Francisco Rodríguez / Índice Político
Por supuesto que usted recuerda el escándalo Irángate, donde Oliver North, un ex marine al servicio personal del entonces presidente Ronald Reagan, se encargó de crear un sinfín de cuentas bancarias en Suiza, para triangular los dineros producidos por la venta de armas a Irán, con los que se financió a la llamada “Contra” nicaragüense.
Lo traigo a cuento porque –en opinión de conocedores–, el operativo de la ATF denominado Rápido y Furioso podría tener no una sino varias similitudes con el escándalo protagonizado por Reagan y por su consejero de Seguridad Nacional, Robert McFarlane, con la asistencia de North.
Ambos casos, el acaecido en 1986-1987 y el que ha sido revelado apenas unas semanas, involucran tráfico ilícito de armas. Contrabando, pues.
Fue el diario libanés Al Shiraa el que por primera vez dio cuenta del escándalo Irangate, como también se le llamo.
Fue otro medio de comunicación, la cadena televisora CBS, la que destapó la batahola Fast and Furious.
En la primera situación muchos recordamos que durante 18 meses, Washington había mantenido tratos confidenciales con Teherán para que intercediera ante la organización chiita Hezbollah, que mantenía secuestrados a seis estadounidenses en Líbano. Las negociaciones secretas se habían concretado en seis embarques de armas norteamericanas por valor de cien millones de dólares, entre agosto de 1985 y octubre de 1986. El dinero pagado por ellas fue a parar a cuentas secretas de la “Contra”, las milicias contrarevolucionarias antisandinistas en Nicaragua.
En el segundo de los casos, la introducción de armas –¿nada más dos mil?, ¿en serio?— de Estados Unidos hacia México, hay opiniones serias en el sentido de que entre las aparentemente “perdidas” pudiera haber no pocas en el Medio Oriente, donde “espontáneamente” las sociedades se han decidido a defenestrar a sus tiranos. Y es que las armas llegan a territorio mexicano como en torrente.
Hace poco menos de tres años, en noviembre de 2008, senadores del PRI denunciaron el ingreso de 2 mil armas diarias, entre fusiles y pistolas de varios calibres.
Datos de hace tres años, pues, dan como resultado un verdadero arsenal, suficiente para armar a todo un ejército insurgente o terrorista. O a varios, en distintas naciones…
¿Alguna de ellas sería Túnez, Egipto, Libia…?
Y sabe usted cuánto dinero producía, también hace tres años, ese mercado ilegal de armas? Pues la friolera de 30 mil millones de dólares.
Todo un negocio, ¿no cree usted?
Nos enteramos los mexicanos de esas cifras cuando el grupo parlamentario del PRI presentó en el Senado un proyecto de acuerdo para que el tráfico de armas fuese considerado una amenaza a la seguridad nacional y para que se facultara a la Secretaría de Seguridad Pública a combatir este delito.
Los legisladores destacaron que fusiles AK-47, AR-15, FAL, Galil, HK-G36 y Barret, entre otras armas, ingresan al país a través de las aduanas, lo que demuestra, dijo en aquel momento el senador Pedro Joaquín Coldwell, “el alto grado de corrupción, impunidad y complicidad de las autoridades que administran las fronteras, y que son una amenaza a la seguridad de los mexicanos. Las instituciones encargadas de velar por la seguridad de nuestras fronteras han sucumbido ante la voracidad de los grupos criminales”.
Y tales grupos criminales no son exclusivamente nacionales.
Sobremanera porque el mayor número de armas no registradas que entran a México lo hacen por la frontera sur, y sólo se pone atención a las que ingresan por la frontera norte.
Y es que mientras hay 30 mil oficiales de EU en los 3 mil 099 kilómetros de frontera con México, sólo 125 oficiales de inmigración mexicanos controlan los 928 kilómetros de frontera con Guatemala.
Y así como entran armas a México… también salen, aunque suene perogrullesco.
Hay por ello la impresión de que el Rápido y Furioso actual puede ser sólo un reprise del Irángate…
Que las armas no están perdidas en territorio mexicano. Que ya han sido empleadas para desestabilizar y hacer caer gobiernos tiranos. Y que de ello sí sabían en la Casa Blanca y, claro, en Los Pinos.
¿Cómo ve usted? ¿Es posible la repetición del Irangate?
Índice Flamígero: En una entrevista radiofónica, el señor Alejandro Poirot confirmó no nada más que los vuelos sobre territorio nacional con aviones no tripulados son cosa desde siempre sabida por su jefe Felipe Calderón. Y reveló que México también tiene este tipo de aparatos que, lo mismo, sobrevuelan Estados Unidos. Seguro está confundido el vocero de la inseguridad nacional. Deben ser “aviadores” del PAN, en ruta a Disneylandia, ¿no cree usted?
