Vivir hoy

Por Alejandra Rangel de Clariond Reyes Retana* / "El Norte"

Con qué palabras describir los fenómenos derivados de la violencia que imperan en el País, rebasados como estamos por los acontecimientos de una realidad que se presenta con una fuerza desconocida e impide nombrarla, definirla, y comprender los momentos de desamparo que se viven, esta casi indiferencia de cada día ante el número de muertos y las tragedias de las familias en las que los asesinatos y las desapariciones se presentan como parte de la cotidianidad.

¿Qué hicimos para llegar a esta cúspide de violencia y sufrimiento humano? O más bien ¿qué no hemos hecho en este país?

La falta de planeación y ejecución de las élites políticas revela la pérdida de rumbo sumida en el vacío de frases y discursos que muestra el fracaso donde las cosas empeoran a pesar de las expectativas y los intentos por ocultar los hechos. Lo que estamos viviendo es el olvido de años hacia los más vulnerables, hacia quienes no han tenido oportunidades en lo educativo, lo económico, en la calidad de vida, y hoy aparecen a través del crimen, la droga y la violencia.

No hemos despertado como nación, la solidaridad no existe y todavía hay quienes, instalados en su confort, siguen sin reconocer las desigualdades sociales, y tampoco desean hacerlo, bastaría mirar las condiciones de la mayoría de los estados en México para descubrir la destrucción del tejido social y de la convivencia humana, el aumento de la pobreza y la falta de bienestar, los salarios que en muchos casos no alcanzan a satisfacer las necesidades más inmediatas, de aquí la incorporación a la pobreza de 6 millones más de mexicanos, haciendo un total aproximado de 53 millones de pobres.

De nada sirve hablar de paz y valores, si al mismo tiempo no actuamos para transformar la realidad sostenida por las injusticias e inequidades. De nada sirve convocar a desarrollar cursos y debatir sobre la ética, si de fondo no se está dispuesto a modificar las circunstancias entre quienes todo tienen y los que carecen de lo elemental, y por ende repartir mejor la riqueza.

De nada le va a servir a Felipe Calderón molestarse y reclamar que es a los criminales a quienes deben dirigirse las quejas y no a su Gobierno; seguirá equivocado, pues fue él quien emprendió una guerra sin planeación y sin conocimiento, y lo más grave es que en estos momentos no puede interrumpirla, pues no hay opciones inmediatas.

Es ominoso que en tan sólo un día y en unas cuantas horas hayan muerto 15 personas en Nuevo León, nos quedamos pasmados, cada vez más confundidos en un laberinto que multiplica sus dificultades sin esperanzas.

Las fosas con los cadáveres encontrados en San Fernando, Tamaulipas, hablan de la descomposición de la sociedad, sin ningún escrúpulo las bandas criminales bajan a migrantes y viajeros de los autobuses para secuestrarlos, robarlos y terminar con ellos. Lo mismo ocurre con la tortura infligida a los jóvenes en Cuernavaca, entre ellos el hijo del poeta Javier Sicilia, a quien le hicieron explotar los pulmones para que la muerte fuera más dolorosa.

Hay analistas que señalan como posible causa de este odio y resentimiento social a la violencia intrafamiliar, a las experiencias vividas por estos jóvenes y adolescentes durante una infancia de rechazo, ultraje y agresiones, posiblemente reflejo de la vida de los padres. ¿De qué sirvieron las escuelas, los maestros que pudieron haber ayudado a estas familias, dónde quedaron las políticas públicas con sus programas de atención psicológica y de no discriminación?

¿Cómo encontrar la respuesta ante tanta destrucción? No es el momento de señalar culpables, pues ello no ayuda a pensar con claridad, pero el hecho es que el Estado se ha vuelto incapaz de actuar brindando seguridad a los ciudadanos, tampoco ha querido implementar medidas de combate a la corrupción vergonzante que caracteriza al País, no ha trabajado acerca de la autonomía del Poder Judicial ni ha depurado los cuerpos policiacos y controlado el lavado de dinero. Tampoco ha enfrentado a los monopolios ni impuesto el orden entre los grupos de televisión y telecomunicaciones. Falta un camino muy largo por recorrer antes de encontrar la luz en el túnel.

Como ciudadanos debemos presionar hacia la legislación de las drogas, posible solución ante tanta violencia, trabajar en el combate a la pobreza y la generación de empleos y oportunidades para los jóvenes, hacer las reformas históricas que México requiere y que nos mantienen en un rezago permanente.

Estamos obligados a un cambio de paradigma, crece el consenso sobre la necesidad de una visión integral que logre la transformación de los tiempos actuales, la sociedad debe hablar e indignarse, estamos en el límite del abismo, caminar por la calle es anticiparnos a los umbrales de la muerte y en medio de los ventarrones nos encontramos aprisionados por la violencia, jugándonos la vida a cada instante.

* Alejandra es Licenciada en Filosofía y Maestra en Metodología de la Ciencia. Profesora e Investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Cuenta con publicaciones en las áreas de literatura, cultura y análisis social. Estudiosa de temas de la Modernidad, Posmodernidad, y Desarrollo sociocultural. Es hija del Lic. Raúl Rangel Frías (ExGobernador de NL y, es cónyuge de Eugenio Canales Clariond uno de los principales Capitanes de la Industria Regiomontana. También fue funcionaria en el Área Cultural en la Administración Estatal del Lic. Natividad González Paras.)

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