Las dos cabezas del PRD

José Gil Olmos

La nueva dirigencia nacional del PRD ha nacido bicéfala y todo parece indicar que así seguirá llevando al partido: dividido en dos corrientes rumbo a la elección presidencial del 2012, corriendo por dos canales distintos, con dos proyectos cuyas cabezas visibles son la de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard.

Hace 22 años nació el PRD con la idea de juntar en un mismo partido a distintas corrientes y personalidades provenientes del PRI, del Partido Socialista Mexicano, del Partido Comunista y de otras expresiones de la izquierda que hasta entonces estaban desbalagadas, actuando de manera desintegrada, pero con propósitos similares: un nuevo proyecto de nación.

De entonces a la fecha, el PRD ha caminado con dificultades y no ha logrado consolidarse institucionalmente como un partido cohesionado, a pesar de los liderazgos de Cuahutémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Porfirio Muñoz Ledo, quienes no fueron capaces de ensamblarlo en una sola pieza política.

El destino de la izquierda mexicana parece ser el desacuerdo y la confrontación. Nada ni nadie parece lograr su unidad. Ni siquiera el avance electoral que tuvo en el 2006, colocándose como segunda fuerza política nacional logró diluir sus diferencias internas.

Fiel a sus orígenes, el domingo pasado dos corrientes se enfrentaron en la pelea por la dirigencia nacional del PRD. De un lado la llamada tribu de Los Chuchos liderada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano –ambos a favor de las alianzas electorales con el PAN-- quienes lograron la mayoría y se mantuvieron en la presidencia del partido; del otro lado, Dolores Padierna, quien junto con Manuel López Obrador rechaza las alianzas con los panistas y sólo lograron alcanzar la secretaría general.

Ambas caras del perredismo miran hacia lados opuestos, tienen visiones distintas y dos proyectos políticos diferentes: el primero más cercano al de Marcelo Ebrard y el otro, al de Andrés Manuel López Obrador.

Rumbo a las elecciones del 2012 no se ve cómo estas dos expresiones políticas puedan ponerse de acuerdo, sobre todo porque ambas tienen dos cabezas visibles que quieren ser candidatos a la Presidencia de la República.

De manera metafórica, esta situación del PRD podría asemejarse al mito de la mujer de dos cabezas que siendo adulta ya no pudo seguir con vida porque cada una de ellas quería hacer con su cuerpo cosas diferentes y sus ideas se contraponían hasta la esquizofrenia. O también podría ser como las dos caras de Janus, el dios de la antigua Roma que debido a su naturaleza inicial se utiliza frecuentemente para simbolizar el cambio y las transiciones como la progresión del pasado al futuro.

El PRD está en la disyuntiva de seguir un solo camino y en esa selección puede haber una escisión interna que significaría la salida de un buen número de militantes, ocasionando un debilitamiento que a ninguna de las dos corrientes visibles le favorecerá, sino a sus adversarios, principalmente a los del PRI que van en busca de los votos indecisos y de los jóvenes que definirán la elección.

La nueva dirigencia del PRD empieza con saldos negativos: En los últimos cinco años ha perdido 19 puntos en la preferencia electoral y se encuentra ubicado como tercera fuerza electoral, a pesar de que en la elección del 2006 llegó a quedar a 0.56% del PAN, que ganó la Presidencia de la República con la candidatura de Felipe Calderón.

En su última encuesta nacional en vivienda, la empresa Parametría dio a conocer que en febrero de este año el PRD tenía sólo 16% de la preferencia electoral, 33 puntos porcentuales por debajo del PRI y a 12 del PAN.

Cuando falta más de un año de la elección presidencial, apenas 9% de los ciudadanos se identifica, mucho o poco, con el partido del sol azteca, superado por el PRI y el PAN.

Las peleas internas han dejado saldos también negativos en el PRD. Según la misma encuesta de Parametría, 62% de los encuestados opina que ese partido se ocupa más de sus luchas internas que de la solución de los problemas nacionales. Además, 47% que cree que, de llegar a la Presidencia de la República algún abanderado del perredismo, la economía del país estaría en peligro.

La figura más conocida del perredismo es Andrés Manuel López Obrador: 95% de los ciudadanos han oído hablar de él, pero tiene un saldo de opinión negativo de 49%. Mientras que a Marcelo Ebrard lo conoce 78% de los mexicanos, de los cuales 29% tiene una imagen negativa de él.

En cuanto a aspirantes a la candidatura por el PRD se refiere, Andrés Manuel López Obrador tiene ventaja sobre Ebrard, pero en ambos casos levan la carga negativa de un partido que no ha crecido por las peleas internas.

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