Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
Este domingo es de definiciones políticas en el estado de México. Se establecerán las bases de lo que será el cambio de gobierno en la entidad electoralmente más valiosa del país y determinará si Enrique Peña Nieto puede saltar de gobernador a candidato presidencial en 2012. El laboratorio político que siempre fueron las elecciones mexiquenses se ha convertido, por el perfil de sus protagonistas, en el trampolín de sueños futuros.
El PRI registrará su candidato al gobierno y un bloque de aspirantes se habrá quedado en el camino, en una demostración de poder que revive el ritual de la disciplina ante el jefe real, Peña Nieto, que ha manejado con paciencia oriental y orfebrería política el proceso de su sucesión. Es de suponerse que el gobernador tiene el proceso controlado y que no sólo sacará un candidato de unidad, sino que los que no fueron ungidos, permanezcan en del PRI y no, como en otras entidades, salten de trinchera para disputar el poder. ¿Está todo amarrado en Toluca?
Paralelamente, el PAN y el PRD realizarán una consulta ciudadana para determinar si la gente aprueba una alianza contra el PRI en las elecciones de julio. La alianza ha sido motivo de una larga discusión entre los partidos y de división en la izquierda mexicana, que los ha llevado al punto de ruptura. Ese tipo de consultas, sin embargo, son ociosas. De acuerdo con experiencias en la última década, salen a votar principalmente aquellos que movilizan los partidos, que suelen apoyar el “Sí”. No son ejercicios democráticamente regulados, pero mediáticamente útiles sí.
El PRI ha criticado las alianzas por considerarlas contra natura. La verdadera razón es que si PAN y PRD se unieran y los partidos movilizan a su voto duro, no sólo estarían empatados con el PRI, sino inclusive podrían inclinar la elección a su favor. El problema que han tenido PAN y PRD estriba en que sus posibles candidatos se fueron quedando en el camino. Primero el empresario Alejandro Martí les dijo que no estaba interesado; luego la diputada Josefina Vázquez Mota aclaró que su meta es 2012 no 2011; y después se frustraron las gestiones con las activistas María Elena Morera e Isabel Wallace, el yerno de Carlos Slim Arturo Elías, y el ex priísta Manuel Cadena.
La alianza está muerta si no hay candidato, pero adelantar el registro del PRI una semana antes de lo que hubiera deseado Peña Nieto, revive las esperanzas de que encuentren dentro del PRI al aspirante anhelado. Los dos procesos están totalmente vinculados. Nadie sabe qué realidad existirá el domingo por la noche en Toluca, pero hay un escenario que inquieta o anima a muchos: si Eruviel Ávila es eliminado de la candidatura, ¿no sería un gran candidato de la alianza?
Ávila, presidente municipal de Ecatepec, es uno de los mejores políticos que tiene el PRI en el estado, ero carga con un lastre histórico: es del Valle de México. Desde Isidro Fabela no ha habido un gobernador mexiquense del Valle de México, y el único que llegó como resultado de una imposición del presidente Miguel de la Madrid, Mario Ramón Beteta, fue derrocado por los priístas del Grupo Atlacomulco -fundado por Fabela-, que ha dominado la política mexiquense casi siete décadas.
El principal adversario de Ávila por la candidatura es el alcalde de Huixquilucan, Alfredo del Mazo, que pertenece a la camada de Atlacomulco. Si uno de ellos no es ungido, esa casa de poder político no lo abandonará. Ávila debe evaluar que si no resulta nominado en esta ocasión que es donde más cerca ha estado, difícilmente volverá a estar en esa cima. Pero también debe tener en la mente los incentivos para no irse del PRI -¿y si Peña Nieto resulta Presidente?- y la posibilidad de una negociación que le garantice una carrera ascendente, aunque no sea la gubernatura en seis años.
Ávila ha dicho que no se irá del PRI, resulte quien resulte candidato, pero lo mismo dijeron Mario López Valdés y Ángel Heladio Aguirre, y se fueron con la oposición para ganar gubernaturas. El estado de México es más importante que Sinaloa y Guerrero, no sólo por peso electoral, sino porque una derrota de Peña Nieto en la elección de su sucesor, le dificultaría enormemente la obtención de la candidatura presidencial. Si no hay victoria en 2011, admite, no hay futuro en 2012.
La forma como se termine de arreglar el proceso será determinante en el futuro mexiquense y del mismo Peña Nieto. Ávila es la parte débil de su ecuación si no es el elegido, y quedaría incierto su paso a la oposición. Con Del Mazo, su pariente, no tiene problema, pero si Ávila queda como agente libre, será irrelevante si se aprueba o no la alianza, y cualquier partido que lo reclute tendrá una fuerza competitiva sin precedente en el estado. Pero una vez más, los futuros en política son especulación, porque la política no tiene ecuaciones válidas al ser inestable el factor humano, aún cuando todos piensen que todo está negociado, todo amarrado y todo alejado de contratiempos y pesadillas.
