Martha Anaya / Crónica de Política
Hace unos días, en plena conmemoración del aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio, ocurrió un hecho en el municipio de Cuautitlán (Estado de México), que llamó la atención a quienes suelen tomar nota de los signos y símbolos políticos.
Esa tarde, el principal orador del evento organizado por el presidente municipal –peñista a morir– fue, nada menos, que el ex priista y ex candidato presidencial de Nueva Alianza, Roberto Campa Cifrián.
¿Lo envió Enrique Peña Nieto?, se preguntaban ese día los asistentes, ante la reaparición de Campa en un acto del Partido Revolucionario Institucional.
Aquella misma mañana, en Toluca, la mismísima capital mexiquense, los líderes nacionales del PRI, del Partido Verde y de Nueva Alianza –Humberto Moreira, Jorge Emilio González y Jorge Kahwagi—reafirmaban su alianza electoral para la elección a la gubernatura del estado a realizarse el próximo 3 de julio.
La lectura política de ambos sucesos –la reaparición de Campa Cifrián en un acto del PRI y la firma de alianza PRI-Nueva Alianza para ir con un candidato de unidad—llevaba un mismo mensaje: el apoyo de Elba Esther Gordillo a Enrique Peña Nieto.
El acuerdo entre ambos personajes venía de la famosa reunión de San Diego, donde Peña Nieto aceptó que Huberto Moreira dirigiera el PRI a nivel nacional (en lugar de Miguel Osorio Chong, a quien él quería) a cambio del apoyo de la maestra en la elección a gobernador del Estado de México.
Hasta ahí la jugada política del lado del PRI. Movimiento que no incluye por el momento ninguna decisión con vistas al 2012, la elección presidencial.
Los panistas, comenzando por el presidente Felipe Calderón, tomaron nota de todo ello. Era, por lo demás, previsible, dado el desgaste en la relación entre la maestra y el habitante de Los Pinos, que había llegado a un franco distanciamiento en los últimos meses.
Calderón intentó enfrentar la alianza Peña-Elba Esther (que bien podría ser un antecedente para el 2012) con una alianza propia: PAN-PRD; de ahí su insistencia en intentar lograrla y en que hubiera incluso aceptado que fuese Alejandro Encinas el candidato.
No funcionó. Al menos, no hasta ahorita.
En desventaja ante esta situación –y siempre con la mira puesta en la sucesión del 2012– el Presidente de la República se ha visto obligado a recomponer su relación con Elba Esther Gordillo.
Desde que la maestra otorgó su apoyo a Calderón en la elección del 2006, pidió varias cosas. La siempre deseada secretaría de Educación. Al asumir el cargo, el de Michoacán sólo le concedió la subsecretaría de la SEP para su yerno Fernando González.
Pidió también el ISSSTE y la Lotería Nacional. Allá fueron a dar Miguel Ángel Yunes y Francisco Yáñez. (Actualmente ninguno de los dos ocupa esos cargos)
Gordillo también solicitó al inicio del sexenio otra posición: la Procuraduría General de la República. Calderón no se la concedió, pero abrió un espacio para uno de los suyos en el área de seguridad de pública: en febrero de 2007, Roberto Campa Cifrián fue designado secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (renunció en septiembre de 2008).
Dado, pues, lo complicado que ve Felipe Calderón la próxima elección presidencial, parece estar reconsiderando su relación con la maestra y obsequiarle algunas posiciones que puedan ayudarle a él también. Y aunque no puede darle a Yunes la PGR porque la oposición priista es ahí total y frontal –ya hizo el hueco y promovió a Marisela Morales– , sí está considerando la factibilidad de ubicarlo en la SIEDO.
Desde su perspectiva, el ex candidato al gobierno de Veracruz –pieza clara de Elba Esther y furibundo ex priista—haría la mancuerna perfecta con Marisela en la PGR y otorgaría a la vez otro espacio importante a la maestra, con la idea de negociar su apoyo al PAN en la elección del 2012.
Así las cosas en el momento actual, las piezas de Elba Esther vuelven a asomar en al escenario político. Tanto del lado del PRI como del PAN. Ambos partidos se juegan los favores de la maestra para el 2012.
