Procuradores van, procuradores vienen

Martha Anaya / Crónica de Política

Procuradores van, procuradores vienen…, procuradores salen, procuradores entran. Y lo genial es que de todos se dice lo mismo, tanto cuando llegan como cuando se van: que son serios, íntegros, conocedores de su materia, que son lo que el país necesita en ese momento…; o bien, que su desempeño fue magnífico, que cumplieron como profesionales que son, que la patria les está agradecida, etcétera, etcétera.

Y uno se queda patidifuso. Porque si son y fueron todo ello que nos cuentan, ¿por qué se van o por qué los quitan? Y además, a velocidad de rehilete en pleno vendaval.

¿Será que los Presidentes de la República han enloquecido?

No voy a entrar al cambiadero en los gabinetes completos de los últimos sexenios porque la lista es enorme. Veamos tan sólo lo que ha pasado en la Procuraduría General de la República en los últimos cuatro gobiernos, dos del PRI y dos del PAN.

Sí, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) se lleva las palmas. Después de la tranquilidad del sexenio de Miguel de la Madrid –en el que Sergio García Ramírez fue el abogado de la nación durante los seis años–, el de Agualeguas nos propinó nada menos que cinco procuradores generales durante su mandato:

En la truculenta etapa salinista, abrió la puerta de la PGR el jalisciense Enrique Álvarez del Castillo, quien abandonó por problemas de salud. Le siguió Ignacio Morales Lechuga a quien le estallaron –literalmente—dos fuertes conflictos: uno con Pemex (luego del estallido de ductos de gas en Guadalajara) y otro con los militares (un enfrentamiento entre miembros del ejército y agentes de la PGR en Tlalixcoyan, Veracruz).

Le siguió en turno Jorge Carpizo. Le tocó nada menos que el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo (recuérdese su nintendo para explicarnos aquello del fuego cruzado en el aeropuerto de Guadalajara). Le sucedió en el cargo Diego Valadés, quien apenas sentándose en la silla enfrentó el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio y fue removido. Y para cerrar el sexenio de Salinas, apenas unos meses, se nombró a Humberto Benítez Treviño.

Ernesto Zedillo (1994-2000) asombró a no pocos al abrir las puertas de la Procuraduría General de la República a un panista: Antonio Lozano Gracia (a propuesta de Diego Fernández de Cevallos, quien declinó la posición). Con Lozano en la PGR vivimos uno de los episodios de novela más ridículos durante la investigación del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu: el de la Paca, la médium, y el desentierro de la supuesta osamenta del diputado Manuel Muñoz Rocha. El ridículo –nacional e internacional– fue monumental. Hizo sus maletas y se fue. Jorge Madrazo Cuéllar se convirtió en el fiscal general hasta el final del sexenio.

Vicente Fox (2000-2006) también innovó en su primer nombramiento en la PGR. Por vez primera, un militar ocupó esa posición: el general Rafael Macedo de la Concha. Se mantuvo bien hasta se vio envuelto en el caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Ante la decisión de Fox de recular a medio camino, Macedo renunció. Terminó el sexenio, sin pena ni gloria, Daniel Cabeza de Vaca.

En lo que va de este sexenio, el de Felipe Calderón, vamos en el tercer procurador general. Comenzó, recordarán, Eduardo Medina Chávez. Su salida se atribuye a su negativa a utilizar a la PGR en contra de priistas por motivos electorales y a sus desencuentros con el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Le sucedió Arturo Chávez Chávez, figura gris ante el problemón que produce la guerra contra el narcotráfico.

Y ahora, la primera mujer en ocupar la silla de la Procuraduría General de la República: Maricela Morales. Personaje con un curriculum interesante y controvertido: ha visto casos como el del cardenal Posadas, el del general Gutiérrez Rebollo, el de Enrique Salinas de Gortari; como también ha tenido que ver con el desafuero de López Obrador, el “michoacanazo” y el de Gregorio Sánchez en Quintana Roo.

Maruicela Morales no sólo tendrá que enfrentar lo que a la PGR corresponde en lo tocante a la delincuencia organizada y las elecciones del 2012, sino que llega a una institución en pleno desastre interno pues las cuatro áreas más importantes de la PGR están bajo investigación.

A ver cuánto dura.

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