José Gil Olmos
Nunca habían marchado tantos y, para muchos, esta manifestación será recordada como la más importante del estado por la cantidad de personas –unas 35 mil, según los organizadores--, y por la unidad que se logró en la protesta.
Fueron dos kilómetros los que ocuparon mientras marcharon de blanco y, al final de la jornada, en pleno zócalo cuernavaquense, gritaron: “No más sangre”, mientras que el poeta Javier Sicilia anunciaba que se quedaría en plantón hasta el 13 de abril, fecha límite para que el presidente Felipe Calderón o el gobernador Marco Antonio Adame presenten a los culpables del multihomicidio en que perdió la vida su hijo Juan Francisco, de apenas 24 años.
“Si no pueden, renuncien”, parafraseó Sicilia a Alejandro Martí, dirigiéndose a Calderón, al gobernador Adame, a su equipo de gobierno y a los legisladores, exigiéndoles una pronta respuesta al “infierno” que vive la entidad y el país con la violencia derivada de la lucha contra el narcotráfico.
El dolor fue una constante entre los asistentes.
En un momento, cuando un joven amigo de los siete muertos en Temixco, entre los que se encontraba el hijo del escritor, le dedicó una canción diciendo que no los olvidaría, Sicilia no aguantó y rompió en llanto frente a los miles de morelenses y de otros estados que marcharon juntos por tres horas.
Aún con la huella del llanto, el poeta dijo frente a palacio de gobierno:
“Lo vuelvo a repetir, lo dije frente al cuartel militar. No podemos permitir que ni un niño ni un muchacho más mueran; no son bajas colaterales, no son números, eran vidas que cegaron. El Ejército nos debe devolver la dignidad y la confianza a este país. No queremos verles fuera de sus cuarteles. Y a los políticos les repito: Si no pueden, váyanse, pero hay que asegurarse que se vayan porque cuando uno manda a chingar a su madre a alguien, hay que asegurarse”.
Gritos de “¡que renuncien, que renuncien!” lo secundaron y, ante esta reacción, corrigió: “No hay que pedir la renuncia de Calderón porque si se va no pasa nada y todo estará peor, mejor hay que decirle que le cumpla a la ciudadanía”.
Durante las tres horas que duró la marcha, Sicilia hizo dos paradas y leyó un par de textos. En la primera, frente a las instalaciones del cuartel de la 24 Región Militar, el escritor se trepó a una combi que llevaba el sonido y aclaró:
“No soy solo yo, somos miles los que estamos aquí por nuestros muertos que llevamos en nuestras espaldas y que ahora tienen un rostro. Estamos aquí manifestándonos para que no haya un muerto mas, ni un joven más envilecido”, aclaró.
“Hay que salir, hay que volver a las calles”, dijo a los manifestantes antes de leer un texto en el que le pidió a las Fuerzas Armadas regresar a sus cuarteles, que recuperen sus propios códigos de honor, y no calificar de “bajas colaterales” a los muertos en esta guerra contra el narcotráfico.
“Devuélvanle a la gente la confianza a la gente y respeten los derechos humanos”, convocó Sicilia a los militares.
Más adelante, hizo la segunda parada frente a las oficinas de la Procuraduría de Justicia del Estado, y ahí recordó que su titular, Pedro Luis Benítez, le dijo que ya tenían identificados a dos responsables y que podrían ser policías o militares, ante lo cual cuestionó por qué no los han detenido.
Los gritos de “ni un muerto más” se repitieron todo el camino hasta llegar al zócalo, donde ya aguardaban cientos de personas.
Hasta ahí llegaron habitantes de Ciudad Juárez, Chihuahua; Acapulco, Guerrero, Sonora y de otras entidades, a exponer sus casos de asesinatos, desapariciones y vejaciones en medio de una guerra que ya contabiliza, oficialmente, unos 35 mil muertos.
Los organizadores dijeron que habían protestado en 32 ciudades de todo el país, destacando que se trata de la primera manifestación a escala nacional en contra de las consecuencias que ha traído la guerra contra el narcotráfico.
También se reportaron expresiones de solidaridad en Barcelona, Buenos Aires, París, Nueva York, Ámsterdam, La Haya, Santiago de Chile, Toronto, Vancouver, Copenhague y otras ciudades de Europa y Estados Unidos.
“Nuestra juventud corre peligro, no podemos permitir otro asesinato, no hablo de fatalidad, sino de lo que hemos construido con la corrupción y la impunidad. Es tiempo de que los jóvenes se manifiesten, que se adueñen del presente”, pidió Sicilia casi al final del evento.
Dijo que se quedaría en plantón permanente hasta el 13 de abril y pidió a todas las organizaciones sociales del país que durante estos días conviertan el zócalo de Cuernavaca en un foro, que se discuta la formación de un movimiento nacional y que de aquí salgan los primeros pasos a seguir para poner fin a la violencia.
Informó que se abriría una cuenta de twitter: @mxhastala madre para que se comuniquen todos los interesados, y anunció que si no hay respuesta para ese el próximo día 13, entonces convocará a una marcha nacional en la Ciudad de México porque, aseveró, “nos han convertido en hombres sagrados y desnudos, expuestos a la irracionalidad de los criminales”.
“No están solos”, retumbó en el zócalo una vez que terminaron los cinco minutos de silencio propuestos por el poeta que, como cada articulo que escribe en Proceso, terminó con su frase clásica: “Además yo opino que hay que devolverle la dignidad a este país. ¡Ni un asesinato más a un joven y a un niño!”.
