2012: La rebelión azul

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Más claro no puede estar para quienes saben cuál es la correlación de fuerzas en el PAN. Si la nominación presidencial, a través del voto de militantes y adherentes fuera hoy, el candidato del presidente Felipe Calderón, cualquiera que este fuera, sería ungido indiscutiblemente. “Tiene el control del partido”, dijeron dos panistas, uno cercano a él, y otro adversario. Por tanto, la única manera de romper el control presidencial sería abrir el proceso y permitir una votación abierta.

Más claro no puede ser. El jueves pasado se anunció que Ernesto Ruffo, ícono del partido por ser el primer panista en haber alcanzado una gubernatura –la de Baja California en 1989-, se sumaba al equipo de la diputada Josefina Vázquez Mota, la única mujer que aspira a la Presidencia, y el viernes, en una entrevista de radio, reveló lo que buscan: que el PAN modifique su método de selección de candidato y todos los mexicanos participen en la designación.

Gran apuesta la de Vázquez Mota. Al tener muy poca fuerza interna en el PAN, sus posibilidades de alcanzar la nominación son limitadas. En cambio, si se abriera la selección a no panistas, por la gran exposición mediática de que goza en el país, las expectativas de éxito en la pelea interna, se elevarían sustancialmente. El diagnóstico es correcto, pero el calendario electoral no le ayuda.

Si no se modifica la forma como el PAN haga la nominación presidencial, hoy en día no hay manera de derrotar al candidato oficial porque el control de la estructura nacional del partido la tiene el Presidente. “Lo he experimentado”, dijo un aspirante a la candidatura. “En donde quiera que voy, la única estructura que veo sólida es la de Calderón”. El Presidente ha ampliado y consolidado durante el sexenio hacia el interior del partido.

De acuerdo con documentos de trabajo del PAN, la forma como se ha incrementado el número adherentes en los últimos años –que a diferencia de los militantes “activos” no tienen compromiso alguno con el partido-, está relacionado con los procesos electorales. Por ejemplo, en el estado de México, en donde se concentra el mayor número de panistas en el país (9.2%), el incremento de adherentes hasta marzo pasado fue también de 9.2%. En Michoacán, quinta entidad en peso (4.6%), donde habrá elecciones para gobernador en noviembre y probablemente la hermana del Presidente, Luisa María Calderón sea la candidata, el aumento de adherentes fue de 35.9%.

La correlación de panistas se ha mantenido desde 2006, donde aproximadamente el 30% son activos y 70% adherentes. Más del 50% de la fuerza panista se concentra en nueve entidades, y algunos de ellos con recientes elecciones reflejan el aumento de adherentes, como en Veracruz, que es el segundo estado con más panistas (9.0%), que experimentó un salto de 18.2% en adherentes, o Puebla y Oaxaca, cuarto y sexto lugar de peso panista en el país (5.3 y 4.4%), donde el aumentos fueron de 31.3 y 40.3%.

La manera como el PAN elige candidato presidencial ya causó problemas en 2006, cuando se dieron ingresos súbitos de adherentes que dejaron sospechas sobre la legitimidad del proceso. Pero si aquella experiencia generó escándalo, el que se está acumulando con la inconformidad dentro de las élites del partido por la forma como se han acarreado adherentes, podría llegar, incluso, a la fractura.

Ruffo, en nombre de Vázquez Mota, perfiló la salida negociada de abrir la nominación al voto general, pero aceptarlo en Los Pinos sería claudicar a toda la ruta estratégica diseñada o aprobada por el Presidente. Según funcionarios panistas, está prácticamente descartado que se modifique el método de selección de candidato, pues no habría tiempo de cambiar los estatutos.

De acuerdo con panistas que han hecho la matemática de los votantes, el padrón nominal nacional –se esta revisando el nuevo- se ubica en un millón 700 mil personas, pero algunos creen que la cifra real puede estar por debajo del millón. La participación promedio para la designación presidencial es de 50%, con lo cual una votación de poco más de 250 mil panistas sería suficiente para elegir al candidato.

El problema con este mecanismo es que los adherentes desequilibran el proceso y pueden ser manipulados. Como se ha visto en la inclusión de adherentes en recientes procesos electorales, quien tenga mayor capacidad de movilización y recursos para inflar ese grupo, puede controlar la votación e inducir su candidato.

No hay duda que quien tiene más posibilidades de hacerlo es el presidente Calderón, quien más allá del discurso público de que mantendrá al margen del proceso de selección de candidato, se ha metido en él. Hace poco más de una semana reunió a más de mil 800 delegados federales en la ciudad de México, para pedirles que realicen una operación territorial. Es decir, a través de los programas que administran, buscarán generar clientelas electorales y lealtades políticas para la elección interna y la campaña presidencial.

Con los recursos a disposición del Presidente no hay nadie en el PAN con la capacidad de enfrentarlo realmente, lo que genera una asimetría de fuerzas entre el candidato oficial y aquellos que sin su respaldo busquen la nominación. El único camino, como pidió Ruffo, sería abrir el proceso, para romper el esquema y abrir la contienda verdaderamente.

Pero este camino no parece viable, ni posible, a menos que la rebelión azul crezca enfrentada con el Presidente, y lo obligue a él y al partido, a cambiar el método de selección de candidato y modificar las reglas de juego actuales.

Nota: En relación a la columna en este espacio “Los Fantasmas de Gordillo”, Francisco Yáñez, ex director de la Lotería Nacional, dijo que no está distanciado de la maestra Elba Esther Gordillo. La maestra, en nueva réplica, respondió: “Nunca ha estado más lejos de mí (como ahora)”.

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