Raúl Trejo Delarbre / Sociedad y poder
Las telecomunicaciones ofrecen un escenario repleto de litigios, en donde dominan intereses particulares y nadie reivindica el interés público. El gobierno asiste, hasta ahora pasmado, a conflictos señalados por las mentiras, la acumulación de privilegios y la manipulación propagandística.
1. El enfrentamiento de las televisoras con el Grupo Carso rompió viejas alianzas y, sobre todo, la línea divisoria que antaño guardaban las empresas de televisión y de telefonía. Los cotos que habían creado, no han sido auténticos mercados sino territorios de acaparamiento que desembocan en tarifas muy altas tanto en la televisión de paga como en algunos de los servicios de telefonía, especialmente las conexiones a Internet.
Las televisoras, de la misma manera que Telcel y Telmex, desde hace varios años han procurado construirse una imagen magnánima. Las empresas del Grupo Carso lo hacen con estilo por lo general discreto, con acciones como las becas Telmex. Las televisoras, en cambio, han querido hacer del altruismo un espectáculo que se añade a otras expresiones del show business.
Ahora, uno de los rasgos destacados del enfrentamiento entre Televisa y Azteca por un lado, y el Grupo Carso por el otro, es la búsqueda del reconocimiento entre los ciudadanos. También en esa pugna la forma se imbrica con el fondo. Los anuncios que difunden las televisoras en contra de Telmex y Telcel son expresiones de burda aunque, por machacona, importante manipulación. Las empresas de la familia Slim ofrecen respuestas débiles, con un modesto perfil propagandístico en comparación con el uso que Televisa y Azteca hacen de sus frecuencias concesionadas. La propaganda de Telmex está anclada en datos de tarifas que no convencen a muchos ciudadanos porque, dígase lo que se diga, la telefonía en México es más cara que en otros países.
2. Telmex dio un paso adelante en ese enfrentamiento al anunciar paquetes para contratar, conjuntamente, servicios de telefonía doméstica y la televisión satelital que ofrece Dish, la empresa de las parabólicas rojas propiedad del grupo MVS. El acuerdo inicial para que los suscriptores de Telmex pudieran cargar al recibo telefónico la renta de la televisión por satélite se amplió para, ahora, vender juntos tales servicios. En rigor, Telmex no quebranta el título de concesión que le impide distribuir televisión a través del cableado telefónico. Pero es claro que esa oferta de servicios compite con las tarifas, mucho más altas, de Cablevisión y Sky –empresas, ambas, del consorcio Televisa–.
3. El acuerdo entre Dish y Telmex ha propiciado una previsible pero no por ello justificada reacción de Televisión Azteca. Confirmando que ahora los intereses de Televisa son compartidos por las empresas de Ricardo Salinas Pliego, la televisora del Ajusco retiró de sus pantallas la publicidad del sistema de televisión satelital de MVS. Pero además, en una sorprendente decisión, la Procuraduría Federal del Consumidor inició una acción judicial para anular los contratos que Dish establece con sus suscriptores. La Profeco (cuyo titular, casualmente, fue reemplazado el día de ayer) informa en su sitio en Internet que este año ha recibido 4690 quejas contra Dish, de las cuales se ha resuelto el 95%. Las quejas contra Sky han sido menos (1022) pero el porcentaje de conciliación es de 86%. La información sobre la empresa satelital de Televisa, por cierto, es muy difícil de localizar en el sitio de la Profeco.
4. La propuesta de MVS para utilizar la banda de 2.5 Gigahertz resulta imaginativa, interesante y provocadora. Se trata del segmento de espectro radioeléctrico que ha estado concesionado a MVS pero que esta empresa no ha utilizado plenamente. Aprovechado inicialmente para transmitir televisión de paga que era recibida en las antiguas antenas de Multivisión, esa banda adquirió más valor en los años recientes porque permite difundir señales de Internet inalámbrica de nueva generación.
