El primer ministro, Naoto Kan, ha reconocido el nivel de aumento de radioactividad tras la nueva explosión en el reactor 2 y el incendio en el reactor 4 de Fukushima-1.
El Gobierno japonés se dirigió a su población en plena madrugada española y por primera vez daba la sensación de perder los nervios. Primero fue el jefe de gabinete y posteriormente su portavoz,Yukio Edano. Uno y otro ya no ocultaban lo que algunos países, como Francia, daban a entender a última hora del lunes: la crisis nuclear es casi una realidad.
El peligro es tan elevado que se ha delimitado una zona de exclusión aéra en el entorno de 30 kilómetros de la central nuclear por el alto índice de radioactividad que se ha detectado y ha sido comunicado así por el Gobierno.
La nueva explosión en el reactor número dos de la central de Fukushima y el incendio declarado en el número 4 han disparado los niveles de radiactividad hasta tal punto que se ha comenzado a evacuar todo el área circundante que se sitúa entre los 10 y los 20 kilómetros a la redonda. Más allá, hasta los 30 km, el Gobierno ha recomendado a sus ciudadanos no salir de sus casas. Mientras, los medios de comunicación, en especial las televisiones, emiten consejos como no tender la ropa al aire libre ni abrir ventanas y, por supuesto, no salir de los hogares hasta que los equipos de emergencia acudan para evacuarlos.
La situación es crítica también en Tokio. En las últimas horas los vientos que soplan en toda el litoral este del archipiélago nipón han provocado un aumento de los niveles de radioactividad en la capital hacia donde se dirigiría toda la nube de radioactividad que hasta ahora se ha producido.
Más allá de estas informaciones el Gobierno nipón guarda silencio. El último mensaje del portavoz fue desalentador animando a alejarse todo lo posible de la central de Fukushima si se quiere mantener la seguridad personal.
La Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) ha informado de que los niveles de radiactividad tras el accidente se han disparado a los 8.217 microsievert por hora, ocho veces más que la cantidad anual a la que se encuentra expuesta una persona, ya que la emisión habitual es de 500 microsievert por hora.
El Gobierno japonés se dirigió a su población en plena madrugada española y por primera vez daba la sensación de perder los nervios. Primero fue el jefe de gabinete y posteriormente su portavoz,Yukio Edano. Uno y otro ya no ocultaban lo que algunos países, como Francia, daban a entender a última hora del lunes: la crisis nuclear es casi una realidad.
El peligro es tan elevado que se ha delimitado una zona de exclusión aéra en el entorno de 30 kilómetros de la central nuclear por el alto índice de radioactividad que se ha detectado y ha sido comunicado así por el Gobierno.
La nueva explosión en el reactor número dos de la central de Fukushima y el incendio declarado en el número 4 han disparado los niveles de radiactividad hasta tal punto que se ha comenzado a evacuar todo el área circundante que se sitúa entre los 10 y los 20 kilómetros a la redonda. Más allá, hasta los 30 km, el Gobierno ha recomendado a sus ciudadanos no salir de sus casas. Mientras, los medios de comunicación, en especial las televisiones, emiten consejos como no tender la ropa al aire libre ni abrir ventanas y, por supuesto, no salir de los hogares hasta que los equipos de emergencia acudan para evacuarlos.
La situación es crítica también en Tokio. En las últimas horas los vientos que soplan en toda el litoral este del archipiélago nipón han provocado un aumento de los niveles de radioactividad en la capital hacia donde se dirigiría toda la nube de radioactividad que hasta ahora se ha producido.
Más allá de estas informaciones el Gobierno nipón guarda silencio. El último mensaje del portavoz fue desalentador animando a alejarse todo lo posible de la central de Fukushima si se quiere mantener la seguridad personal.
La Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) ha informado de que los niveles de radiactividad tras el accidente se han disparado a los 8.217 microsievert por hora, ocho veces más que la cantidad anual a la que se encuentra expuesta una persona, ya que la emisión habitual es de 500 microsievert por hora.
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