Jesús Cantú
Las encuestas de preferencia electoral muestran tal ventaja del todavía gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, en la carrera por la Presidencia de la República que tuvo plena libertad para designar a Humberto Moreira, exgobernador de Coahuila, como sucesor de Beatriz Paredes en la dirigencia del PRI.
Bastó que el gobernador mexiquense se pronunciara a favor de Moreira, a finales de noviembre del año pasado, en la reunión de la Confederación Nacional de Gobernadores en Xalapa, Veracruz, para que todos se sumaran a dicho apoyo y el coahuilense arribara a la dirigencia priista mediante la llamada “candidatura de unidad”. Es público que ambos (Peña Nieto y Moreira) mantienen cercanía con la dirigente del magisterio, Elba Esther Gordillo, quien es otro de los apoyos políticos del ahora dirigente nacional del tricolor.
La llegada de Moreira a la dirigencia de ese partido no representará cambios bruscos en los posicionamientos y directrices del PRI, pero sí en lo que se refiere a los estilos personales, pues mientras Beatriz Paredes se caracteriza por su asertividad, Moreira se distingue por su estridencia. Esto fue manifiesto el mismo día en que lo declararon presidente electo del Comité Ejecutivo Nacional del PRI (8 de enero), cuando de inmediato arremetió contra el actual gobierno, lo que provocó reacciones de cuatro secretarios de Estado. Posteriormente, no se sabe si motu proprio o por recomendación de su propulsor, cambió el tono de sus declaraciones y ahora incluso propone sentar a todas las fuerzas políticas, incluido el presidente de la República, en una mesa de diálogo para “construir los grandes acuerdos para México”.
Pero lo cierto es que Moreira llega a la dirigencia nacional para pavimentar el camino de Peña Nieto a la Presidencia de la República. De acuerdo con el último levantamiento del tracking poll mensual que realiza Consulta Mitofsky, el gobernador cuenta con el respaldo de 83.8% de los priistas contra el escaso 5.4% que recibe Manlio Fabio Beltrones; y en el plano de la competencia con los candidatos de otros partidos, Peña Nieto aparece en el segundo lugar, con 91% de los entrevistados que lo conocen (rebasado únicamente por Andrés Manuel López Obrador, con el 94%). Sin embargo, por lo que se refiere a las opiniones positivas y negativas que se tiene de ambos, Peña Nieto obtuvo un saldo positivo de 42.4 puntos porcentuales, mientras López Obrador terminó con un saldo negativo de 18.2 puntos porcentuales. Y esto se traduce en preferencias electorales.
Asimismo, cuando se preguntó a los encuestados por quién votarían, incluyendo los nombres de los tres candidatos que van a la cabeza en sus respectivos partidos (Peña Nieto, AMLO y Santiago Creel), el resultado fue que el PRI, con Peña Nieto, alcanza 51.4% de las menciones (11 puntos más de los que obtiene el tricolor sin candidatos), muy por encima de las preferencias declaradas por el PRD, con AMLO (16%), y el PAN, con Creel (13%).
Aunque todavía faltan muchos meses y acontecimientos para llegar a los comicios del 1 de julio de 2012, lo cierto es que la ventaja que muestra Peña Nieto le permite imponer sus decisiones en el PRI, tal como hizo hace seis años López Obrador en el PRD. En aquel momento, en la sucesión interna perredista, López Obrador designó como dirigente a Leonel Cota; hoy, Peña Nieto hace lo propio con Moreira. Sin embargo, hay diferencias importantes: entonces en el PRD no asomaba ningún serio contendiente ante López Obrador, pues Cuauhtémoc Cárdenas ya llevaba cinco años sin reflectores públicos; y ahora, en el PRI, no deja de latir el corazón de Manlio Fabio Beltrones, quien para exhibirse cuenta con el escaparate del Senado, y ya lo está haciendo.
De acuerdo con la misma encuesta, en lo relativo al conocimiento que se tiene de los personajes, Beltrones aparece en el cuarto lugar, casi justo a la mitad de Peña Nieto, con únicamente 44.1% de los entrevistados, y con un saldo favorable de opinión positiva menos la negativa de 6.5 puntos. No obstante, tiene todo lo que resta del año para acrecentar ambos índices y/o disminuir el saldo favorable de su principal opositor interno.
Desde el inicio de su periodo en el Senado, Beltrones busca posicionarse como un legislador conciliador, propositivo, capaz de tejer acuerdos e impulsar iniciativas legislativas. Hay que recordar que él fue quien presentó la iniciativa para sacar adelante la llamada reforma del Estado, que finalmente concluyó casi exclusivamente con la reforma electoral a finales de 2007.
