Una distracción de Gustavo Madero

Rubén Cortés

Poco ayuda a su jefe la insistencia del líder panista Gustavo Madero en “la valentía” del Presidente por combatir a los “hijos de la fregada” en la guerra contra el crimen. La valentía es una actitud. Y al Presidente no se le juzga por su actitud, sino por su eficacia.

Es un desatino de Madero mencionar la valentía de Calderón como la cualidad por la cual la ciudadanía debe apoyarlo, pues nunca faltará el elector que le responda que es fácil ser valiente si uno es Presidente, va rodeado de escoltas y no anda por ahí “por esas calles”.

Muchos pueden considerar que valientes son los ciudadanos expuestos cada día a entrar a formar parte de las cifras de los “daños colaterales”, eufemismo usado para contabilizar los muertos inocentes de esta guerra, que suman 356 desde diciembre de 2006.

Y que en 2010 crecieron un 172,1 por ciento, según datos de la Fiscalía Federal, pues perdieron la vida 166 personas calificadas oficialmente como “víctimas o daños colaterales de enfrentamientos o agresiones”. En 2009 habían sido 61.

Lo que hay que juzgar en la decisión oficial de enfrentar al crimen organizado de la manera en que se hace no es “la valentía”, sino su efectividad para ejecutarla, garantizar la seguridad de la población y reducir el consumo.

Entonces poco vale lo que elogia Madero: los muertos van por 35 mil desde 2006 y el uso de drogas entre los jóvenes se duplicó en seis años: de 10.8 por ciento en 2003 a 18.3 por ciento en 2009.

Valiente serían quienes transitan los 358 kilómetros de la autopista Cuernavaca-Acapulco, famosa por asaltos, cadáveres arrojados por narcotraficantes, bloqueos carreteros y tipos que tiran piedras a los automovilistas para que se impacten contra los muros de contención.

Pareciera, pues, que retrocedimos y estamos leyendo el libro “Viaje a México”, escrito por la condesa Calderón de la Barca en 1839, en el cual aseguraba que “los caminos mexicanos eran los más peligrosos del mundo”.

¿Qué esta situación es antigua? Sí, desde que el hoy aliancista Diódoro Carrasco eliminó la Policía Federal de Caminos cuando era Secretario de Gobernación del Presidente Ernesto Zedillo en el año 2000. Sólo que ahora tampoco se ha hecho demasiado para cambiarla.

Mientras, la idea de algunos funcionarios es que quienes critican la estrategia contra la inseguridad en el país están a favor de los “hijos de la fregada”, lo cual termina siendo un argumento fascistoide al estilo de “conmigo o contra mí”.

La crítica es a favor de una autoridad eficaz, que garantice seguridad e impida que los criminales hagan y deshagan en las carreteras. Ahora, si es mucho pedir, esperemos al próximo gobierno. Al fin que no falta tanto.

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