Francisco Rodríguez / Índice Político
Resulta harto curioso el cómo ciertos medios de comunicación moldean la opinión política de los mexicanos, incluidos aquellos que permanentemente critican el desempeño de las televisoras, por ejemplo. El caso del mexiquense Arturo Montiel es paradigmático.
Y es que el antecesor inmediato de Enrique Peña Nieto en la gubernatura del Estado de México y en el mejor posicionamiento para alcanzar la Presidencia de la República –uno, para la aún no aclarada del 2006; el otro, para la inminente de 2012-- es sin duda uno de los políticos contemporáneos que mayor rechazo genera, debido precisamente a los panfletos electrónicos que se lanzaron en su contra.
Y cual dicen decía el mítico potosino Gonzalo N. Santos, en esta campaña que consiguió cercenar las aspiraciones de Montiel, sólo los perros de adelante sabían por qué y para qué ladraban.
Escribo esto en la víspera de la presentación del libro Arturo Montiel desde Atlacomulco, muy bien escrito por la periodista Norma Meraz –quien hoy es cónyuge del protagonista--, ya puesto en las librerías por la Editorial Planeta. Esta tarde, en efecto, el colega Miguel Reyes Razo moderará, en la capitalina Casa Lamm, los comentarios al libro que estarán a cargo de María Luisa “La China” Mendoza, Tere Vale, Luis Eugenio Todd y Rodolfo Echeverría Ruiz.
Del contenido de la obra ya se han publicado lo que se llama “adelantos”. Fragmentos sustanciales del libro que significan noticia para los medios. Y ha sido noticia el enterarse de las amenazas de muerte en contra de Montiel y de sus más cercanos familiares, de no renunciar a sus aspiraciones.
Política mafiosa, pues, que usó el panfleto para conseguir sus fines.
Lo explica así Montiel:
“¿Por qué abandoné la contienda? Soy político, pero sobre todo un ser humano. Lo que rige la vida no sólo es la búsqueda del poder, sino los afectos y los sentimientos. Por supuesto que deseaba ser candidato a la Presidencia, triunfar, ser presidente de la República, había trabajado toda mi vida para ello, era la culminación de mi carrera y el cumplimiento de un sueño que había nacido en Atlacomulco, como lo he relatado ampliamente en las partes anteriores. Había apostado por ser presidente de México, estaba preparado, con proyecto y visión de Estado, me sentía, además, heredero de la tradición política del Estado de México, del legado de Isidro Fabela, de Alfredo del Mazo Vélez, de Gustavo Baz y del maestro Carlos Hank; era mi momento y lo consideraba legítimo.
“En octubre de 2005, regresando del estado de Michoacán y de una exitosa y tumultuosa reunión de apoyo a mi candidatura, mi secretaria, Blanca Ramírez, me informó que de nueva cuenta y durante todo el día había recibido llamadas telefónicas de personas que no se identificaban y que pedían hablar personalmente conmigo.
“Eran las 11:30 de la noche cuando contesté una llamada de esas voces anónimas, una voz malsonante y bravucona que con majaderías me amenazó de muerte.
“–Si no renuncias, atente a las consecuencias, no estamos jugando –me dijo.
“Se me exigía renunciar, si no ‘se pondrían los muertos y no sólo de tu familia’. Y comenzó el acoso. Éste fue constante, media docena de llamadas diarias, a mis celulares privados, a mi oficina, a mi casa, a mi esposa, a mis hijos, Pablo y Arturo, e incluso a amigos cercanos; amenazaron a Carlos Rello, Carlos Iriarte, Marco Antonio Nava y Navas y al maestro Lauro Rendón, entre otros.
“Cuando tomé una de las llamadas los enfrenté, les pregunté quién los mandaba, les dije que no fueran cobardes y que sí me importaba lo que estaban haciendo. Sólo me contestaron:
“–Comenzaremos con tu hijo, el más grande (Arturo)… ¡Tienes que renunciar ya!
“Solicité protección para mi familia y hubo vigilancia día y noche: en casa de mis padres, de mis hijos y de mi esposa, pero en realidad estaba a merced de esos sicarios. Era imposible defender a todos o defenderme, terminarían por dañar a alguien. Le informé a Roberto Madrazo, pero él sólo se asombró y me dijo que ‘no lo podía creer’. No hizo ninguna declaración pública ni recibí ningún apoyo.”
Narra también Montiel, en la pluma de Meraz, cómo fue que los mafiosi –señala a los inquilinos de Los Pinos, los Fox, y al propio Madrazo—hicieron llegar información tergiversada a Televisa, empresa a la que había beneficiado con cuantiosos contratos publicitarios, y cómo ésta comisionó a sus conductores la tarea de divulgarlos.
Y tras Televisa, el perro que sabía por qué y para qué ladrar, se fue toda la jauría…
Bien hace Montiel hoy al publicar esos pasajes. Muy a tiempo. Son aleccionadores. Y no sólo porque pongan en evidencia cómo algunos medios moldean la opinión política hasta de quienes son críticos de esos mismos medios…. También, claro, porque dichos medios son mala paga.
Muy a tiempo, pues.
Índice Flamígero: No sorprende conocer la información destacada ayer por el diario capitalino Reforma: “En 2010, el Gobierno de Felipe Calderón impuso un récord en el gasto de publicidad al erogar 6 mil 479 millones de pesos. Esta cifra es 4 mil 809 millones de pesos superior a lo autorizado por el Congreso en el Presupuesto de Egresos para ese año, es decir, casi tres veces lo presupuestado originalmente.” El ocupante de Los Pinos paga ahora, le pegarán después.
