Alejandro Zapata Perogordo
Desde hace décadas se han impulsado propuestas, nos hemos llenado de análisis, de reflexiones, hemos sobrediagnosticado al país, producto de foros, talleres, conferencias, congresos y demás, buscando la forma en que debe de transformarse el sistema político mexicano.
Tenemos cuando menos año y medio, en que el titular del poder ejecutivo federal presentó una iniciativa de reforma política, haciendo lo propio los grupos parlamentarios. Ahora se ha presentado a la consideración de las comisiones de Puntos Constitucionales, Estudios Legislativos y Reforma del Estado, un proyecto de dictamen que reforma la Constitución en temas que transforman la vida institucional del país.
¿A qué se refiere?, ¿es necesario?, ¿le interesa a la gente?
Estas interrogantes merecen una respuesta clara y concreta. Actualmente la eficacia no es la necesaria para el desarrollo nacional. Los diagnósticos expresados y la práctica acreditan fehacientemente el agotamiento del sistema presidencialista.
La realidad y los hechos nos han alcanzado, se deben ajustar los mecanismos para un mejor entendimiento entre poderes y de estos con la sociedad.
El documento en cuestión, cuenta con un piso mínimo de discusión, y los temas que han encontrado consenso se encierran en tres cajones de acuerdo a su impacto:
PODER EJECUTIVO PODER LEGISLATIVO CIUDADANOS
Veto al presupuesto Elección consecutiva Iniciativa ciudadana
de legisladores
de egresos y
reconducción
Iniciativa Preferente Ratificación de
Órganos reguladores Consulta Popular
(Cofetel, Cofeco y CRE)
Sustitución Presidencial Candidaturas
Independientes
Estos son los temas que hasta ahora tienen amplio consenso y no hay duda que con ellos, de entrada, se pueden lograr dos objetivos: Primero, la urgente necesidad de abrir el sistema político mexicano a los ciudadanos a través de formulas incluyentes, como las candidaturas independientes, la iniciativas ciudadanas y la consulta popular. Segundo: obligar al ejecutivo y legislativo a ponerse de acuerdo en el presupuesto, en la ratificación de los miembros de los órganos reguladores, entre otros temas. Para ello se requiere un diálogo constructivo, y con ello, otorgarle al sistema la funcionalidad de la que hoy carece, construyendo así mayorías estables, circunstancia que nos exige corresponsabilidad.
Faltan temas que aún no tienen el consenso necesario para avanzar y contar con viabilidad en su aprobación, sin embargo, aún se encuentran sobre la mesa.
La discusión comienza en términos formales, y sin duda dará mucho de qué hablar, lo que requiere México es que del debate se pase a los hechos.
Considero necesaria la adecuación del sistema, es indispensable, sin embargo, el debate no puede ser reducido únicamente al ámbito de lo político, este debe trascender también a la participación activa de la sociedad.
Desde hace décadas se han impulsado propuestas, nos hemos llenado de análisis, de reflexiones, hemos sobrediagnosticado al país, producto de foros, talleres, conferencias, congresos y demás, buscando la forma en que debe de transformarse el sistema político mexicano.
Tenemos cuando menos año y medio, en que el titular del poder ejecutivo federal presentó una iniciativa de reforma política, haciendo lo propio los grupos parlamentarios. Ahora se ha presentado a la consideración de las comisiones de Puntos Constitucionales, Estudios Legislativos y Reforma del Estado, un proyecto de dictamen que reforma la Constitución en temas que transforman la vida institucional del país.
¿A qué se refiere?, ¿es necesario?, ¿le interesa a la gente?
Estas interrogantes merecen una respuesta clara y concreta. Actualmente la eficacia no es la necesaria para el desarrollo nacional. Los diagnósticos expresados y la práctica acreditan fehacientemente el agotamiento del sistema presidencialista.
La realidad y los hechos nos han alcanzado, se deben ajustar los mecanismos para un mejor entendimiento entre poderes y de estos con la sociedad.
El documento en cuestión, cuenta con un piso mínimo de discusión, y los temas que han encontrado consenso se encierran en tres cajones de acuerdo a su impacto:
PODER EJECUTIVO PODER LEGISLATIVO CIUDADANOS
Veto al presupuesto Elección consecutiva Iniciativa ciudadana
de legisladores
de egresos y
reconducción
Iniciativa Preferente Ratificación de
Órganos reguladores Consulta Popular
(Cofetel, Cofeco y CRE)
Sustitución Presidencial Candidaturas
Independientes
Estos son los temas que hasta ahora tienen amplio consenso y no hay duda que con ellos, de entrada, se pueden lograr dos objetivos: Primero, la urgente necesidad de abrir el sistema político mexicano a los ciudadanos a través de formulas incluyentes, como las candidaturas independientes, la iniciativas ciudadanas y la consulta popular. Segundo: obligar al ejecutivo y legislativo a ponerse de acuerdo en el presupuesto, en la ratificación de los miembros de los órganos reguladores, entre otros temas. Para ello se requiere un diálogo constructivo, y con ello, otorgarle al sistema la funcionalidad de la que hoy carece, construyendo así mayorías estables, circunstancia que nos exige corresponsabilidad.
Faltan temas que aún no tienen el consenso necesario para avanzar y contar con viabilidad en su aprobación, sin embargo, aún se encuentran sobre la mesa.
La discusión comienza en términos formales, y sin duda dará mucho de qué hablar, lo que requiere México es que del debate se pase a los hechos.
Considero necesaria la adecuación del sistema, es indispensable, sin embargo, el debate no puede ser reducido únicamente al ámbito de lo político, este debe trascender también a la participación activa de la sociedad.
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