Nunca habían marchado tantos y, para muchos, esta manifestación será recordada como la más importante del estado por la cantidad de personas –unas 35 mil, según los organizadores--, y por la unidad que se logró en la protesta.
Fueron dos kilómetros los que ocuparon mientras marcharon de blanco y, al final de la jornada, en pleno zócalo cuernavaquense, gritaron: “No más sangre”, mientras que el poeta Javier Sicilia anunciaba que se quedaría en plantón hasta el 13 de abril, fecha límite para que el presidente Felipe Calderón o el gobernador Marco Antonio Adame presenten a los culpables del multihomicidio en que perdió la vida su hijo Juan Francisco, de apenas 24 años.
“Si no pueden, renuncien”, parafraseó Sicilia a Alejandro Martí, dirigiéndose a Calderón, al gobernador Adame, a su equipo de gobierno y a los legisladores, exigiéndoles una pronta respuesta al “infierno” que vive la entidad y el país con la violencia derivada de la lucha contra el narcotráfico.
El dolor fue una constante entre los asistentes.
En un momento, cuando un joven amigo de los siete muertos en Temixco, entre los que se encontraba el hijo del escritor, le dedicó una canción diciendo que no los olvidaría, Sicilia no aguantó y rompió en llanto frente a los miles de morelenses y de otros estados que marcharon juntos por tres horas.
Aún con la huella del llanto, el poeta dijo frente a palacio de gobierno:
“Lo vuelvo a repetir, lo dije frente al cuartel militar. No podemos permitir que ni un niño ni un muchacho más mueran; no son bajas colaterales, no son números, eran vidas que cegaron. El Ejército nos debe devolver la dignidad y la confianza a este país. No queremos verles fuera de sus cuarteles. Y a los políticos les repito: Si no pueden, váyanse, pero hay que asegurarse que se vayan porque cuando uno manda a chingar a su madre a alguien, hay que asegurarse”.
Gritos de “¡que renuncien, que renuncien!” lo secundaron y, ante esta reacción, corrigió: “No hay que pedir la renuncia de Calderón porque si se va no pasa nada y todo estará peor, mejor hay que decirle que le cumpla a la ciudadanía”.
Durante las tres horas que duró la marcha, Sicilia hizo dos paradas y leyó un par de textos. En la primera, frente a las instalaciones del cuartel de la 24 Región Militar, el escritor se trepó a una combi que llevaba el sonido y aclaró:
“No soy solo yo, somos miles los que estamos aquí por nuestros muertos que llevamos en nuestras espaldas y que ahora tienen un rostro. Estamos aquí manifestándonos para que no haya un muerto mas, ni un joven más envilecido”, aclaró.
“Hay que salir, hay que volver a las calles”, dijo a los manifestantes antes de leer un texto en el que le pidió a las Fuerzas Armadas regresar a sus cuarteles, que recuperen sus propios códigos de honor, y no calificar de “bajas colaterales” a los muertos en esta guerra contra el narcotráfico.
“Devuélvanle a la gente la confianza a la gente y respeten los derechos humanos”, convocó Sicilia a los militares.
Más adelante, hizo la segunda parada frente a las oficinas de la Procuraduría de Justicia del Estado, y ahí recordó que su titular, Pedro Luis Benítez, le dijo que ya tenían identificados a dos responsables y que podrían ser policías o militares, ante lo cual cuestionó por qué no los han detenido.
Los gritos de “ni un muerto más” se repitieron todo el camino hasta llegar al zócalo, donde ya aguardaban cientos de personas.
Hasta ahí llegaron habitantes de Ciudad Juárez, Chihuahua; Acapulco, Guerrero, Sonora y de otras entidades, a exponer sus casos de asesinatos, desapariciones y vejaciones en medio de una guerra que ya contabiliza, oficialmente, unos 35 mil muertos.
Los organizadores dijeron que habían protestado en 32 ciudades de todo el país, destacando que se trata de la primera manifestación a escala nacional en contra de las consecuencias que ha traído la guerra contra el narcotráfico.
También se reportaron expresiones de solidaridad en Barcelona, Buenos Aires, París, Nueva York, Ámsterdam, La Haya, Santiago de Chile, Toronto, Vancouver, Copenhague y otras ciudades de Europa y Estados Unidos.
“Nuestra juventud corre peligro, no podemos permitir otro asesinato, no hablo de fatalidad, sino de lo que hemos construido con la corrupción y la impunidad. Es tiempo de que los jóvenes se manifiesten, que se adueñen del presente”, pidió Sicilia casi al final del evento.
Dijo que se quedaría en plantón permanente hasta el 13 de abril y pidió a todas las organizaciones sociales del país que durante estos días conviertan el zócalo de Cuernavaca en un foro, que se discuta la formación de un movimiento nacional y que de aquí salgan los primeros pasos a seguir para poner fin a la violencia.
Informó que se abriría una cuenta de twitter: @mxhastala madre para que se comuniquen todos los interesados, y anunció que si no hay respuesta para ese el próximo día 13, entonces convocará a una marcha nacional en la Ciudad de México porque, aseveró, “nos han convertido en hombres sagrados y desnudos, expuestos a la irracionalidad de los criminales”.
“No están solos”, retumbó en el zócalo una vez que terminaron los cinco minutos de silencio propuestos por el poeta que, como cada articulo que escribe en Proceso, terminó con su frase clásica: “Además yo opino que hay que devolverle la dignidad a este país. ¡Ni un asesinato más a un joven y a un niño!”.
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