Andrés Avila Armella / Especial para RMX
No cabe duda de que una de las conquistas más significativas que obtuvo el pueblo mexicano tras la lucha armada iniciada en 1910, fue la aprobación del artículo tercero de la Constitución, la cual establece, por primera vez en nuestro país, y para ese entonces una de las primeras veces en la historia de las constituciones, el carácter público, laico y gratuito de la educación pública. El Artículo tercero, junto con el 27 y el 123 hicieron de la constitución mexicana una de las más avanzadas de su época, sobre todo tomando en cuenta que su aprobación se dio antes de la Revolución Socialista de Octubre, que por lo demás habría de cambiar a nivel mundial el curso de la lucha de clases.
La promoción de la educación pública había sido hasta entonces una demanda netamente popular, siendo Francisco Villa uno de sus principales defensores cuando durante el tiempo que pudo gobernar el estado de Chihuahua se encargó, en los hechos, de aplicar las medidas que más tarde pasarían al texto constitucional, aún cuando él y su grupo no participaron del constituyente del 17.
Si bien el artículo tercero no rompe con la legalidad y la estructura estatal burguesa, también es cierto que históricamente los grupos más conservadores de la burguesía, dentro de los cuales destaca la jerarquía católica, han luchado en contra del mismo y han tratado, por muchas vías de revertir sus alcances. Veamos a continuación algunas de las razones por las que esto ocurre.
- El artículo tercero no solamente establece el carácter gratuito, laico y público de la educación sino que además precisa algunos criterios como los que cito a continuación:
La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.
I. Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa;
II. El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Además:
a) Será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo;
b) Será nacional, en cuanto —sin hostilidades ni exclusivismos— atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura, y
c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos;
- Algunos de estos principios no pueden sino causar resquemor en las élites conservadoras del poder burgués quienes se sienten agredidas con las ideas de patriotismo, laicidad, defensa de nuestra independencia, etc. pues desde su perspectiva, estos principios despiertan la beligerancia popular en contra de los jerarcas de la iglesia o los empresarios extranjeros.
- La educación pública si bien se encuentra administrada por el Estado, y por tanto conducida ideológicamente por la burguesía, cubre un papel fundamental en el proceso de identidad popular y de clase de los estudiantes que a ella acuden; incluso, a menudo la escuela pública ha sido un lugar indicado para la organización de colonos, campesinos y trabajadores, mismos que encuentran en la escuela de sus hijos un espacio de convivencia y de interés común.
- Por tanto, a pesar de sus limitaciones, la escuela pública juega un papel importante en la formación de la identidad y reconocimiento del pueblo trabajador.
Por estas razones, la burguesía ha promovido desde siempre, la educación privada para que en ella sus hijos encuentren su propia identidad burguesa, inculcándoles, desde sus primeros años que ellos no son iguales al populacho que acude a la escuela pública. En las escuelas privadas, la burguesía evita que sus hijos desarrollen sentimientos de afectividad, identidad o incluso reconocimiento al pueblo trabajador, teniendo además la facilidad de influir de forma más directa en el modo en que son educados sus hijos, evitando lidiar con profesores y padres de familia ajenos a sus ideas.
Por otra parte, la pequeña burguesía, sobre todo la que tiene un elevado poder adquisitivo, y aquella de ideología más conservadora, ha encontrado en la educación privada, un instrumento de integración de sus hijos a los círculos de administración de la producción capitalista y de gestión estatal, pues el tipo de educación que en ella se desarrolla está pensada para quienes habrán de formar parte de la administración del capital.
La burguesía no se opone a la existencia de la educación pública pues es una necesidad para la reproducción capitalista el que los futuros trabajadores obtengan en ella los conocimientos elementales que le permitan desarrollar efectivamente su papel en la producción, sin embargo sí se oponen a que sus hijos, los futuros burgueses se formen de la misma manera que los futuros trabajadores; pero además se oponen a que los criterios que imperan para la educación pública imperen también en la educación privada, por lo que no deja de causarles resquemor el apartado del artículo tercero que dice en su fracción sexta:
VI. Los particulares podrán impartir educación en todos sus tipos y modalidades. En los términos que establezca la ley, el Estado otorgará y retirará el reconocimiento de validez oficial a los estudios que se realicen en planteles particulares. En el caso de la educación preescolar, primaria, secundaria y normal, los particulares deberán:
a) Impartir la educación con apego a los mismos fines y criterios que establecen el segundo párrafo y la fracción II, así como cumplir los planes y programas a que se refiere la fracción III, y
b) Obtener previamente, en cada caso, la autorización expresa del poder público, en los términos que establezca la ley;
La burguesía más conservadora, a pesar de lo anterior, siempre ha encontrado la forma de eludir estos principios y se las ha arreglado para que en sus escuelas se impartan materias relacionadas con sus ideas y sus intereses, ya sea de carácter religioso o plenamente de la cultura empresarial.
