Rubén Cortés
El Caso Cevallos Coppel acabó en el peor desastre de la procuración de justicia en el DF desde que el PRD accedió al poder en 1997, porque el operativo para salvar la vida de una ciudadana fue encargado a funcionarios de segunda, mientras sus jefes dormían.
Pero, escribió alguna vez Regis Debray, las derrotas son, teóricamente, más ricas que un triunfo, porque dejan una enseñanza. Después de aquella debacle, el Procurador del DF, Miguel Ángel Mancera, asumió el precepto del pensador izquierdista francés.
El pasado sábado en la madrugada dirigió por nota un operativo en el que agentes de élite, bajo su mando directo, rescataron a un empresario de la construcción, miembro de la comunidad judía, que estuvo secuestrado un mes por policías judiciales.
Mancera tomó el mando y encargó el rescate a 30 agentes del Grupo Especial de Reacción e Intervención: nadie más sabía.
La liberación fue un éxito: el empresario regresó vivo y los agentes no dispararon. Nada qué ver con el Caso Coppel, encargado a dos fuerzas diferentes, lo cual provocó una falta de coordinación que acabó con los policías disparándose en fuego cruzado.
¿Resultado? La señora Cevallos Coppel perdió la vida, su secuestrador murió y dos agentes, Julio Rincón y José Antonio Moreno, fueron abatidos por sus propios compañeros.
Pero Mancera no sólo capeó el diluvio de críticas que siguió, sino que al cabo de dos años es el miembro del gabinete del Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard con mejores resultados: en ese tiempo logró bajar los secuestros de 94 a 71.
Disminuyó siete por ciento la incidencia de robo a vehículos, cuatro por ciento a usuarios del Metro y tres por ciento a repartidores de bienes. También redujo a dos por ciento los asaltos a cuentahabiente y la violación de mujeres.
Esto incrementó sus bonos como aspirante a la candidatura del PRD para la jefatura de Gobierno en 2012, lo que va de la mano con la crisis de los candidatos originales de Ebrard y su búsqueda de nuevos rostros que refresquen el escenario político.
Mancera es el único aspirante que reúne dos cualidades casi siempre separadas en los políticos: mientras uno hacen “lo que saben” y otros “saben lo que hacen”, él encarna ambas por sus altos conocimientos técnicos y sus habilidades de negociador.
Entonces el Procurador surge como una opción convincente: no está vinculado a los desgastados grupos de poder y corporativismo del PRD, y sobresale por su habilidad para librar la mayoría de las encrucijadas, gracias a su buen manejo político, público y de medios.
Pero, muy en especial, sus aspectos negativos son muy bajos a pesar del cargo altamente sensible que desempeña.
Y lo mejor de todo:
Sus elementos positivos pueden seguir creciendo.
El Caso Cevallos Coppel acabó en el peor desastre de la procuración de justicia en el DF desde que el PRD accedió al poder en 1997, porque el operativo para salvar la vida de una ciudadana fue encargado a funcionarios de segunda, mientras sus jefes dormían.
Pero, escribió alguna vez Regis Debray, las derrotas son, teóricamente, más ricas que un triunfo, porque dejan una enseñanza. Después de aquella debacle, el Procurador del DF, Miguel Ángel Mancera, asumió el precepto del pensador izquierdista francés.
El pasado sábado en la madrugada dirigió por nota un operativo en el que agentes de élite, bajo su mando directo, rescataron a un empresario de la construcción, miembro de la comunidad judía, que estuvo secuestrado un mes por policías judiciales.
Mancera tomó el mando y encargó el rescate a 30 agentes del Grupo Especial de Reacción e Intervención: nadie más sabía.
La liberación fue un éxito: el empresario regresó vivo y los agentes no dispararon. Nada qué ver con el Caso Coppel, encargado a dos fuerzas diferentes, lo cual provocó una falta de coordinación que acabó con los policías disparándose en fuego cruzado.
¿Resultado? La señora Cevallos Coppel perdió la vida, su secuestrador murió y dos agentes, Julio Rincón y José Antonio Moreno, fueron abatidos por sus propios compañeros.
Pero Mancera no sólo capeó el diluvio de críticas que siguió, sino que al cabo de dos años es el miembro del gabinete del Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard con mejores resultados: en ese tiempo logró bajar los secuestros de 94 a 71.
Disminuyó siete por ciento la incidencia de robo a vehículos, cuatro por ciento a usuarios del Metro y tres por ciento a repartidores de bienes. También redujo a dos por ciento los asaltos a cuentahabiente y la violación de mujeres.
Esto incrementó sus bonos como aspirante a la candidatura del PRD para la jefatura de Gobierno en 2012, lo que va de la mano con la crisis de los candidatos originales de Ebrard y su búsqueda de nuevos rostros que refresquen el escenario político.
Mancera es el único aspirante que reúne dos cualidades casi siempre separadas en los políticos: mientras uno hacen “lo que saben” y otros “saben lo que hacen”, él encarna ambas por sus altos conocimientos técnicos y sus habilidades de negociador.
Entonces el Procurador surge como una opción convincente: no está vinculado a los desgastados grupos de poder y corporativismo del PRD, y sobresale por su habilidad para librar la mayoría de las encrucijadas, gracias a su buen manejo político, público y de medios.
Pero, muy en especial, sus aspectos negativos son muy bajos a pesar del cargo altamente sensible que desempeña.
Y lo mejor de todo:
Sus elementos positivos pueden seguir creciendo.
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