Y no es casualidad que al inicio de este año Beltrones haya lanzado su iniciativa de reforma fiscal, que ya metió en un brete al mismo Peña Nieto, quien tuvo que mover a otro de sus personeros, Francisco Rojas, líder de la fracción priista en la Cámara de Diputados, para pronunciarse en contra y tratar de cancelar así cualquier posibilidad de éxito a dicha iniciativa. Sin embargo, Beltrones no desistió y, de acuerdo con filtraciones y declaraciones de actores secundarios, Peña Nieto no dejaría vía libre a la reforma, sino hasta el periodo de sesiones que empieza en septiembre, para que su aprobación no le represente ningún costo para los comicios que, en julio próximo, elegirán a su sucesor en el Edomex.
Una de las principales labores de Beatriz Paredes fue precisamente evitar que se generaran choques entre los distintos grupos tricolores. Donde no pudo hacerlo, como en Sinaloa y Guerrero, el PRI perdió las elecciones. Y esa no parece ser una de las intenciones principales de Moreira, quien llega a la dirigencia nacional para servir a Peña Nieto, por una parte, como escudo que saca el pecho frente a los misiles o aparece en los temas que resulten incómodos o inconvenientes para el todavía gobernador, y por la otra, como distractor, que tenderá cortinas de humo, fundamentalmente como provocador, cuando lo considere pertinente, para despejarle el camino a Peña Nieto, quien seguirá con su presencia mediática intensiva, pero exhibiéndose en acciones positivas u opinando sobre temas no controvertidos.
Esto puede resultar muy positivo para Peña Nieto frente a los ataques del exterior, pero no le permitirá sortear el llamado “fuego amigo”, que a pesar del pragmatismo y la disciplina tricolores estará presente en los próximos meses.
De las primeras acciones de Moreira se desprende que ellos consideran que su principal contendiente en julio de 2012 será el candidato blanquiazul, y por lo mismo empiezan a perfilar una campaña en la que básicamente se discuta sobre la capacidad o incapacidad para gobernar. Es decir, los tricolores tratarán de mostrar que los gobiernos panistas son incapaces y propondrán su experiencia y capacidad probadas. En este contexto, Beltrones quiere mostrar que él también sabe cómo hacerlo.
Hasta estos momentos Peña Nieto impone su ley, y una muestra de ello es la designación de Moreira en la dirigencia del tricolor; pero el camino que falta por recorrer todavía es muy largo y los mejores obuses de sus contendientes internos y externos todavía están por venir.
Las encuestas de preferencia electoral muestran tal ventaja del todavía gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, en la carrera por la Presidencia de la República que tuvo plena libertad para designar a Humberto Moreira, exgobernador de Coahuila, como sucesor de Beatriz Paredes en la dirigencia del PRI.
Bastó que el gobernador mexiquense se pronunciara a favor de Moreira, a finales de noviembre del año pasado, en la reunión de la Confederación Nacional de Gobernadores en Xalapa, Veracruz, para que todos se sumaran a dicho apoyo y el coahuilense arribara a la dirigencia priista mediante la llamada “candidatura de unidad”. Es público que ambos (Peña Nieto y Moreira) mantienen cercanía con la dirigente del magisterio, Elba Esther Gordillo, quien es otro de los apoyos políticos del ahora dirigente nacional del tricolor.
La llegada de Moreira a la dirigencia de ese partido no representará cambios bruscos en los posicionamientos y directrices del PRI, pero sí en lo que se refiere a los estilos personales, pues mientras Beatriz Paredes se caracteriza por su asertividad, Moreira se distingue por su estridencia. Esto fue manifiesto el mismo día en que lo declararon presidente electo del Comité Ejecutivo Nacional del PRI (8 de enero), cuando de inmediato arremetió contra el actual gobierno, lo que provocó reacciones de cuatro secretarios de Estado. Posteriormente, no se sabe si motu proprio o por recomendación de su propulsor, cambió el tono de sus declaraciones y ahora incluso propone sentar a todas las fuerzas políticas, incluido el presidente de la República, en una mesa de diálogo para “construir los grandes acuerdos para México”.
Pero lo cierto es que Moreira llega a la dirigencia nacional para pavimentar el camino de Peña Nieto a la Presidencia de la República. De acuerdo con el último levantamiento del tracking poll mensual que realiza Consulta Mitofsky, el gobernador cuenta con el respaldo de 83.8% de los priistas contra el escaso 5.4% que recibe Manlio Fabio Beltrones; y en el plano de la competencia con los candidatos de otros partidos, Peña Nieto aparece en el segundo lugar, con 91% de los entrevistados que lo conocen (rebasado únicamente por Andrés Manuel López Obrador, con el 94%). Sin embargo, por lo que se refiere a las opiniones positivas y negativas que se tiene de ambos, Peña Nieto obtuvo un saldo positivo de 42.4 puntos porcentuales, mientras López Obrador terminó con un saldo negativo de 18.2 puntos porcentuales. Y esto se traduce en preferencias electorales.
