Rubén Cortés
Felipe Calderón está en Lima y, entre otros temas, insistió con su homólogo peruano, Alan García, sobre un acuerdo de integración en el combate a la delincuencia organizada internacional. El Presidente sigue ciñendo al narcotráfico la agenda de México en foros internacionales.
Es contradictorio, porque por un lado pide que la imagen a difundir del país acentúe que México es mucho más que narcotráfico; mientras por otro el tema central de sus giras es la lucha contra el crimen.
Muy válida su preocupación por impulsar en todos los ámbitos su programa estrella de gobierno, aun cuando el éxito de éste se encuentre aquí y no fuera, como tampoco mediante pactos internacionales.
Empezando porque México es el único país de la región que enfrenta al crimen con una estrategia de combate frontal, mientras los otros, incluido Estados Unidos, lo hacen por vía de la contención, consistente en impedir que los criminales rebasen ciertos límites.
Por ejemplo, tras el asesinato en San Luis Potosí de un agente suyo, el 14 de febrero, la policía estadounidense arrestó a unos 500 sujetos durante redadas en toda la Unión Americana contra miembros de carteles mexicanos.
“Enviamos un mensaje a los carteles, de que no toleraremos el asesinato de un agente estadounidense ni de ningún funcionario nuestro”, explicó Carl Pike, de la división de operaciones especiales de la DEA. Eso, es estrategia de contención, no de espantar avisperos.
Hace poco, ante la preocupación de empresarios y legisladores por el deterioro de nuestra imagen en el exterior, el Presidente argumentó que si bien existe un problema real de inseguridad, México es satanizado y recriminado e esa problemática… por los propios mexicanos.
Sin embargo, su consideración se contradice no sólo con que el narcotráfico se roba nuestra agenda en los foros internacionales y la relación bilateral con Estados Unidos, sino que nuestro propio gobierno financia con dinero público el culto al narcotráfico en eventos culturales.
Recordemos que el Pabellón de México, en la 53 edición de la Bienal de Arte de Venecia, se llenó de sangre que la artista de Culiacán Teresa Margolles empleó para denunciar la violencia vinculada a la lucha contra el crimen organizado, con su obra
“¿De qué otra cosa podríamos hablar?”
Y los que dos filmes mexicanos seleccionados por el próximo Festival de Cannes abordan el narcotráfico, el papel de la policía y los problemas que plantea el crimen en nuestra sociedad. Se trata de “Días de gracia” y “Miss Bala”, ambas financiadas por el gubernamental IMCINE.
Es decir, narcotráfico en los foros internacionales y la relación con Estados Unidos, narcotráfico en Venecia, narcotráfico en Cannes…
Pues entonces, si modo: ¡somos el país del narcotráfico! Aunque no sea cierto. Porque percepción, es realidad.
Felipe Calderón está en Lima y, entre otros temas, insistió con su homólogo peruano, Alan García, sobre un acuerdo de integración en el combate a la delincuencia organizada internacional. El Presidente sigue ciñendo al narcotráfico la agenda de México en foros internacionales.
Es contradictorio, porque por un lado pide que la imagen a difundir del país acentúe que México es mucho más que narcotráfico; mientras por otro el tema central de sus giras es la lucha contra el crimen.
Muy válida su preocupación por impulsar en todos los ámbitos su programa estrella de gobierno, aun cuando el éxito de éste se encuentre aquí y no fuera, como tampoco mediante pactos internacionales.
Empezando porque México es el único país de la región que enfrenta al crimen con una estrategia de combate frontal, mientras los otros, incluido Estados Unidos, lo hacen por vía de la contención, consistente en impedir que los criminales rebasen ciertos límites.
Por ejemplo, tras el asesinato en San Luis Potosí de un agente suyo, el 14 de febrero, la policía estadounidense arrestó a unos 500 sujetos durante redadas en toda la Unión Americana contra miembros de carteles mexicanos.
“Enviamos un mensaje a los carteles, de que no toleraremos el asesinato de un agente estadounidense ni de ningún funcionario nuestro”, explicó Carl Pike, de la división de operaciones especiales de la DEA. Eso, es estrategia de contención, no de espantar avisperos.
Hace poco, ante la preocupación de empresarios y legisladores por el deterioro de nuestra imagen en el exterior, el Presidente argumentó que si bien existe un problema real de inseguridad, México es satanizado y recriminado e esa problemática… por los propios mexicanos.
Sin embargo, su consideración se contradice no sólo con que el narcotráfico se roba nuestra agenda en los foros internacionales y la relación bilateral con Estados Unidos, sino que nuestro propio gobierno financia con dinero público el culto al narcotráfico en eventos culturales.
Recordemos que el Pabellón de México, en la 53 edición de la Bienal de Arte de Venecia, se llenó de sangre que la artista de Culiacán Teresa Margolles empleó para denunciar la violencia vinculada a la lucha contra el crimen organizado, con su obra
“¿De qué otra cosa podríamos hablar?”
Y los que dos filmes mexicanos seleccionados por el próximo Festival de Cannes abordan el narcotráfico, el papel de la policía y los problemas que plantea el crimen en nuestra sociedad. Se trata de “Días de gracia” y “Miss Bala”, ambas financiadas por el gubernamental IMCINE.
Es decir, narcotráfico en los foros internacionales y la relación con Estados Unidos, narcotráfico en Venecia, narcotráfico en Cannes…
Pues entonces, si modo: ¡somos el país del narcotráfico! Aunque no sea cierto. Porque percepción, es realidad.
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