Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
Roberto Borge asumió la gubernatura de Quintana Roo a principios de abril pasado en medio de fiesta priísta a donde acudió la dirigencia del partido, gobernadores, artistas y un amigo personal del nuevo mandatario, el ex presidente Carlos Salinas. Pero lo importante no fue el evento en Chetumal sino una escala en Cancún, donde los líderes del partido se congregaron en una reunión secreta para analizar y decidir conjuntamente una estrategia para enfrentar al presidente Felipe Calderón.
Los términos de la lucha contra el Presidente los define el largo año electoral que se prolongará hasta 2012. En ese contexto, la idea que animó al presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, a llamar a todos al cónclave, fue buscar el consenso frente a lo que anticipa una lucha cuerpo a cuerpo con Calderón, que temen varios dirigentes del partido que incluya la persecución de ex gobernadores y una guerra sucia en el estado de México, Nayarit, Michoacán, que pudiera culminar con el descarrilamiento de su candidato presidencial el próximo año.
Moreira arrancó la reunión con un llamado a “endurecer” el discurso priísta contra el Presidente, y rápidamente fueron tomando la palabra los gobernadores, que hicieron un inventario de los agravios contra el gobierno federal. El más “duro”, a decir de testigos presenciales, fue el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, que se quejó de lo que consideró como una intromisión del gobierno federal en su estado a través de las “provocaciones” del secretario del Trabajo, Javier Lozano.
Duarte supuraba por heridas recientes, pues días antes de la toma de posesión de Borge, Lozano visitó varias ciudades veracruzanas y se reunió con dirigentes y militantes del PAN. El gobernador lo acusó de hacer “turismo electoral” y lo declaró como “visitante non grato” en el estado. Duarte anticipó que hablaría del tema con el Presidente y con varios gobernadores, cosa que hizo en Cancún con los priístas.
El veracruzano no fue el único que habló con dureza del gobierno federal. Después de él tomó la palabra César Duarte, gobernador de Chihuahua, que se dijo agredido por la forma como la estrategia contra los cárteles de las drogas planteada por el Presidente ha incrementado la violencia y afectado su gobernabilidad. Después de él llovieron recriminaciones y acusaciones, muchas por el control de participaciones federales, que dependen directamente del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, delfín de Los Pinos en la contienda presidencial.
La reunión de Cancún abordó las realidades por las que estaban atravesando los priístas, pero la dinámica es cambiante, con nuevos jugadores que aparecen y desaparecen sobre un tablero en constante movimiento. Por ejemplo, cuando se dio la reunión secreta de Cancún no se habían descubierto las fosas clandestinas en San Fernando, que metió al gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, en una crisis política donde su puesto está en riesgo.
Como respuesta al fenómeno de Tamaulipas, en el espíritu de Cancún, el PRI empezó a trabajar con el senador perredista Graco Ramírez la destitución del gobernador panista de Morelos, Marco Adame, envuelto en un escándalo creciente por la participación de sus órganos de seguridad y policiales en la delincuencia. Entre los líderes del PRI hay la creencia que el gobierno federal sabe cuántos muertos hay en las fosas de San Fernando, pero creen que van dosificando el descubrimiento de cuerpos para ir debilitando al gobernador Torre Cantú.
Si es cierto o no, es un asunto secundario. En los canales de comunicación privada que mantienen con el gobierno federal, se ha hablado de Tamaulipas y Morelos como una especie de quid pro quo: que el PRI afloje la presión sobre Adame, jefe político del sector más reaccionario del PAN, y que el gobierno federal alivie la presión al priísta Torre Cantú. No hay datos que reflejen un acuerdo aún de esa naturaleza.
Otro punto de ebullición se da entre el propio presidente Calderón y Moreira. Cuando se aireó el supuesto alcoholismo del mandatario, en Coahuila aparecieron en decenas de bardas referencias al tema. Desapercibido para muchos en el país, no lo fue en Los Pinos. La respuesta fue la circulación de cientos de panfletos en las calles del estado donde acusaban a la madre de Moreira de ser una “aviadora” del magisterio. El líder del PRI respondió: “Calderón es un impostor”. El jaloneo es constante en Coahuila, cuya gubernatura disputarán este año el hermano del dirigente priísta y el compadre del Presidente.
Pero Moreira no convocó el cónclave para buscar apoyo para él, sino para trazar una estrategia que refleje espíritu de cuerpo, de acuerdo con priístas consultados sobre la reunión secreta. Hasta ahora, el dirigente priísta ha capturado los golpes presidenciales y del gabinete, que han respondido a las hostilidades verbales de Moreira. Pero al paso que lleva no resistirá el desgaste que le permita llegar en buenas condiciones políticas a la campaña presidencial el próximo año, ni a ser de utilidad en las elecciones estatales, críticas todas, este año.
La reunión en Cancún fue para construir un frente más amplio y nacional, con relevos en los choques contra el PAN y un frente de lucha más amplio y compacto. En los últimos días comenzó a circular en Coahuila un nuevo correo electrónico donde se acusa a Moreira de nepotismo, de corrupción y de vínculos con el narcotráfico. Es un anónimo que desacredita al dirigente nacional y lo ubica como un criminal. Son los prolegómenos de esa guerra sucia que algunos piensan que viene, y otros aseguran que, en realidad, ya llegó.