Por ello el decreto aprobado en los días pasados por Felipe Calderón ataca a la educación pública por dos vías:
1.- Al subsidiar la educación privada, aunque él diga lo contrario, se están utilizando recursos que bien podrían ser utilizados en la educación pública, para promover económicamente a las escuelas privadas quienes esperan un repunte en sus finanzas a partir de la entrada en vigor del decreto, tan es así que Guillermo Bustamante, presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia, una de las agrupaciones burguesas más conservadoras, dijo que “confió en que con esta medida los tutores se sientan incentivados para sacar a sus hijos de escuelas públicas y enviarlos a las particulares”.
De esta forma podemos ver claramente una farsa más del gobierno calderonista, quien permanentemente se ha venido quejando de que la recaudación de impuestos es insuficiente para desarrollar el gasto público y, por tanto es necesario incrementar la recaudación fiscal, principalmente al consumo, por lo que han promovido el aumento del Impuesto al Valor Agregado (iva), así como su extensión a medicinas y alimentos, mientras que simultáneamente promueve exenciones fiscales para las empresas que operan en México, muchas de las cuales ni siquiera pagan impuestos por sus transacciones millonarias. En este caso, parecen abandonar sus quejas por la falta de recaudación y deciden otorgar nuevas exenciones, una vez más, a favor de las familias con mayores ingresos. De esta forma, lo primero que podemos esperar es que el gobierno en turno, aumente la presión fiscal sobre las familias trabajadoras.
2.- Por otra parte la medida promueve el abandono de la educación pública no sólo en sus finanzas, sino también en el carácter que señala el artículo tercero; por ello no es raro que la misma UNPF haya declarado que la medida promueve la libertad de los padres de familia para elegir el tipo de educación que recibirán sus hijos, permitiendo así que organizaciones de lo más reaccionarias como los tristemente célebres Legionarios de Cristo, el Opus Dei o, los Maristas, pertenecientes a la iglesia católica, además de otras de origen norteamericano y con ideología marcadamente empresarial, quienes han formado verdaderos monopolios de la educación privada, aumenten además de sus arcas, su posibilidad de influir ideológicamente en un mayor número de personas.
El acceso a la educación privada produce la ilusión, sobre todo entre las familias pequeñoburguesas, pero incluso también en algunas proletarias, de que podrán escalar socialmente, acceder a la propia burguesía, sin embargo esto no ocurre así, en realidad un burgués no conquista su condición por el tipo de escuela a la que halla ido sino por la herencia de medios de producción, pero sí le permite a la burguesía contar con un cuerpo administrativo de su riqueza que comparta su ideología y que le resulte más confiable; es decir, la burguesía requiere de formar un cúmulo importante de personas que, aunque no sean burgueses, piensen y dirijan algunas áreas productivas como si lo fueran, encontrando en dichas capas un importante respaldo político.
Algo que tampoco debemos perder de vista es que los mencionados sectores conservadores de la burguesía no se encuentran satisfechos aún, y seguirán empujando por minar el carácter público, gratuito y laico de la educación; así pues, la Asociación Interamericana de Organizaciones de Padres de Familia afirmó en días recientes que no se conformarán con dicho decreto y que ahora tratarán de asegurar la gratuidad de la educación privada, y no solamente a nivel básico, sino incluso a nivel superior. Por demás está recordar que estos mismos personajes han sido los más férreos opositores a las luchas que el pueblo ha llevado a cabo en defensa de la educación pública, entre otros, fueron de quienes en 1999 promovieron de todas las formas posibles, el alza de cuotas en la UNAM y atacaron sistemáticamente al movimiento estudiantil que defendía el carácter público y gratuito de la educación, calificando a los estudiantes de nuestra máxima casa de estudios como ladrones y haraganes por recibir educación superior de forma gratuita.
Por último me parece importante subrayar que es nuestro deber defender la educación pública y frenar a estos sectores recalcitrantes de la burguesía en sus pretensiones de privatizarla, es necesario detener los embates reaccionarios en contra del Artículo tercero constitucional, pero a diferencia de las posiciones oportunistas, debemos reconocer en él, un artículo que no se opone esencialmente a la estructura jurídica burguesa. Así pues debemos evitar la eliminación reaccionaria del artículo tercero, mientras impulsamos un programa revolucionario para la educación pública, el cual debe superar necesariamente al artículo tercero.