Resulta harto curioso el cómo ciertos medios de comunicación moldean la opinión política de los mexicanos, incluidos aquellos que permanentemente critican el desempeño de las televisoras, por ejemplo. El caso del mexiquense Arturo Montiel es paradigmático.
Y es que el antecesor inmediato de Enrique Peña Nieto en la gubernatura del Estado de México y en el mejor posicionamiento para alcanzar la Presidencia de la República –uno, para la aún no aclarada del 2006; el otro, para la inminente de 2012-- es sin duda uno de los políticos contemporáneos que mayor rechazo genera, debido precisamente a los panfletos electrónicos que se lanzaron en su contra.
Y cual dicen decía el mítico potosino Gonzalo N. Santos, en esta campaña que consiguió cercenar las aspiraciones de Montiel, sólo los perros de adelante sabían por qué y para qué ladraban.
Escribo esto en la víspera de la presentación del libro Arturo Montiel desde Atlacomulco, muy bien escrito por la periodista Norma Meraz –quien hoy es cónyuge del protagonista--, ya puesto en las librerías por la Editorial Planeta. Esta tarde, en efecto, el colega Miguel Reyes Razo moderará, en la capitalina Casa Lamm, los comentarios al libro que estarán a cargo de María Luisa “La China” Mendoza, Tere Vale, Luis Eugenio Todd y Rodolfo Echeverría Ruiz.
Del contenido de la obra ya se han publicado lo que se llama “adelantos”. Fragmentos sustanciales del libro que significan noticia para los medios. Y ha sido noticia el enterarse de las amenazas de muerte en contra de Montiel y de sus más cercanos familiares, de no renunciar a sus aspiraciones.
Política mafiosa, pues, que usó el panfleto para conseguir sus fines.
Lo explica así Montiel:
“¿Por qué abandoné la contienda? Soy político, pero sobre todo un ser humano. Lo que rige la vida no sólo es la búsqueda del poder, sino los afectos y los sentimientos. Por supuesto que deseaba ser candidato a la Presidencia, triunfar, ser presidente de la República, había trabajado toda mi vida para ello, era la culminación de mi carrera y el cumplimiento de un sueño que había nacido en Atlacomulco, como lo he relatado ampliamente en las partes anteriores. Había apostado por ser presidente de México, estaba preparado, con proyecto y visión de Estado, me sentía, además, heredero de la tradición política del Estado de México, del legado de Isidro Fabela, de Alfredo del Mazo Vélez, de Gustavo Baz y del maestro Carlos Hank; era mi momento y lo consideraba legítimo.
“En octubre de 2005, regresando del estado de Michoacán y de una exitosa y tumultuosa reunión de apoyo a mi candidatura, mi secretaria, Blanca Ramírez, me informó que de nueva cuenta y durante todo el día había recibido llamadas telefónicas de personas que no se identificaban y que pedían hablar personalmente conmigo.
“Eran las 11:30 de la noche cuando contesté una llamada de esas voces anónimas, una voz malsonante y bravucona que con majaderías me amenazó de muerte.
“–Si no renuncias, atente a las consecuencias, no estamos jugando –me dijo.
“Se me exigía renunciar, si no ‘se pondrían los muertos y no sólo de tu familia’. Y comenzó el acoso. Éste fue constante, media docena de llamadas diarias, a mis celulares privados, a mi oficina, a mi casa, a mi esposa, a mis hijos, Pablo y Arturo, e incluso a amigos cercanos; amenazaron a Carlos Rello, Carlos Iriarte, Marco Antonio Nava y Navas y al maestro Lauro Rendón, entre otros.
“Cuando tomé una de las llamadas los enfrenté, les pregunté quién los mandaba, les dije que no fueran cobardes y que sí me importaba lo que estaban haciendo. Sólo me contestaron:
“–Comenzaremos con tu hijo, el más grande (Arturo)… ¡Tienes que renunciar ya!
“Solicité protección para mi familia y hubo vigilancia día y noche: en casa de mis padres, de mis hijos y de mi esposa, pero en realidad estaba a merced de esos sicarios. Era imposible defender a todos o defenderme, terminarían por dañar a alguien. Le informé a Roberto Madrazo, pero él sólo se asombró y me dijo que ‘no lo podía creer’. No hizo ninguna declaración pública ni recibí ningún apoyo.”
Narra también Montiel, en la pluma de Meraz, cómo fue que los mafiosi –señala a los inquilinos de Los Pinos, los Fox, y al propio Madrazo—hicieron llegar información tergiversada a Televisa, empresa a la que había beneficiado con cuantiosos contratos publicitarios, y cómo ésta comisionó a sus conductores la tarea de divulgarlos.
Y tras Televisa, el perro que sabía por qué y para qué ladrar, se fue toda la jauría…
Bien hace Montiel hoy al publicar esos pasajes. Muy a tiempo. Son aleccionadores. Y no sólo porque pongan en evidencia cómo algunos medios moldean la opinión política hasta de quienes son críticos de esos mismos medios…. También, claro, porque dichos medios son mala paga.
Muy a tiempo, pues.
Índice Flamígero: No sorprende conocer la información destacada ayer por el diario capitalino Reforma: “En 2010, el Gobierno de Felipe Calderón impuso un récord en el gasto de publicidad al erogar 6 mil 479 millones de pesos. Esta cifra es 4 mil 809 millones de pesos superior a lo autorizado por el Congreso en el Presupuesto de Egresos para ese año, es decir, casi tres veces lo presupuestado originalmente.” El ocupante de Los Pinos paga ahora, le pegarán después.
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