Hace unos días, en plena conmemoración del aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio, ocurrió un hecho en el municipio de Cuautitlán (Estado de México), que llamó la atención a quienes suelen tomar nota de los signos y símbolos políticos.
Esa tarde, el principal orador del evento organizado por el presidente municipal –peñista a morir– fue, nada menos, que el ex priista y ex candidato presidencial de Nueva Alianza, Roberto Campa Cifrián.
¿Lo envió Enrique Peña Nieto?, se preguntaban ese día los asistentes, ante la reaparición de Campa en un acto del Partido Revolucionario Institucional.
Aquella misma mañana, en Toluca, la mismísima capital mexiquense, los líderes nacionales del PRI, del Partido Verde y de Nueva Alianza –Humberto Moreira, Jorge Emilio González y Jorge Kahwagi—reafirmaban su alianza electoral para la elección a la gubernatura del estado a realizarse el próximo 3 de julio.
La lectura política de ambos sucesos –la reaparición de Campa Cifrián en un acto del PRI y la firma de alianza PRI-Nueva Alianza para ir con un candidato de unidad—llevaba un mismo mensaje: el apoyo de Elba Esther Gordillo a Enrique Peña Nieto.
El acuerdo entre ambos personajes venía de la famosa reunión de San Diego, donde Peña Nieto aceptó que Huberto Moreira dirigiera el PRI a nivel nacional (en lugar de Miguel Osorio Chong, a quien él quería) a cambio del apoyo de la maestra en la elección a gobernador del Estado de México.
Hasta ahí la jugada política del lado del PRI. Movimiento que no incluye por el momento ninguna decisión con vistas al 2012, la elección presidencial.
Los panistas, comenzando por el presidente Felipe Calderón, tomaron nota de todo ello. Era, por lo demás, previsible, dado el desgaste en la relación entre la maestra y el habitante de Los Pinos, que había llegado a un franco distanciamiento en los últimos meses.
Calderón intentó enfrentar la alianza Peña-Elba Esther (que bien podría ser un antecedente para el 2012) con una alianza propia: PAN-PRD; de ahí su insistencia en intentar lograrla y en que hubiera incluso aceptado que fuese Alejandro Encinas el candidato.
No funcionó. Al menos, no hasta ahorita.
En desventaja ante esta situación –y siempre con la mira puesta en la sucesión del 2012– el Presidente de la República se ha visto obligado a recomponer su relación con Elba Esther Gordillo.
Desde que la maestra otorgó su apoyo a Calderón en la elección del 2006, pidió varias cosas. La siempre deseada secretaría de Educación. Al asumir el cargo, el de Michoacán sólo le concedió la subsecretaría de la SEP para su yerno Fernando González.
Pidió también el ISSSTE y la Lotería Nacional. Allá fueron a dar Miguel Ángel Yunes y Francisco Yáñez. (Actualmente ninguno de los dos ocupa esos cargos)
Gordillo también solicitó al inicio del sexenio otra posición: la Procuraduría General de la República. Calderón no se la concedió, pero abrió un espacio para uno de los suyos en el área de seguridad de pública: en febrero de 2007, Roberto Campa Cifrián fue designado secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (renunció en septiembre de 2008).
Dado, pues, lo complicado que ve Felipe Calderón la próxima elección presidencial, parece estar reconsiderando su relación con la maestra y obsequiarle algunas posiciones que puedan ayudarle a él también. Y aunque no puede darle a Yunes la PGR porque la oposición priista es ahí total y frontal –ya hizo el hueco y promovió a Marisela Morales– , sí está considerando la factibilidad de ubicarlo en la SIEDO.
Desde su perspectiva, el ex candidato al gobierno de Veracruz –pieza clara de Elba Esther y furibundo ex priista—haría la mancuerna perfecta con Marisela en la PGR y otorgaría a la vez otro espacio importante a la maestra, con la idea de negociar su apoyo al PAN en la elección del 2012.
Así las cosas en el momento actual, las piezas de Elba Esther vuelven a asomar en al escenario político. Tanto del lado del PRI como del PAN. Ambos partidos se juegan los favores de la maestra para el 2012.
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