No cabe duda de que una de las conquistas más significativas que obtuvo el pueblo mexicano tras la lucha armada iniciada en 1910, fue la aprobación del artículo tercero de la Constitución, la cual establece, por primera vez en nuestro país, y para ese entonces una de las primeras veces en la historia de las constituciones, el carácter público, laico y gratuito de la educación pública. El Artículo tercero, junto con el 27 y el 123 hicieron de la constitución mexicana una de las más avanzadas de su época, sobre todo tomando en cuenta que su aprobación se dio antes de la Revolución Socialista de Octubre, que por lo demás habría de cambiar a nivel mundial el curso de la lucha de clases.
La promoción de la educación pública había sido hasta entonces una demanda netamente popular, siendo Francisco Villa uno de sus principales defensores cuando durante el tiempo que pudo gobernar el estado de Chihuahua se encargó, en los hechos, de aplicar las medidas que más tarde pasarían al texto constitucional, aún cuando él y su grupo no participaron del constituyente del 17.
Si bien el artículo tercero no rompe con la legalidad y la estructura estatal burguesa, también es cierto que históricamente los grupos más conservadores de la burguesía, dentro de los cuales destaca la jerarquía católica, han luchado en contra del mismo y han tratado, por muchas vías de revertir sus alcances. Veamos a continuación algunas de las razones por las que esto ocurre.
- El artículo tercero no solamente establece el carácter gratuito, laico y público de la educación sino que además precisa algunos criterios como los que cito a continuación:
La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.
I. Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa;
II. El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Además:
a) Será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo;
b) Será nacional, en cuanto —sin hostilidades ni exclusivismos— atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura, y
c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos;
- Algunos de estos principios no pueden sino causar resquemor en las élites conservadoras del poder burgués quienes se sienten agredidas con las ideas de patriotismo, laicidad, defensa de nuestra independencia, etc. pues desde su perspectiva, estos principios despiertan la beligerancia popular en contra de los jerarcas de la iglesia o los empresarios extranjeros.
- La educación pública si bien se encuentra administrada por el Estado, y por tanto conducida ideológicamente por la burguesía, cubre un papel fundamental en el proceso de identidad popular y de clase de los estudiantes que a ella acuden; incluso, a menudo la escuela pública ha sido un lugar indicado para la organización de colonos, campesinos y trabajadores, mismos que encuentran en la escuela de sus hijos un espacio de convivencia y de interés común.
- Por tanto, a pesar de sus limitaciones, la escuela pública juega un papel importante en la formación de la identidad y reconocimiento del pueblo trabajador.
Por estas razones, la burguesía ha promovido desde siempre, la educación privada para que en ella sus hijos encuentren su propia identidad burguesa, inculcándoles, desde sus primeros años que ellos no son iguales al populacho que acude a la escuela pública. En las escuelas privadas, la burguesía evita que sus hijos desarrollen sentimientos de afectividad, identidad o incluso reconocimiento al pueblo trabajador, teniendo además la facilidad de influir de forma más directa en el modo en que son educados sus hijos, evitando lidiar con profesores y padres de familia ajenos a sus ideas.
Por otra parte, la pequeña burguesía, sobre todo la que tiene un elevado poder adquisitivo, y aquella de ideología más conservadora, ha encontrado en la educación privada, un instrumento de integración de sus hijos a los círculos de administración de la producción capitalista y de gestión estatal, pues el tipo de educación que en ella se desarrolla está pensada para quienes habrán de formar parte de la administración del capital.
La burguesía no se opone a la existencia de la educación pública pues es una necesidad para la reproducción capitalista el que los futuros trabajadores obtengan en ella los conocimientos elementales que le permitan desarrollar efectivamente su papel en la producción, sin embargo sí se oponen a que sus hijos, los futuros burgueses se formen de la misma manera que los futuros trabajadores; pero además se oponen a que los criterios que imperan para la educación pública imperen también en la educación privada, por lo que no deja de causarles resquemor el apartado del artículo tercero que dice en su fracción sexta:
VI. Los particulares podrán impartir educación en todos sus tipos y modalidades. En los términos que establezca la ley, el Estado otorgará y retirará el reconocimiento de validez oficial a los estudios que se realicen en planteles particulares. En el caso de la educación preescolar, primaria, secundaria y normal, los particulares deberán:
a) Impartir la educación con apego a los mismos fines y criterios que establecen el segundo párrafo y la fracción II, así como cumplir los planes y programas a que se refiere la fracción III, y
b) Obtener previamente, en cada caso, la autorización expresa del poder público, en los términos que establezca la ley;
La burguesía más conservadora, a pesar de lo anterior, siempre ha encontrado la forma de eludir estos principios y se las ha arreglado para que en sus escuelas se impartan materias relacionadas con sus ideas y sus intereses, ya sea de carácter religioso o plenamente de la cultura empresarial.
