Álvaro Cepeda Neri
Los desgobiernos panistas, en los poco más de 10 años (¡por fin vemos la otra orilla del final del calderonismo!) de su permanencia, no gobernaron de una manera más democrática como lo prometieron, y la República ha ido de mal en peor, con la hasta ahora fallida estrategia militar para combatir a la feroz y bárbara delincuencia del narcotráfico. Y es que la sangrienta inseguridad ha cobrado la vida de cientos de miles de mexicanos que nada tenían que ver con esa violencia. El foxismo y ahora el caldeornismo, que se presentaron con las propuestas de la alternancia y el viraje a la transición para más democracia, fueron máscaras de lo que se denomina al mal gobierno.
En la adelantada disputa presidencial (cargo que sigue haciendo las veces de centro de gravedad del sistema político y económico), mientras las derechas del PRD y el PAN, con la bendición de Calderón, quien en Los Pinos conspira con el ideólogo de las alianzas-complicidades: Manuel Camacho, que así se desquita de que Salinas no lo haya designado su sucesor, buscan cómo cerrarle el paso al PRI, éste que tiene un dilema: postular a Beltrones o Peña Nieto. Y si bien la elección del Estado de México decidirá el destino inmediato de su “gober” copetudo y no precisamente para su candidatura, la fracción de ese partido en el Senado insiste en proponer una disminución de los elevados impuestos.
Las clases medias, integradas con una gran variedad de estratos sociales que se mueven laboralmente entre la clase rica y millonaria (e incluso multimillonaria, con un Slim dueño de más de 75 mil millones de dólares), y alejadas de 50 millones empobrecidos, que es la mitad de la población nacional, necesitan una drástica disminución de impuestos, precios bajos del sector público y ofertas de empleo mejor pagado, para que puedan activar su consumo.
De esta manera, la demanda en los mercados generará aumento de la producción interna, para que el ciclo económico, en el sistema capitalista, por elemental que éste sea, se reactive.
El portavoz de los senadores del PRI: Manlio Fabio Beltrones Rivera, ha ventilado a los cuatro vientos, que está en el centro del debate y se filtra entre las diversas corrientes de la opinión pública, una reducción de impuestos, empezando por el IVA, tanteando cancelar el IETU, modificar el ISR y parar en seco el aumento de precios de bienes y servicios del sector público. Se trata de ampliar la base de causantes, en lugar de seguir exprimiendo a los mexicanos cautivos fiscalmente, para que más de ellos cooperen con sus aportaciones. Y mientras más causantes paguen, se pagarán menores impuestos. Se trata de darle a las clases medias motivos para el consumo, ya que éste se encuentra al mínimo y toda la planta productiva del país está trabajando no más allá del 40 por ciento. Pero el calderonismo prefiere traer del extranjero alimentos, permitir el contrabando chino y el que viene de otras economías. La iniciativa beltronista busca implantar una política pública económica, para despertar a la economía nacional.
Los desgobiernos panistas, en los poco más de 10 años (¡por fin vemos la otra orilla del final del calderonismo!) de su permanencia, no gobernaron de una manera más democrática como lo prometieron, y la República ha ido de mal en peor, con la hasta ahora fallida estrategia militar para combatir a la feroz y bárbara delincuencia del narcotráfico. Y es que la sangrienta inseguridad ha cobrado la vida de cientos de miles de mexicanos que nada tenían que ver con esa violencia. El foxismo y ahora el caldeornismo, que se presentaron con las propuestas de la alternancia y el viraje a la transición para más democracia, fueron máscaras de lo que se denomina al mal gobierno.
En la adelantada disputa presidencial (cargo que sigue haciendo las veces de centro de gravedad del sistema político y económico), mientras las derechas del PRD y el PAN, con la bendición de Calderón, quien en Los Pinos conspira con el ideólogo de las alianzas-complicidades: Manuel Camacho, que así se desquita de que Salinas no lo haya designado su sucesor, buscan cómo cerrarle el paso al PRI, éste que tiene un dilema: postular a Beltrones o Peña Nieto. Y si bien la elección del Estado de México decidirá el destino inmediato de su “gober” copetudo y no precisamente para su candidatura, la fracción de ese partido en el Senado insiste en proponer una disminución de los elevados impuestos.
Las clases medias, integradas con una gran variedad de estratos sociales que se mueven laboralmente entre la clase rica y millonaria (e incluso multimillonaria, con un Slim dueño de más de 75 mil millones de dólares), y alejadas de 50 millones empobrecidos, que es la mitad de la población nacional, necesitan una drástica disminución de impuestos, precios bajos del sector público y ofertas de empleo mejor pagado, para que puedan activar su consumo.
De esta manera, la demanda en los mercados generará aumento de la producción interna, para que el ciclo económico, en el sistema capitalista, por elemental que éste sea, se reactive.
El portavoz de los senadores del PRI: Manlio Fabio Beltrones Rivera, ha ventilado a los cuatro vientos, que está en el centro del debate y se filtra entre las diversas corrientes de la opinión pública, una reducción de impuestos, empezando por el IVA, tanteando cancelar el IETU, modificar el ISR y parar en seco el aumento de precios de bienes y servicios del sector público. Se trata de ampliar la base de causantes, en lugar de seguir exprimiendo a los mexicanos cautivos fiscalmente, para que más de ellos cooperen con sus aportaciones. Y mientras más causantes paguen, se pagarán menores impuestos. Se trata de darle a las clases medias motivos para el consumo, ya que éste se encuentra al mínimo y toda la planta productiva del país está trabajando no más allá del 40 por ciento. Pero el calderonismo prefiere traer del extranjero alimentos, permitir el contrabando chino y el que viene de otras economías. La iniciativa beltronista busca implantar una política pública económica, para despertar a la economía nacional.
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