Francisco Rodríguez / Índice Político
– No está hablando en serio, ¿verdad? –replicó Humberto Moreira a Felipe Calderón cuando éste le propuso, al mediodía del reciente 9 de marzo, que se pusieran de acuerdo para cancelar los comicios que deberán llevarse a cabo en Michoacán el próximo 13 de noviembre, dizque por falta de condiciones, por la inseguridad, la violencia desatada por los criminales, bla, bla, bla…
Por elemental cortesía, Moreira visitaba a Calderón en la residencia oficial ocupada por éste desde diciembre de 2006. Acudía acompañado de la secretaria general de su Comité Ejecutivo Nacional, apenas cinco días después de que ambos fueran entronizados en los cargos dirigentes del partido tricolor. El coahuilense habría sido el primero en tomar la palabra. Y la usaría para hablar del problema de la pobreza que crece y crece en nuestro país…
Calderón lo dejó hablar.
Y en vez de contraargumentar, al menos argüir o responder sobre el tema planteado, viró hacia el de los tres innombrados consejeros del Instituto Federal Electoral.
– Que el PRI, nombre a uno. El PAN a otro. Y el PRD al tercero –habría sido la propuesta, aparentemente salomónica, del michoacano al coahuilense.
– No señor –habría atajado Moreira–, porque ustedes tienen “rentado” al PRD y entonces serían dos contra uno.
No hubo acuerdo.
Pasó, entonces, Calderón al otro tema. El que, junto a su “guerra”, más le inquieta: El de la sucesión en su estado natal. El de la tierra donde aún viven su madre y hermanos: cancelar las elecciones, ponerse de acuerdo –¿en un volado merenguero?– PAN, PRI y, bueno, hasta el PRD, en un “candidato” de consenso.
Tampoco obtuvo respuesta en afirmativo de parte de Moreira.
Le platico de esta reunión “en la cumbre”, porque hay muchos que aún no dan crédito a que una propuesta tan descabellada tuviese visos de realidad. Ello, no obstante que plumas bien acreditadas como las de Antonio Navalón, Beatriz Pagés y Salvador García Soto, entre otras, han abordado el tema con la seriedad analítica que merece una propuesta demencial, cual la esbozada por Calderón a Moreira el 9 de marzo.
Demencial, en efecto, porque para el ocupante de Los Pinos la entidad de la que es oriundo es un verdadero trauma. Por tal es que la tiene en la mira.
En su fuero interno Calderón debe sentirse agraviado por Michoacán y por los michoacanos, quienes no sólo infligieron una tras otra derrota electoral en cuanta campaña participó su padre don Luis Calderón Vega –a quien conocí y traté en las oficinas del PAN frente al cine Ópera de Serapio Rendón y en la Cámara de Diputados a la L Legislatura– y a él mismo, apenas en 1995, sobre todo contra su clase política que siempre lo mantuvo marginado.
De ahí, quizá, que Michoacán haya sido el primer frente de su guerra en el 2006. De ahí, “el michoacanazo” o detención de un poco más de 30 servidores públicos a quienes se imputaron crímenes que no habrían cometido.
Cancelar las elecciones en Michoacán –dice bien García Soto– pudiera ser además un “ensayo” o “laboratorio” de lo que Calderón quisiera para las federales de 2012. Que tampoco haya comicios. Que se declare una “estado de excepción” por las extremas condiciones de inseguridad, violencia, bla, bla, bla… que el propio Calderón ha desatado con la estúpida estrategia de su guerra.
El PRI, por lo pronto, ya le dijo que no aquél mediodía del 9 de marzo.
Falta por conocer que es lo que a ello responden los perredistas.
¿O ya le habrán dado el sí?
Con eso de que –Moreira dixit– Calderón los tiene “rentados”.
Índice Flamígero: El contexto y el subtexto de Felipe Calderón es netamente tequilero. Por tal su referencia a “los shots de tequila” que aquí reciben los turistas estadounidenses, apenas hace unos días en Las Vegas. ¿A qué fue a la capital del juego y de las convenciones? Responde un lector, desde Estados Unidos: “¿… a repartir curriculums como en NY, o explícame, ¿qué tiene que hacer un presidente, del país que sea, en ese foro de turismo. Acaso no tiene México un secretario del ramo. El foro apenas es de nivel para el director del CPTM, López Negrete. Igual que la entrevista con Bloomberg, el alcalde de Nueva York. Es más, ni siquiera con el gobernador. Supongo existe un protocolo de pares. Por acá si eres CEO, te entrevistas con tu par el otro CEO: uno de estos personajes no recibe a un director, se lo refiere a su director. No entiendo la falta de pudor de este hombre. Ni formas, ni tiempos, ni tino.” Aquí tampoco entendemos. ¿Será por el contexto y el subtexto?
