Álvaro Cepeda Neri
El dengue (por la picadura de un mosco) ya es una epidemia en varios municipios de Sonora, sobre todo en Hermosillo, donde se asientan los tres poderes (sometidos el Judicial y el Legislativo, al Ejecutivo; no obstante que en la Cámara de Diputados hay priiístas, perredistas y panistas, casi todos alineados con el desgobernador Guillermo Padrés Elías, todavía con su cáncer de páncreas). Al desgobernador, aparte de su adicción a jugar con su celular y tener la audiencia repleta sin atender (pues primero está su entretenimiento), le ha dado por dormir de más (a la mejor le picó la mosca del sueño) y, como no ha podido convencer a la mayoría de los sonorenses que es mejor el acueducto, para robarse el agua del sur (de las tribus yaquis, los campesinos, ejidatarios, pequeños y medianos agricultores) que comprar una desaladora para surtir del líquido a los hermosillenses, pues ya le dio el síndrome calderonista.
O lo que es lo mismo: “lo que hace la mano (Calderón) hace la tras (Padrés)”. Y ordenó a su empleado Juan Bautista (el auténtico Juan Bautista no le hubiera hecho el menor caso) Valencia Durazo, aparente dirigente del PAN en Sonora, alistar el segundo expediente de expulsión (el primero es el de Manuel Espino, por orden de Calderón), para sacar del partido al senador panista de corazón, larga militancia y luchador por las causas sociales: Javier Castelo Parada, que ha tomado muy en serio promover la desaladora, a menor precio que el inflado que presentó Padrés para desecharla y defender el patrimonio del agua de El Novillo que surte a Cajeme y al Valle del Yaqui.
Tal vez le picó a Padrés el mosco del dengue y la fiebre lo tiene dañado física y mentalmente para tomar decisiones. Lo racional es la desladora en Bahía de Kino, con una empresa que entregará a muy bajo precio el líquido ya potable. En plena campaña electoral (que Castelo Parada y los panistas del sur le contribuyeron de sobra para ganar la elección), Padrés se comprometió a comprar una desaladora para Guaymas y otra para Hermosillo. De pronto se le ocurrió mejor despojar a los sonorenses del sur quienes apenas tienen líquido para un cultivo. Pero el Senador Castelo Parada ha hecho su trabajo en las instancias federales y los productores de Cajeme obtuvieron amparos para detener el acueducto de más de 150 kilómetros de longitud, con severos daños ambientales, destrucción ecológica y hasta expropiaciones.
También la resolución definitiva para parar la obra le vale a Padrés, pues encaprichado y violando disposiciones legales de juzgados de distrito, insiste en ello. Esa terquedad puede generar mayor conflicto, acrecentando tensiones en las tribus yaquis, que pueden provocar hechos de sangre, pues los grupos de Padrés están dispuestos a todo para llevarse el agua, tentando a los demonios de la violencia, en una entidad afligida por el narcotráfico. ¿Padrés quiere homicidios como precio a llevarse el agua, si sus policías atacan a los sonorenses del sur que han llevado el problema en sana paz, conforme a las leyes y pacíficamente?
El dengue (por la picadura de un mosco) ya es una epidemia en varios municipios de Sonora, sobre todo en Hermosillo, donde se asientan los tres poderes (sometidos el Judicial y el Legislativo, al Ejecutivo; no obstante que en la Cámara de Diputados hay priiístas, perredistas y panistas, casi todos alineados con el desgobernador Guillermo Padrés Elías, todavía con su cáncer de páncreas). Al desgobernador, aparte de su adicción a jugar con su celular y tener la audiencia repleta sin atender (pues primero está su entretenimiento), le ha dado por dormir de más (a la mejor le picó la mosca del sueño) y, como no ha podido convencer a la mayoría de los sonorenses que es mejor el acueducto, para robarse el agua del sur (de las tribus yaquis, los campesinos, ejidatarios, pequeños y medianos agricultores) que comprar una desaladora para surtir del líquido a los hermosillenses, pues ya le dio el síndrome calderonista.
O lo que es lo mismo: “lo que hace la mano (Calderón) hace la tras (Padrés)”. Y ordenó a su empleado Juan Bautista (el auténtico Juan Bautista no le hubiera hecho el menor caso) Valencia Durazo, aparente dirigente del PAN en Sonora, alistar el segundo expediente de expulsión (el primero es el de Manuel Espino, por orden de Calderón), para sacar del partido al senador panista de corazón, larga militancia y luchador por las causas sociales: Javier Castelo Parada, que ha tomado muy en serio promover la desaladora, a menor precio que el inflado que presentó Padrés para desecharla y defender el patrimonio del agua de El Novillo que surte a Cajeme y al Valle del Yaqui.
Tal vez le picó a Padrés el mosco del dengue y la fiebre lo tiene dañado física y mentalmente para tomar decisiones. Lo racional es la desladora en Bahía de Kino, con una empresa que entregará a muy bajo precio el líquido ya potable. En plena campaña electoral (que Castelo Parada y los panistas del sur le contribuyeron de sobra para ganar la elección), Padrés se comprometió a comprar una desaladora para Guaymas y otra para Hermosillo. De pronto se le ocurrió mejor despojar a los sonorenses del sur quienes apenas tienen líquido para un cultivo. Pero el Senador Castelo Parada ha hecho su trabajo en las instancias federales y los productores de Cajeme obtuvieron amparos para detener el acueducto de más de 150 kilómetros de longitud, con severos daños ambientales, destrucción ecológica y hasta expropiaciones.
También la resolución definitiva para parar la obra le vale a Padrés, pues encaprichado y violando disposiciones legales de juzgados de distrito, insiste en ello. Esa terquedad puede generar mayor conflicto, acrecentando tensiones en las tribus yaquis, que pueden provocar hechos de sangre, pues los grupos de Padrés están dispuestos a todo para llevarse el agua, tentando a los demonios de la violencia, en una entidad afligida por el narcotráfico. ¿Padrés quiere homicidios como precio a llevarse el agua, si sus policías atacan a los sonorenses del sur que han llevado el problema en sana paz, conforme a las leyes y pacíficamente?
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