El gobernador Enrique Peña Nieto no está nada a gusto con que todo lo que sucede en el Congreso se le cargue a él.
No importa que sea la Ley de Seguridad, o la Reforma Política o lo que sea, dicen sus cercanos, siempre termina en él como el factor de que se congele o se apruebe una iniciativa.
La molestia actual tiene que ver con la Reforma Política, aprobada por el Senado, y que tanto senadores del PRD, como diputados y medios de comunicación, afirman que si no se sale antes del cierre del periodo ordinario, será culpa exclusiva de él.
Dicen los que saben que la molestia de Peña Nieto tiene sustento, pues varias de las iniciativas pasaron y fueron liberadas por la Junta de Coordinación Política del Congreso, que fue la que al ampliar el número de comisiones para su revisión -como el caso de la Ley de Seguridad Nacional-, se provocarona sí mismos un empantamiento.
En casos como la Reforma Política, nada ayuda que algunos de los diputados más cercanos a Peña Nieto, como Felipe Enríquez, condicione la aprobación a que se incorporen puntos propuestos por el gobernador el año pasado.
La realidad es que la minuta del Senado llegó apenas el jueves al mediodía e incompleta en aspectos fundamentales, como la inexistencia de reformas al Código Electoral para el caso muy popular de las candidaturas ciudadanas, pues el Senado sólo aprobó su existencia, sin preveer cómo se van a financiar y cómo se supervisarán sus gastos.
Detrás del tiro al blanco que da Peña Nieto, dicen cercanos a él, se encuentra también la mala gestión de algunos diputados priístas, que no han salido primero a repartir las responsabilidades, ni tampoco a explicar la mecánica procesal de las reformas.
No importa que sea la Ley de Seguridad, o la Reforma Política o lo que sea, dicen sus cercanos, siempre termina en él como el factor de que se congele o se apruebe una iniciativa.
La molestia actual tiene que ver con la Reforma Política, aprobada por el Senado, y que tanto senadores del PRD, como diputados y medios de comunicación, afirman que si no se sale antes del cierre del periodo ordinario, será culpa exclusiva de él.
Dicen los que saben que la molestia de Peña Nieto tiene sustento, pues varias de las iniciativas pasaron y fueron liberadas por la Junta de Coordinación Política del Congreso, que fue la que al ampliar el número de comisiones para su revisión -como el caso de la Ley de Seguridad Nacional-, se provocarona sí mismos un empantamiento.
En casos como la Reforma Política, nada ayuda que algunos de los diputados más cercanos a Peña Nieto, como Felipe Enríquez, condicione la aprobación a que se incorporen puntos propuestos por el gobernador el año pasado.
La realidad es que la minuta del Senado llegó apenas el jueves al mediodía e incompleta en aspectos fundamentales, como la inexistencia de reformas al Código Electoral para el caso muy popular de las candidaturas ciudadanas, pues el Senado sólo aprobó su existencia, sin preveer cómo se van a financiar y cómo se supervisarán sus gastos.
Detrás del tiro al blanco que da Peña Nieto, dicen cercanos a él, se encuentra también la mala gestión de algunos diputados priístas, que no han salido primero a repartir las responsabilidades, ni tampoco a explicar la mecánica procesal de las reformas.
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