Este domingo es de definiciones políticas en el estado de México. Se establecerán las bases de lo que será el cambio de gobierno en la entidad electoralmente más valiosa del país y determinará si Enrique Peña Nieto puede saltar de gobernador a candidato presidencial en 2012. El laboratorio político que siempre fueron las elecciones mexiquenses se ha convertido, por el perfil de sus protagonistas, en el trampolín de sueños futuros.
El PRI registrará su candidato al gobierno y un bloque de aspirantes se habrá quedado en el camino, en una demostración de poder que revive el ritual de la disciplina ante el jefe real, Peña Nieto, que ha manejado con paciencia oriental y orfebrería política el proceso de su sucesión. Es de suponerse que el gobernador tiene el proceso controlado y que no sólo sacará un candidato de unidad, sino que los que no fueron ungidos, permanezcan en del PRI y no, como en otras entidades, salten de trinchera para disputar el poder. ¿Está todo amarrado en Toluca?
Paralelamente, el PAN y el PRD realizarán una consulta ciudadana para determinar si la gente aprueba una alianza contra el PRI en las elecciones de julio. La alianza ha sido motivo de una larga discusión entre los partidos y de división en la izquierda mexicana, que los ha llevado al punto de ruptura. Ese tipo de consultas, sin embargo, son ociosas. De acuerdo con experiencias en la última década, salen a votar principalmente aquellos que movilizan los partidos, que suelen apoyar el “Sí”. No son ejercicios democráticamente regulados, pero mediáticamente útiles sí.
El PRI ha criticado las alianzas por considerarlas contra natura. La verdadera razón es que si PAN y PRD se unieran y los partidos movilizan a su voto duro, no sólo estarían empatados con el PRI, sino inclusive podrían inclinar la elección a su favor. El problema que han tenido PAN y PRD estriba en que sus posibles candidatos se fueron quedando en el camino. Primero el empresario Alejandro Martí les dijo que no estaba interesado; luego la diputada Josefina Vázquez Mota aclaró que su meta es 2012 no 2011; y después se frustraron las gestiones con las activistas María Elena Morera e Isabel Wallace, el yerno de Carlos Slim Arturo Elías, y el ex priísta Manuel Cadena.
La alianza está muerta si no hay candidato, pero adelantar el registro del PRI una semana antes de lo que hubiera deseado Peña Nieto, revive las esperanzas de que encuentren dentro del PRI al aspirante anhelado. Los dos procesos están totalmente vinculados. Nadie sabe qué realidad existirá el domingo por la noche en Toluca, pero hay un escenario que inquieta o anima a muchos: si Eruviel Ávila es eliminado de la candidatura, ¿no sería un gran candidato de la alianza?
Ávila, presidente municipal de Ecatepec, es uno de los mejores políticos que tiene el PRI en el estado, ero carga con un lastre histórico: es del Valle de México. Desde Isidro Fabela no ha habido un gobernador mexiquense del Valle de México, y el único que llegó como resultado de una imposición del presidente Miguel de la Madrid, Mario Ramón Beteta, fue derrocado por los priístas del Grupo Atlacomulco -fundado por Fabela-, que ha dominado la política mexiquense casi siete décadas.
El principal adversario de Ávila por la candidatura es el alcalde de Huixquilucan, Alfredo del Mazo, que pertenece a la camada de Atlacomulco. Si uno de ellos no es ungido, esa casa de poder político no lo abandonará. Ávila debe evaluar que si no resulta nominado en esta ocasión que es donde más cerca ha estado, difícilmente volverá a estar en esa cima. Pero también debe tener en la mente los incentivos para no irse del PRI -¿y si Peña Nieto resulta Presidente?- y la posibilidad de una negociación que le garantice una carrera ascendente, aunque no sea la gubernatura en seis años.
Ávila ha dicho que no se irá del PRI, resulte quien resulte candidato, pero lo mismo dijeron Mario López Valdés y Ángel Heladio Aguirre, y se fueron con la oposición para ganar gubernaturas. El estado de México es más importante que Sinaloa y Guerrero, no sólo por peso electoral, sino porque una derrota de Peña Nieto en la elección de su sucesor, le dificultaría enormemente la obtención de la candidatura presidencial. Si no hay victoria en 2011, admite, no hay futuro en 2012.
La forma como se termine de arreglar el proceso será determinante en el futuro mexiquense y del mismo Peña Nieto. Ávila es la parte débil de su ecuación si no es el elegido, y quedaría incierto su paso a la oposición. Con Del Mazo, su pariente, no tiene problema, pero si Ávila queda como agente libre, será irrelevante si se aprueba o no la alianza, y cualquier partido que lo reclute tendrá una fuerza competitiva sin precedente en el estado. Pero una vez más, los futuros en política son especulación, porque la política no tiene ecuaciones válidas al ser inestable el factor humano, aún cuando todos piensen que todo está negociado, todo amarrado y todo alejado de contratiempos y pesadillas.
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