El empleo de esa banda le fue otorgado a MVS en varias concesiones, algunas de las cuales dicha empresa no renovó a tiempo. Ahora, en vez de pretender que se las refrenden sin más, MVS propone aliarse con tres empresas de capital trasnacional para crear un consorcio que ofrecería la infraestructura para hacer de la 2.5 una banda de alta velocidad para Internet móvil.
A diferencia de otros operadores que solamente han pretendido que les asignen frecuencias sin ofrecer compromisos públicos en materia de calidad y precios, MVS dice que la velocidad de esas conexiones a Internet sería 20 veces mayor a las que ahora tenemos en México y por la mitad del precio que pagamos.
La propuesta de MVS encontrará obstáculos, sobre todo por los intereses que afecta en otros consorcios (aunque, significativamente, las empresas del Grupo Carso no han puesto reparos, al menos de manera pública, a ese proyecto que competiría con los servicios que ofrecen ahora). Sin embargo el compromiso que hace para mejorar calidad y precios sería difícil de rechazar de cara al interés de los consumidores.
5. Televisa, en tanto, adquiere cada vez más presencia en el mercado de la televisión por cable. Ahora anuncia que comprará todas las acciones de Cablemás, que ofrece tales servicios en muy diversos estados (Campeche, Chihuahua, Guerrero, Morelos, Quintana Roo y Veracruz, entre otros). De esa empresa, Televisa ya era propietaria del 58%. La Comisión Federal de Competencia, tan celosa como ha sido para impedir que Telmex crezca en los servicios de telecomunicaciones, ha respaldado esa operación en vez de acotar la expansión de Televisa que confirma su carácter monopólico en los servicios de televisión.
6. Televisa, además, comprará la mitad de Iusacell. Metida desde hace tiempo en problemas financieros, esa empresa de Ricardo Salinas Pliego ha estado sumergida en un mar de reclamos y deudas. La decisión de Televisa para salir al rescate de dicha telefónica, que forma parte del grupo que es propietario de Televisión Azteca, tiene implicaciones más allá de la telefonía celular.
Al anunciar el propósito de comprar las acciones suficientes de Iusacell para determinar sus decisiones de negocios, Televisa confirma el enorme interés que tiene por la telefonía. El abandono de la alianza con Nextel para manejar la banda que obtuvieron con la muy discutida Licitación 21 no se debió a limitaciones financieras sino al desprestigio que esa concesión les acarreó a ambas empresas.
La inversión en Iusacell ahora tiene que ser examinada por la autoridad en materia de competencia. La Cofeco tendría que tomar en cuenta el espectro radioeléctrico que ya controla Televisa gracias a los 321 canales de televisión que se encuentran en sus manos. No sería admisible que la autoridad considerase que las frecuencias concesionadas a Televisa son solamente para televisión y que la banda ancha controlada por Iusacell y su filial Unefón sirven nada más para telefonía. La convergencia tecnológica permite usos similares de todas esas bandas, así que cualquier estimación de la concentración de espectro radioeléctrico tiene que considerar las frecuencias de televisión y telefonía disponibles para cada consorcio.
La inversión en Iusacell – Unefón además significa la asociación de Televisa y TV Azteca para profundizar juntos su presencia en el mercado de las telecomunicaciones. El duopolio sería monopolio.
7. La creación de dos grandes bloques modelará el escenario de las telecomunicaciones para las siguientes décadas en México. Eso significa que de las recomposiciones, inversiones y alianzas de las corporaciones mediáticas dependerá la situación en México de ese entorno fundamental que se conoce como sociedad de la información.
La ausencia de discusión sobre estos temas, que suelen quedar reducidos a dimes y diretes en las columnas financieras, es sumamente grave. Lo es todavía más el pasmo que padecen las autoridades en materia de competencia y de telecomunicaciones, pero antes que nada el presidente de la República.
A menos que de pronto recuerde que tiene en sus manos la conducción del Estado, el gobierno permanecerá estupefacto ante ese desplante de poder de Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego. Quizá, incluso, en Los Pinos y en los circuitos alrededor de la casa presidencial haya quienes crean, con irremediable voluntarismo, que al autorizar la inversión de Televisa en Iusacell se granjearán el respaldo electoral de las televisoras. Qué ingenuidad.