Por supuesto que usted recuerda el escándalo Irángate, donde Oliver North, un ex marine al servicio personal del entonces presidente Ronald Reagan, se encargó de crear un sinfín de cuentas bancarias en Suiza, para triangular los dineros producidos por la venta de armas a Irán, con los que se financió a la llamada “Contra” nicaragüense.
Lo traigo a cuento porque –en opinión de conocedores–, el operativo de la ATF denominado Rápido y Furioso podría tener no una sino varias similitudes con el escándalo protagonizado por Reagan y por su consejero de Seguridad Nacional, Robert McFarlane, con la asistencia de North.
Ambos casos, el acaecido en 1986-1987 y el que ha sido revelado apenas unas semanas, involucran tráfico ilícito de armas. Contrabando, pues.
Fue el diario libanés Al Shiraa el que por primera vez dio cuenta del escándalo Irangate, como también se le llamo.
Fue otro medio de comunicación, la cadena televisora CBS, la que destapó la batahola Fast and Furious.
En la primera situación muchos recordamos que durante 18 meses, Washington había mantenido tratos confidenciales con Teherán para que intercediera ante la organización chiita Hezbollah, que mantenía secuestrados a seis estadounidenses en Líbano. Las negociaciones secretas se habían concretado en seis embarques de armas norteamericanas por valor de cien millones de dólares, entre agosto de 1985 y octubre de 1986. El dinero pagado por ellas fue a parar a cuentas secretas de la “Contra”, las milicias contrarevolucionarias antisandinistas en Nicaragua.
En el segundo de los casos, la introducción de armas –¿nada más dos mil?, ¿en serio?— de Estados Unidos hacia México, hay opiniones serias en el sentido de que entre las aparentemente “perdidas” pudiera haber no pocas en el Medio Oriente, donde “espontáneamente” las sociedades se han decidido a defenestrar a sus tiranos. Y es que las armas llegan a territorio mexicano como en torrente.
Hace poco menos de tres años, en noviembre de 2008, senadores del PRI denunciaron el ingreso de 2 mil armas diarias, entre fusiles y pistolas de varios calibres.
Datos de hace tres años, pues, dan como resultado un verdadero arsenal, suficiente para armar a todo un ejército insurgente o terrorista. O a varios, en distintas naciones…
¿Alguna de ellas sería Túnez, Egipto, Libia…?
Y sabe usted cuánto dinero producía, también hace tres años, ese mercado ilegal de armas? Pues la friolera de 30 mil millones de dólares.
Todo un negocio, ¿no cree usted?
Nos enteramos los mexicanos de esas cifras cuando el grupo parlamentario del PRI presentó en el Senado un proyecto de acuerdo para que el tráfico de armas fuese considerado una amenaza a la seguridad nacional y para que se facultara a la Secretaría de Seguridad Pública a combatir este delito.
Los legisladores destacaron que fusiles AK-47, AR-15, FAL, Galil, HK-G36 y Barret, entre otras armas, ingresan al país a través de las aduanas, lo que demuestra, dijo en aquel momento el senador Pedro Joaquín Coldwell, “el alto grado de corrupción, impunidad y complicidad de las autoridades que administran las fronteras, y que son una amenaza a la seguridad de los mexicanos. Las instituciones encargadas de velar por la seguridad de nuestras fronteras han sucumbido ante la voracidad de los grupos criminales”.
Y tales grupos criminales no son exclusivamente nacionales.
Sobremanera porque el mayor número de armas no registradas que entran a México lo hacen por la frontera sur, y sólo se pone atención a las que ingresan por la frontera norte.
Y es que mientras hay 30 mil oficiales de EU en los 3 mil 099 kilómetros de frontera con México, sólo 125 oficiales de inmigración mexicanos controlan los 928 kilómetros de frontera con Guatemala.
Y así como entran armas a México… también salen, aunque suene perogrullesco.
Hay por ello la impresión de que el Rápido y Furioso actual puede ser sólo un reprise del Irángate…
Que las armas no están perdidas en territorio mexicano. Que ya han sido empleadas para desestabilizar y hacer caer gobiernos tiranos. Y que de ello sí sabían en la Casa Blanca y, claro, en Los Pinos.
¿Cómo ve usted? ¿Es posible la repetición del Irangate?
Índice Flamígero: En una entrevista radiofónica, el señor Alejandro Poirot confirmó no nada más que los vuelos sobre territorio nacional con aviones no tripulados son cosa desde siempre sabida por su jefe Felipe Calderón. Y reveló que México también tiene este tipo de aparatos que, lo mismo, sobrevuelan Estados Unidos. Seguro está confundido el vocero de la inseguridad nacional. Deben ser “aviadores” del PAN, en ruta a Disneylandia, ¿no cree usted?
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