Los halcones del Congreso quieren intervención

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

El ingrediente adicional con el que el presidente de la República, Felipe Calderón, y los otros contendientes a sucederlo deberán resolver para transitar por sus precampañas y campañas, refiere directamente a la intención de los halcones del Congreso estadounidense de intervenir en México o, al menos, incidir abiertamente y sin rubor alguno en las decisiones políticas mexicanas que tengan que ver con su seguridad nacional.

Le explicación única, sencilla e incontrovertible a esa intervención está en una investigación periodística publicada en The Observer, de Londres, referida por un lector. En ella se concluye: “Después del caso Wachovia, nadie en la comunidad de regulaciones económicas se sentó conmigo y me preguntó ' ¿Qué pasó?' o ' ¿Qué podemos hacer para evitar que esto suceda a otros bancos?' No están interesados. Son las mismas personas que critican a los denunciantes, y es una posición que la autoridad de servicios financieros [británicos] adoptó luego del asesoramiento jurídico: se nos informa que la confidencialidad de la banca y los banqueros tiene primacía sobre la ley de divulgación de información pública. Así es como funcionan las prioridades: primero la secrecía bancaria, el interés público en segundo lugar.

“En cuanto a la industria de las drogas, ésta tiene dos productos en abundancia: dinero y sufrimiento. Por un lado tienes enriquecimiento y enormes beneficios. Por el otro, muerte, miseria y sufrimiento masivo. No se puede separar una de la otra.

“Lo ocurrido con el banco Wachovia es sintomático del fracaso de todo el sistema regulatorio para aplicar el control adecuado y la gestión del riesgo idónea que habría evitado no sólo el blanqueo de dinero ensangrentado, sino también la crisis mundial”.

Como lo señala otro lector, esa actitud de noble servicio por parte de las instituciones bancarias no es ninguna novedad, sólo confirma lo que se ha denunciado sin éxito alguno durante los últimos cinco años, en el sentido de que los bancos son los grandes y eficientes lavadores del dinero, por lo que nadie quiere que ese negocio se acabe…. Dicen que representa 500 mil millones de dólares anuales, así que pa’que tanto brinco estando el suelo tan parejo; por eso tampoco legalizan las drogas, por eso tampoco les interesa evitar su trasiego hacia Estados Unidos, ni el de armas a México, porque protegen el negocio, al mismo tiempo que fomentan, facilitan la creación de un Estado fallido, gracias a lo cual podrán imponer a este país sus condiciones, las que sean.

Es el contexto en el que funcionarios públicos estadounidenses vierten declaraciones, con el propósito de sensibilizar a la opinión pública de ambos lados de la frontera, pues no sea que la presencia de los marines se convierta en necesidad.

David Brooks, corresponsal de La Jornada, reporta que el almirante James Winnefeld, jefe del Comando Norte de Estados Unidos (Northcom), sostiene que el crimen organizado mexicano es, por ingresos y armamento disponibles, una de las diez fuerzas armadas más grandes del mundo; por su lado, el director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller, afirmó que a pesar de los esfuerzos del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, el incremento de homicidios indica que continúa una 'violencia extrema' que afecta ya a Estados Unidos.

En comparecencias ante el Congreso, el primero sostiene que al considerar que son 40 mil millones de dólares los que se transfieren de Estados Unidos a México en beneficio de estas organizaciones del crimen, y que aunque no son fuerzas militares regulares, si esos ingresos se comparan con los de las fuerzas militares de las principales naciones, los cárteles mexicanos ocuparían uno de los primeros diez lugares. Concluye que son una amenaza financiada por la demanda de droga de los consumidores estadounidenses.

Por su parte, Robert Mueller sostuvo, ante el Comité Judicial del Senado, que la violencia extrema en la frontera sur de su país continua impactando, como se manifestó en las ejecuciones en marzo de 2010 de empleados del consulado estadunidense en Juárez, y la agresión durante febrero último contra dos agentes de Inmigración y Aduanas en San Luis Potosí.

La cereza en el pastel fue colocada por el congresista republicano Michael McCaul, quien introdujo una propuesta de ley en la Cámara de Representantes para que seis cárteles mexicanos sean incluidos en la Lista de Organizaciones Terroristas Extranjeras de Estados Unidos. Se refiere a los Arellano Félix, Los Zetas, los Beltrán Leyva, de la Familia Michoacana, de Sinaloa y del Golfo.

Dadas las cifras vertidas, interesa etiquetar a los cárteles mexicanos como grupos terroristas, porque eso permitiría a Estados Unidos limitar sus intereses financieros (por no decir abiertamente confiscar), de propiedades y viajes de estos grupos, así como endurecer las penas para quienes cooperen con ellos. Según el congresista, éstos “se han hecho con el control de buena parte del norte de México y esto ha provocado un desborde del crimen que ha resultado en el abandono de propiedades y la pérdida de seguridad en el lado estadounidense de la frontera”.

El origen de esta reflexión está en el inicio de la investigación de The Observer: “El 10 de abril de 2006, un DC-9 aterrizó en Ciudad del Carmen, en el Golfo de México, al mismo tiempo que el sol se ocultaba. Soldados mexicanos, a la espera de interceptarla, encontraron 128 cajas repletas de 5.7 toneladas de cocaína, valorada en 100 millones de dólares. Pero algo más importante y de mayor alcance fue descubierto en el rastro de papel dejado detrás de la compra del avión por el cártel de Sinaloa.

“Durante una investigación de 22 meses por agentes de la DEA, el servicio de impuestos internos y otros, se puso de manifiesto que los contrabandistas de cocaína habían comprado el avión con el dinero blanqueado para ellos a través de uno de los mayores bancos en Estados Unidos: Wachovia, ahora parte del conglomerado de Wells Fargo.

“Las autoridades descubrieron miles de millones de dólares en transferencias, cheques de viajero y envíos de dinero a través de intercambios mexicanos en cuentas de Wachovia, puesto bajo investigación inmediata por no mantener un programa eficaz contra el blanqueo de dinero. De especial importancia es que comenzó el período de que se trata esta investigación en 2004, año que coincide con la primera escalada de violencia en la frontera México-Estados Unidos, cuando inició la guerra actual de drogas”.

Ahora ya sabemos a quién la sacan las castañas del fuego nuestros muertos.

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