Las telecomunicaciones ofrecen un escenario repleto de litigios, en donde dominan intereses particulares y nadie reivindica el interés público. El gobierno asiste, hasta ahora pasmado, a conflictos señalados por las mentiras, la acumulación de privilegios y la manipulación propagandística.
1. El enfrentamiento de las televisoras con el Grupo Carso rompió viejas alianzas y, sobre todo, la línea divisoria que antaño guardaban las empresas de televisión y de telefonía. Los cotos que habían creado, no han sido auténticos mercados sino territorios de acaparamiento que desembocan en tarifas muy altas tanto en la televisión de paga como en algunos de los servicios de telefonía, especialmente las conexiones a Internet.
Las televisoras, de la misma manera que Telcel y Telmex, desde hace varios años han procurado construirse una imagen magnánima. Las empresas del Grupo Carso lo hacen con estilo por lo general discreto, con acciones como las becas Telmex. Las televisoras, en cambio, han querido hacer del altruismo un espectáculo que se añade a otras expresiones del show business.
Ahora, uno de los rasgos destacados del enfrentamiento entre Televisa y Azteca por un lado, y el Grupo Carso por el otro, es la búsqueda del reconocimiento entre los ciudadanos. También en esa pugna la forma se imbrica con el fondo. Los anuncios que difunden las televisoras en contra de Telmex y Telcel son expresiones de burda aunque, por machacona, importante manipulación. Las empresas de la familia Slim ofrecen respuestas débiles, con un modesto perfil propagandístico en comparación con el uso que Televisa y Azteca hacen de sus frecuencias concesionadas. La propaganda de Telmex está anclada en datos de tarifas que no convencen a muchos ciudadanos porque, dígase lo que se diga, la telefonía en México es más cara que en otros países.
2. Telmex dio un paso adelante en ese enfrentamiento al anunciar paquetes para contratar, conjuntamente, servicios de telefonía doméstica y la televisión satelital que ofrece Dish, la empresa de las parabólicas rojas propiedad del grupo MVS. El acuerdo inicial para que los suscriptores de Telmex pudieran cargar al recibo telefónico la renta de la televisión por satélite se amplió para, ahora, vender juntos tales servicios. En rigor, Telmex no quebranta el título de concesión que le impide distribuir televisión a través del cableado telefónico. Pero es claro que esa oferta de servicios compite con las tarifas, mucho más altas, de Cablevisión y Sky –empresas, ambas, del consorcio Televisa–.
3. El acuerdo entre Dish y Telmex ha propiciado una previsible pero no por ello justificada reacción de Televisión Azteca. Confirmando que ahora los intereses de Televisa son compartidos por las empresas de Ricardo Salinas Pliego, la televisora del Ajusco retiró de sus pantallas la publicidad del sistema de televisión satelital de MVS. Pero además, en una sorprendente decisión, la Procuraduría Federal del Consumidor inició una acción judicial para anular los contratos que Dish establece con sus suscriptores. La Profeco (cuyo titular, casualmente, fue reemplazado el día de ayer) informa en su sitio en Internet que este año ha recibido 4690 quejas contra Dish, de las cuales se ha resuelto el 95%. Las quejas contra Sky han sido menos (1022) pero el porcentaje de conciliación es de 86%. La información sobre la empresa satelital de Televisa, por cierto, es muy difícil de localizar en el sitio de la Profeco.
4. La propuesta de MVS para utilizar la banda de 2.5 Gigahertz resulta imaginativa, interesante y provocadora. Se trata del segmento de espectro radioeléctrico que ha estado concesionado a MVS pero que esta empresa no ha utilizado plenamente. Aprovechado inicialmente para transmitir televisión de paga que era recibida en las antiguas antenas de Multivisión, esa banda adquirió más valor en los años recientes porque permite difundir señales de Internet inalámbrica de nueva generación.
El empleo de esa banda le fue otorgado a MVS en varias concesiones, algunas de las cuales dicha empresa no renovó a tiempo. Ahora, en vez de pretender que se las refrenden sin más, MVS propone aliarse con tres empresas de capital trasnacional para crear un consorcio que ofrecería la infraestructura para hacer de la 2.5 una banda de alta velocidad para Internet móvil.