Por ello el decreto aprobado en los días pasados por Felipe Calderón ataca a la educación pública por dos vías:
1.- Al subsidiar la educación privada, aunque él diga lo contrario, se están utilizando recursos que bien podrían ser utilizados en la educación pública, para promover económicamente a las escuelas privadas quienes esperan un repunte en sus finanzas a partir de la entrada en vigor del decreto, tan es así que Guillermo Bustamante, presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia, una de las agrupaciones burguesas más conservadoras, dijo que “confió en que con esta medida los tutores se sientan incentivados para sacar a sus hijos de escuelas públicas y enviarlos a las particulares”.
De esta forma podemos ver claramente una farsa más del gobierno calderonista, quien permanentemente se ha venido quejando de que la recaudación de impuestos es insuficiente para desarrollar el gasto público y, por tanto es necesario incrementar la recaudación fiscal, principalmente al consumo, por lo que han promovido el aumento del Impuesto al Valor Agregado (iva), así como su extensión a medicinas y alimentos, mientras que simultáneamente promueve exenciones fiscales para las empresas que operan en México, muchas de las cuales ni siquiera pagan impuestos por sus transacciones millonarias. En este caso, parecen abandonar sus quejas por la falta de recaudación y deciden otorgar nuevas exenciones, una vez más, a favor de las familias con mayores ingresos. De esta forma, lo primero que podemos esperar es que el gobierno en turno, aumente la presión fiscal sobre las familias trabajadoras.
2.- Por otra parte la medida promueve el abandono de la educación pública no sólo en sus finanzas, sino también en el carácter que señala el artículo tercero; por ello no es raro que la misma UNPF haya declarado que la medida promueve la libertad de los padres de familia para elegir el tipo de educación que recibirán sus hijos, permitiendo así que organizaciones de lo más reaccionarias como los tristemente célebres Legionarios de Cristo, el Opus Dei o, los Maristas, pertenecientes a la iglesia católica, además de otras de origen norteamericano y con ideología marcadamente empresarial, quienes han formado verdaderos monopolios de la educación privada, aumenten además de sus arcas, su posibilidad de influir ideológicamente en un mayor número de personas.
El acceso a la educación privada produce la ilusión, sobre todo entre las familias pequeñoburguesas, pero incluso también en algunas proletarias, de que podrán escalar socialmente, acceder a la propia burguesía, sin embargo esto no ocurre así, en realidad un burgués no conquista su condición por el tipo de escuela a la que halla ido sino por la herencia de medios de producción, pero sí le permite a la burguesía contar con un cuerpo administrativo de su riqueza que comparta su ideología y que le resulte más confiable; es decir, la burguesía requiere de formar un cúmulo importante de personas que, aunque no sean burgueses, piensen y dirijan algunas áreas productivas como si lo fueran, encontrando en dichas capas un importante respaldo político.
Algo que tampoco debemos perder de vista es que los mencionados sectores conservadores de la burguesía no se encuentran satisfechos aún, y seguirán empujando por minar el carácter público, gratuito y laico de la educación; así pues, la Asociación Interamericana de Organizaciones de Padres de Familia afirmó en días recientes que no se conformarán con dicho decreto y que ahora tratarán de asegurar la gratuidad de la educación privada, y no solamente a nivel básico, sino incluso a nivel superior. Por demás está recordar que estos mismos personajes han sido los más férreos opositores a las luchas que el pueblo ha llevado a cabo en defensa de la educación pública, entre otros, fueron de quienes en 1999 promovieron de todas las formas posibles, el alza de cuotas en la UNAM y atacaron sistemáticamente al movimiento estudiantil que defendía el carácter público y gratuito de la educación, calificando a los estudiantes de nuestra máxima casa de estudios como ladrones y haraganes por recibir educación superior de forma gratuita.
Por último me parece importante subrayar que es nuestro deber defender la educación pública y frenar a estos sectores recalcitrantes de la burguesía en sus pretensiones de privatizarla, es necesario detener los embates reaccionarios en contra del Artículo tercero constitucional, pero a diferencia de las posiciones oportunistas, debemos reconocer en él, un artículo que no se opone esencialmente a la estructura jurídica burguesa. Así pues debemos evitar la eliminación reaccionaria del artículo tercero, mientras impulsamos un programa revolucionario para la educación pública, el cual debe superar necesariamente al artículo tercero.
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