estadounidense. Incluso su sentencia en Houston se mantuvo en secreto y él estaba bajo la custodia de agentes federales. No obstante, en julio de 2010, hace diez meses, se conoció que el ex capo del Cártel del Golfo había estado en la Supermax de Colorado –donde aún purga varias sentencias de por vida su antecesor Juan García Ábrego–, y que mediante una negociación logró su traslado a Atlanta.

Documentos relacionados con ese acuerdo judicial –que habría implicado el pago de más de dos decenas de millones de dólares como multa– han sido sellados “a perpetuidad” por un juez federal, pero no es difícil adivinar que para llegar a la firma de esos papeles los estadounidenses habrían obtenido información proporcionada por el “sapo” Osiel –de acuerdo al léxico colombiano– en cuanto a rutas, cantidades, policías y militares corruptos, lo mismo que de políticos bajo cuya protección actuaba cuando comandaba el otrora poderoso Cartel del Golfo, que –lo acusan– contrabandeó toneladas de cocaína y ganó cientos de millones de dólares. Cárdenas se declaró culpable de varios delitos, incluido haber apuntado con rifles AK-47 a la cabeza de dos agentes federales estadounidenses que fueron sorprendidos en las calles de su ciudad natal, Matamoros, Tamaulipas.

De acuerdo con la página cibernética del Departamento Federal de Prisiones, Cárdenas, de 44 años, y conocido por el número de presidiario 62604-079, debe salir en libertad el 1 de noviembre de 2028, cuando tenga 61 años de edad.

Es con la información brindada por Cárdenas Guillén con la que se han conformado los “expedientes negros” que dice tener en posesión la fallida Administración de Calderón, cual espada de Damocles sobre el PRI con vistas a la próxima elección presidencial… si es que la hubiere.

No hay duda de que así es.

Pero, al mantenerla almacenada para ser usada en el momento que a él convenga electoralmente, ¿no se hace Calderón reo de complicidad?

¿Por qué no actuó en consecuencia inmediatamente después de haber obtenido lo que las agencias estadounidenses de administración y procuración de justicia pusieron en sus manos y las de sus colaboradores?

¿Para judicializar la política? O, en el peor de los casos, ¿para qué lucrar electoralmente con asuntos que comprometen a la seguridad nacional?

Esta información reservada por Calderón para ser utilizada en contra de los políticos priístas, ¿hubiese evitado el recrudecimiento de la violencia en el territorio nacional?

¿Cuántas muertes pudieron evitarse de actuar Calderón como un jefe de Estado y no como dirigente de un partido venido a menos por lo que necesita aliarse a sus opositores históricos para obtener pírricas victorias electorales?

Osiel Cárdenas “cantó”. De eso no hay duda.

Sus gorjeos en realidad han sido los onomatopéyicos croacs, croacs de un “sapo” ¿arrepentido?

Índice Flamígero: Publicó ayer el diario italiano La Reppublica un reportaje de Roberto Saviano, autor del popular libro Gomorra –un muy bien documentado relato al interior del mundo empresarial y delictivo de la Camorra napolitana– sobre Joaquín “El Chapo” Guzmán, en el que da cuenta de su frustrada “cacería”. El texto inicia con un párrafo demoledor: “Nada puede ser comprendido en nuestro tiempo, este del capitalismo moderno y lo que será, si no nos fijamos en el rostro de México, actualmente la narcodemocracia más importantes del mundo…”. De Guzmán Loera dice Saviano: “El hombre que cambió el destino de ese país, responsable de un enorme número de asesinatos: ‘El Chapo’. El narco que logró hacer de México el centro de donde irradia el mercado mundial de coca.” También que “Si ya antes de su captura (en 1993) suscitaba tanta admiración y respeto, por lo que se ganó el apodo de ‘El Señor’, después de su fuga en 2001 se conviertió en un héroe popular. Los medios de comunicación dijeron que logró engañar a un gobierno profundamente despreciado. Frente a un Estado fallido, que no logra satisfacer las necesidades básicas como salud y educación, los traficantes de drogas que ayudan a construir escuelas y hospitales terminan siendo visto por muchos como santos patrones”… Por tal es que Forbes no sólo lo enlista entre los más ricos del planeta. También entre los más influyentes, ¿o no?

Comentarios