María Elena Ramos
Las fuerzas armadas mexicanas no tienen vocación golpista, pero podrían “oír el canto de las sirenas”. Por ejemplo, algunos sectores empresariales, de ver afectados sus intereses, pudieran convencerlas, crear un clima tal, que hiciera ver a los militares que un golpe de Estado es la única salida a cierta situación, considera José Luis Piñeiro, experto en temas militares y de seguridad nacional.
El investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), nos dio su opinión sobre la reforma a la Ley de Seguridad Nacional, ahora en pausa. Respondió así a la pregunta sobre la polémica iniciativa, en el sentido de que si bien pretende regular la actividad de las fuerzas armadas, también amplía su campo de acción.
Lo que es un hecho es que de aprobarse la reforma tal y como está propuesta por ahora, se daría mayor margen de discrecionalidad al presidente de la República, señaló Piñeiro.
Para el investigador de la UAM, las adiciones a la Ley de Seguridad pretenden dar cobertura legal a las fuerzas armadas, en un contexto en el que a mayor participación de ellas en el combate al crimen organizado, mayor posibilidad de violación de los derechos humanos.
“Se trata de delimitar responsabilidades, que los militares sepan los límites de su actuación en términos de posibilidades y tiempo. Ello, porque en el futuro las fuerzas armadas podrían ser objeto de investigación y proceso. Ahora se trataría de acatar órdenes por escrito de alguna autoridad civil”.
Recordó que en otras etapas de la historia de México, como en la guerra sucia de los años setenta, los excesos cometidos por miembros del ejército respondieron a órdenes verbales de la autoridad civil.
El investigador considera que las reformas a la Ley de Seguridad Nacional deberían contemplar que frente a violaciones de derechos humanos, los militares sean juzgados por tribunales civiles, no militares, “como todos los ciudadanos en una democracia”, y que el no fuero militar se aplicara en otro tipo de delitos, además de desaparición forzosa, agresión sexual y tortura.
También se pronunció porque en una eventual declaración de estado de emergencia, se le dé “mucho más juego, mayor injerencia al poder legislativo, que su participación sea más activa y más clara”.
A diferencia de los cuerpos militares de muchos del resto de los países latinoamericanos, en la historia moderna y contemporánea, las fuerzas armadas mexicanas se han distinguido por su subordinación a la autoridad civil. Cuestionado sobre si una eventual ampliación legal de su campo de acción o este contexto en que están en las calles involucradas en el combate a la delincuencia organizada, podría modificar esa situación, el especialista consideró: “ El ejército mexicano no tiene una vocación golpista y no tiene interés en ello, pero puede oír el canto de las sirenas y sectores empresariales, de ver afectados sus intereses, podrían convencerlos, crear un clima que hiciera ver a los militares la necesidad de un golpe de Estado como única salida a cierta situación. Recordemos que en el caso de Chile hubo toda una preparación previa del golpe a Salvador Allende”.
Las fuerzas armadas mexicanas no tienen vocación golpista, pero podrían “oír el canto de las sirenas”. Por ejemplo, algunos sectores empresariales, de ver afectados sus intereses, pudieran convencerlas, crear un clima tal, que hiciera ver a los militares que un golpe de Estado es la única salida a cierta situación, considera José Luis Piñeiro, experto en temas militares y de seguridad nacional.
El investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), nos dio su opinión sobre la reforma a la Ley de Seguridad Nacional, ahora en pausa. Respondió así a la pregunta sobre la polémica iniciativa, en el sentido de que si bien pretende regular la actividad de las fuerzas armadas, también amplía su campo de acción.
Lo que es un hecho es que de aprobarse la reforma tal y como está propuesta por ahora, se daría mayor margen de discrecionalidad al presidente de la República, señaló Piñeiro.
Para el investigador de la UAM, las adiciones a la Ley de Seguridad pretenden dar cobertura legal a las fuerzas armadas, en un contexto en el que a mayor participación de ellas en el combate al crimen organizado, mayor posibilidad de violación de los derechos humanos.
“Se trata de delimitar responsabilidades, que los militares sepan los límites de su actuación en términos de posibilidades y tiempo. Ello, porque en el futuro las fuerzas armadas podrían ser objeto de investigación y proceso. Ahora se trataría de acatar órdenes por escrito de alguna autoridad civil”.
Recordó que en otras etapas de la historia de México, como en la guerra sucia de los años setenta, los excesos cometidos por miembros del ejército respondieron a órdenes verbales de la autoridad civil.
El investigador considera que las reformas a la Ley de Seguridad Nacional deberían contemplar que frente a violaciones de derechos humanos, los militares sean juzgados por tribunales civiles, no militares, “como todos los ciudadanos en una democracia”, y que el no fuero militar se aplicara en otro tipo de delitos, además de desaparición forzosa, agresión sexual y tortura.
También se pronunció porque en una eventual declaración de estado de emergencia, se le dé “mucho más juego, mayor injerencia al poder legislativo, que su participación sea más activa y más clara”.
A diferencia de los cuerpos militares de muchos del resto de los países latinoamericanos, en la historia moderna y contemporánea, las fuerzas armadas mexicanas se han distinguido por su subordinación a la autoridad civil. Cuestionado sobre si una eventual ampliación legal de su campo de acción o este contexto en que están en las calles involucradas en el combate a la delincuencia organizada, podría modificar esa situación, el especialista consideró: “ El ejército mexicano no tiene una vocación golpista y no tiene interés en ello, pero puede oír el canto de las sirenas y sectores empresariales, de ver afectados sus intereses, podrían convencerlos, crear un clima que hiciera ver a los militares la necesidad de un golpe de Estado como única salida a cierta situación. Recordemos que en el caso de Chile hubo toda una preparación previa del golpe a Salvador Allende”.
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