Asimismo, cuando se preguntó a los encuestados por quién votarían, incluyendo los nombres de los tres candidatos que van a la cabeza en sus respectivos partidos (Peña Nieto, AMLO y Santiago Creel), el resultado fue que el PRI, con Peña Nieto, alcanza 51.4% de las menciones (11 puntos más de los que obtiene el tricolor sin candidatos), muy por encima de las preferencias declaradas por el PRD, con AMLO (16%), y el PAN, con Creel (13%).
Aunque todavía faltan muchos meses y acontecimientos para llegar a los comicios del 1 de julio de 2012, lo cierto es que la ventaja que muestra Peña Nieto le permite imponer sus decisiones en el PRI, tal como hizo hace seis años López Obrador en el PRD. En aquel momento, en la sucesión interna perredista, López Obrador designó como dirigente a Leonel Cota; hoy, Peña Nieto hace lo propio con Moreira. Sin embargo, hay diferencias importantes: entonces en el PRD no asomaba ningún serio contendiente ante López Obrador, pues Cuauhtémoc Cárdenas ya llevaba cinco años sin reflectores públicos; y ahora, en el PRI, no deja de latir el corazón de Manlio Fabio Beltrones, quien para exhibirse cuenta con el escaparate del Senado, y ya lo está haciendo.
De acuerdo con la misma encuesta, en lo relativo al conocimiento que se tiene de los personajes, Beltrones aparece en el cuarto lugar, casi justo a la mitad de Peña Nieto, con únicamente 44.1% de los entrevistados, y con un saldo favorable de opinión positiva menos la negativa de 6.5 puntos. No obstante, tiene todo lo que resta del año para acrecentar ambos índices y/o disminuir el saldo favorable de su principal opositor interno.
Desde el inicio de su periodo en el Senado, Beltrones busca posicionarse como un legislador conciliador, propositivo, capaz de tejer acuerdos e impulsar iniciativas legislativas. Hay que recordar que él fue quien presentó la iniciativa para sacar adelante la llamada reforma del Estado, que finalmente concluyó casi exclusivamente con la reforma electoral a finales de 2007.
Y no es casualidad que al inicio de este año Beltrones haya lanzado su iniciativa de reforma fiscal, que ya metió en un brete al mismo Peña Nieto, quien tuvo que mover a otro de sus personeros, Francisco Rojas, líder de la fracción priista en la Cámara de Diputados, para pronunciarse en contra y tratar de cancelar así cualquier posibilidad de éxito a dicha iniciativa. Sin embargo, Beltrones no desistió y, de acuerdo con filtraciones y declaraciones de actores secundarios, Peña Nieto no dejaría vía libre a la reforma, sino hasta el periodo de sesiones que empieza en septiembre, para que su aprobación no le represente ningún costo para los comicios que, en julio próximo, elegirán a su sucesor en el Edomex.
Una de las principales labores de Beatriz Paredes fue precisamente evitar que se generaran choques entre los distintos grupos tricolores. Donde no pudo hacerlo, como en Sinaloa y Guerrero, el PRI perdió las elecciones. Y esa no parece ser una de las intenciones principales de Moreira, quien llega a la dirigencia nacional para servir a Peña Nieto, por una parte, como escudo que saca el pecho frente a los misiles o aparece en los temas que resulten incómodos o inconvenientes para el todavía gobernador, y por la otra, como distractor, que tenderá cortinas de humo, fundamentalmente como provocador, cuando lo considere pertinente, para despejarle el camino a Peña Nieto, quien seguirá con su presencia mediática intensiva, pero exhibiéndose en acciones positivas u opinando sobre temas no controvertidos.
Esto puede resultar muy positivo para Peña Nieto frente a los ataques del exterior, pero no le permitirá sortear el llamado “fuego amigo”, que a pesar del pragmatismo y la disciplina tricolores estará presente en los próximos meses.
De las primeras acciones de Moreira se desprende que ellos consideran que su principal contendiente en julio de 2012 será el candidato blanquiazul, y por lo mismo empiezan a perfilar una campaña en la que básicamente se discuta sobre la capacidad o incapacidad para gobernar. Es decir, los tricolores tratarán de mostrar que los gobiernos panistas son incapaces y propondrán su experiencia y capacidad probadas. En este contexto, Beltrones quiere mostrar que él también sabe cómo hacerlo.
Hasta estos momentos Peña Nieto impone su ley, y una muestra de ello es la designación de Moreira en la dirigencia del tricolor; pero el camino que falta por recorrer todavía es muy largo y los mejores obuses de sus contendientes internos y externos todavía están por venir.
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