– No está hablando en serio, ¿verdad? –replicó Humberto Moreira a Felipe Calderón cuando éste le propuso, al mediodía del reciente 9 de marzo, que se pusieran de acuerdo para cancelar los comicios que deberán llevarse a cabo en Michoacán el próximo 13 de noviembre, dizque por falta de condiciones, por la inseguridad, la violencia desatada por los criminales, bla, bla, bla…
Por elemental cortesía, Moreira visitaba a Calderón en la residencia oficial ocupada por éste desde diciembre de 2006. Acudía acompañado de la secretaria general de su Comité Ejecutivo Nacional, apenas cinco días después de que ambos fueran entronizados en los cargos dirigentes del partido tricolor. El coahuilense habría sido el primero en tomar la palabra. Y la usaría para hablar del problema de la pobreza que crece y crece en nuestro país…
Calderón lo dejó hablar.
Y en vez de contraargumentar, al menos argüir o responder sobre el tema planteado, viró hacia el de los tres innombrados consejeros del Instituto Federal Electoral.
– Que el PRI, nombre a uno. El PAN a otro. Y el PRD al tercero –habría sido la propuesta, aparentemente salomónica, del michoacano al coahuilense.
– No señor –habría atajado Moreira–, porque ustedes tienen “rentado” al PRD y entonces serían dos contra uno.
No hubo acuerdo.
Pasó, entonces, Calderón al otro tema. El que, junto a su “guerra”, más le inquieta: El de la sucesión en su estado natal. El de la tierra donde aún viven su madre y hermanos: cancelar las elecciones, ponerse de acuerdo –¿en un volado merenguero?– PAN, PRI y, bueno, hasta el PRD, en un “candidato” de consenso.
Tampoco obtuvo respuesta en afirmativo de parte de Moreira.
Le platico de esta reunión “en la cumbre”, porque hay muchos que aún no dan crédito a que una propuesta tan descabellada tuviese visos de realidad. Ello, no obstante que plumas bien acreditadas como las de Antonio Navalón, Beatriz Pagés y Salvador García Soto, entre otras, han abordado el tema con la seriedad analítica que merece una propuesta demencial, cual la esbozada por Calderón a Moreira el 9 de marzo.
Demencial, en efecto, porque para el ocupante de Los Pinos la entidad de la que es oriundo es un verdadero trauma. Por tal es que la tiene en la mira.
En su fuero interno Calderón debe sentirse agraviado por Michoacán y por los michoacanos, quienes no sólo infligieron una tras otra derrota electoral en cuanta campaña participó su padre don Luis Calderón Vega –a quien conocí y traté en las oficinas del PAN frente al cine Ópera de Serapio Rendón y en la Cámara de Diputados a la L Legislatura– y a él mismo, apenas en 1995, sobre todo contra su clase política que siempre lo mantuvo marginado.
De ahí, quizá, que Michoacán haya sido el primer frente de su guerra en el 2006. De ahí, “el michoacanazo” o detención de un poco más de 30 servidores públicos a quienes se imputaron crímenes que no habrían cometido.
Cancelar las elecciones en Michoacán –dice bien García Soto– pudiera ser además un “ensayo” o “laboratorio” de lo que Calderón quisiera para las federales de 2012. Que tampoco haya comicios. Que se declare una “estado de excepción” por las extremas condiciones de inseguridad, violencia, bla, bla, bla… que el propio Calderón ha desatado con la estúpida estrategia de su guerra.
El PRI, por lo pronto, ya le dijo que no aquél mediodía del 9 de marzo.
Falta por conocer que es lo que a ello responden los perredistas.
¿O ya le habrán dado el sí?
Con eso de que –Moreira dixit– Calderón los tiene “rentados”.
Índice Flamígero: El contexto y el subtexto de Felipe Calderón es netamente tequilero. Por tal su referencia a “los shots de tequila” que aquí reciben los turistas estadounidenses, apenas hace unos días en Las Vegas. ¿A qué fue a la capital del juego y de las convenciones? Responde un lector, desde Estados Unidos: “¿… a repartir curriculums como en NY, o explícame, ¿qué tiene que hacer un presidente, del país que sea, en ese foro de turismo. Acaso no tiene México un secretario del ramo. El foro apenas es de nivel para el director del CPTM, López Negrete. Igual que la entrevista con Bloomberg, el alcalde de Nueva York. Es más, ni siquiera con el gobernador. Supongo existe un protocolo de pares. Por acá si eres CEO, te entrevistas con tu par el otro CEO: uno de estos personajes no recibe a un director, se lo refiere a su director. No entiendo la falta de pudor de este hombre. Ni formas, ni tiempos, ni tino.” Aquí tampoco entendemos. ¿Será por el contexto y el subtexto?
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