Roberto Borge asumió la gubernatura de Quintana Roo a principios de abril pasado en medio de fiesta priísta a donde acudió la dirigencia del partido, gobernadores, artistas y un amigo personal del nuevo mandatario, el ex presidente Carlos Salinas. Pero lo importante no fue el evento en Chetumal sino una escala en Cancún, donde los líderes del partido se congregaron en una reunión secreta para analizar y decidir conjuntamente una estrategia para enfrentar al presidente Felipe Calderón.
Los términos de la lucha contra el Presidente los define el largo año electoral que se prolongará hasta 2012. En ese contexto, la idea que animó al presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, a llamar a todos al cónclave, fue buscar el consenso frente a lo que anticipa una lucha cuerpo a cuerpo con Calderón, que temen varios dirigentes del partido que incluya la persecución de ex gobernadores y una guerra sucia en el estado de México, Nayarit, Michoacán, que pudiera culminar con el descarrilamiento de su candidato presidencial el próximo año.
Moreira arrancó la reunión con un llamado a “endurecer” el discurso priísta contra el Presidente, y rápidamente fueron tomando la palabra los gobernadores, que hicieron un inventario de los agravios contra el gobierno federal. El más “duro”, a decir de testigos presenciales, fue el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, que se quejó de lo que consideró como una intromisión del gobierno federal en su estado a través de las “provocaciones” del secretario del Trabajo, Javier Lozano.
Duarte supuraba por heridas recientes, pues días antes de la toma de posesión de Borge, Lozano visitó varias ciudades veracruzanas y se reunió con dirigentes y militantes del PAN. El gobernador lo acusó de hacer “turismo electoral” y lo declaró como “visitante non grato” en el estado. Duarte anticipó que hablaría del tema con el Presidente y con varios gobernadores, cosa que hizo en Cancún con los priístas.
El veracruzano no fue el único que habló con dureza del gobierno federal. Después de él tomó la palabra César Duarte, gobernador de Chihuahua, que se dijo agredido por la forma como la estrategia contra los cárteles de las drogas planteada por el Presidente ha incrementado la violencia y afectado su gobernabilidad. Después de él llovieron recriminaciones y acusaciones, muchas por el control de participaciones federales, que dependen directamente del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, delfín de Los Pinos en la contienda presidencial.
La reunión de Cancún abordó las realidades por las que estaban atravesando los priístas, pero la dinámica es cambiante, con nuevos jugadores que aparecen y desaparecen sobre un tablero en constante movimiento. Por ejemplo, cuando se dio la reunión secreta de Cancún no se habían descubierto las fosas clandestinas en San Fernando, que metió al gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, en una crisis política donde su puesto está en riesgo.
Como respuesta al fenómeno de Tamaulipas, en el espíritu de Cancún, el PRI empezó a trabajar con el senador perredista Graco Ramírez la destitución del gobernador panista de Morelos, Marco Adame, envuelto en un escándalo creciente por la participación de sus órganos de seguridad y policiales en la delincuencia. Entre los líderes del PRI hay la creencia que el gobierno federal sabe cuántos muertos hay en las fosas de San Fernando, pero creen que van dosificando el descubrimiento de cuerpos para ir debilitando al gobernador Torre Cantú.
Si es cierto o no, es un asunto secundario. En los canales de comunicación privada que mantienen con el gobierno federal, se ha hablado de Tamaulipas y Morelos como una especie de quid pro quo: que el PRI afloje la presión sobre Adame, jefe político del sector más reaccionario del PAN, y que el gobierno federal alivie la presión al priísta Torre Cantú. No hay datos que reflejen un acuerdo aún de esa naturaleza.
Otro punto de ebullición se da entre el propio presidente Calderón y Moreira. Cuando se aireó el supuesto alcoholismo del mandatario, en Coahuila aparecieron en decenas de bardas referencias al tema. Desapercibido para muchos en el país, no lo fue en Los Pinos. La respuesta fue la circulación de cientos de panfletos en las calles del estado donde acusaban a la madre de Moreira de ser una “aviadora” del magisterio. El líder del PRI respondió: “Calderón es un impostor”. El jaloneo es constante en Coahuila, cuya gubernatura disputarán este año el hermano del dirigente priísta y el compadre del Presidente.
Pero Moreira no convocó el cónclave para buscar apoyo para él, sino para trazar una estrategia que refleje espíritu de cuerpo, de acuerdo con priístas consultados sobre la reunión secreta. Hasta ahora, el dirigente priísta ha capturado los golpes presidenciales y del gabinete, que han respondido a las hostilidades verbales de Moreira. Pero al paso que lleva no resistirá el desgaste que le permita llegar en buenas condiciones políticas a la campaña presidencial el próximo año, ni a ser de utilidad en las elecciones estatales, críticas todas, este año.
La reunión en Cancún fue para construir un frente más amplio y nacional, con relevos en los choques contra el PAN y un frente de lucha más amplio y compacto. En los últimos días comenzó a circular en Coahuila un nuevo correo electrónico donde se acusa a Moreira de nepotismo, de corrupción y de vínculos con el narcotráfico. Es un anónimo que desacredita al dirigente nacional y lo ubica como un criminal. Son los prolegómenos de esa guerra sucia que algunos piensan que viene, y otros aseguran que, en realidad, ya llegó.
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