A diferencia de otros operadores que solamente han pretendido que les asignen frecuencias sin ofrecer compromisos públicos en materia de calidad y precios, MVS dice que la velocidad de esas conexiones a Internet sería 20 veces mayor a las que ahora tenemos en México y por la mitad del precio que pagamos.
La propuesta de MVS encontrará obstáculos, sobre todo por los intereses que afecta en otros consorcios (aunque, significativamente, las empresas del Grupo Carso no han puesto reparos, al menos de manera pública, a ese proyecto que competiría con los servicios que ofrecen ahora). Sin embargo el compromiso que hace para mejorar calidad y precios sería difícil de rechazar de cara al interés de los consumidores.
5. Televisa, en tanto, adquiere cada vez más presencia en el mercado de la televisión por cable. Ahora anuncia que comprará todas las acciones de Cablemás, que ofrece tales servicios en muy diversos estados (Campeche, Chihuahua, Guerrero, Morelos, Quintana Roo y Veracruz, entre otros). De esa empresa, Televisa ya era propietaria del 58%. La Comisión Federal de Competencia, tan celosa como ha sido para impedir que Telmex crezca en los servicios de telecomunicaciones, ha respaldado esa operación en vez de acotar la expansión de Televisa que confirma su carácter monopólico en los servicios de televisión.
6. Televisa, además, comprará la mitad de Iusacell. Metida desde hace tiempo en problemas financieros, esa empresa de Ricardo Salinas Pliego ha estado sumergida en un mar de reclamos y deudas. La decisión de Televisa para salir al rescate de dicha telefónica, que forma parte del grupo que es propietario de Televisión Azteca, tiene implicaciones más allá de la telefonía celular.
Al anunciar el propósito de comprar las acciones suficientes de Iusacell para determinar sus decisiones de negocios, Televisa confirma el enorme interés que tiene por la telefonía. El abandono de la alianza con Nextel para manejar la banda que obtuvieron con la muy discutida Licitación 21 no se debió a limitaciones financieras sino al desprestigio que esa concesión les acarreó a ambas empresas.
La inversión en Iusacell ahora tiene que ser examinada por la autoridad en materia de competencia. La Cofeco tendría que tomar en cuenta el espectro radioeléctrico que ya controla Televisa gracias a los 321 canales de televisión que se encuentran en sus manos. No sería admisible que la autoridad considerase que las frecuencias concesionadas a Televisa son solamente para televisión y que la banda ancha controlada por Iusacell y su filial Unefón sirven nada más para telefonía. La convergencia tecnológica permite usos similares de todas esas bandas, así que cualquier estimación de la concentración de espectro radioeléctrico tiene que considerar las frecuencias de televisión y telefonía disponibles para cada consorcio.
La inversión en Iusacell – Unefón además significa la asociación de Televisa y TV Azteca para profundizar juntos su presencia en el mercado de las telecomunicaciones. El duopolio sería monopolio.
7. La creación de dos grandes bloques modelará el escenario de las telecomunicaciones para las siguientes décadas en México. Eso significa que de las recomposiciones, inversiones y alianzas de las corporaciones mediáticas dependerá la situación en México de ese entorno fundamental que se conoce como sociedad de la información.
La ausencia de discusión sobre estos temas, que suelen quedar reducidos a dimes y diretes en las columnas financieras, es sumamente grave. Lo es todavía más el pasmo que padecen las autoridades en materia de competencia y de telecomunicaciones, pero antes que nada el presidente de la República.
A menos que de pronto recuerde que tiene en sus manos la conducción del Estado, el gobierno permanecerá estupefacto ante ese desplante de poder de Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego. Quizá, incluso, en Los Pinos y en los circuitos alrededor de la casa presidencial haya quienes crean, con irremediable voluntarismo, que al autorizar la inversión de Televisa en Iusacell se granjearán el respaldo electoral de las televisoras. Qué ingenuidad.
Comentarios