Final de telenovela (*)

Francisco Rodríguez / Índice Político

¿Simplemente Eruviel? No, pero casi. ¿El feo más bello? Tampoco, pero casi casi, porque Eruviel Ávila se sabía impotente ante el linaje de su rival. Y encontró la cura en una candidatura que lo hizo llorar lágrimas de sangre. Quería un triunfo, y le pasaron uno ajeno, el que ya es de Quique Gavilán… o El Gavioto.

Se pasó la precampaña quejándose de que El Gavioto le mentía y, por interés en el 2012, él echó la mentira más grande. Efectivamente, esta fue una novela “kármica” donde los pedidos se volteaban en contra de los pedigüeños y cada uno tuvo su merecido.

Fue una trama muy finamente hilada cuya moraleja parece ser “¡cuidado con lo que deseas!”. En esta soap opera todos deseaban algo, buscaban algo y lo conseguían, pero no con los resultados esperados. Tal como dijera Santa Teresa, “más lágrimas se han derramado por oraciones correspondidas”… ¡y eso lo descubrieron los Del Mazo¡

Eruviel y la candidatura sólo querían estar juntos, pero su naturaleza impulsiva y su costumbre de irse de “pata de perro,” como diría Clarita (Ricardo Aguilar Castillo), los hacía emprender el rumbo por caminos paralelos que parecía nunca iban a unirse. Las decisiones apresuradas de Quique El Gavioto y las eternas indecisiones de Eruviel casi destruyeron su felicidad y esto casi les costó la libertad. ¿Qué es eso de andar firmando sin mirar? ¿Qué es eso de andar hipotecando la hacienda para pagar las deudas de juego del Grupo Atlacomulco?

Al final de la telenovela Eruviel había superado lo que hasta él mismo creía era su impotencia, sus celos y un mal compromiso de matrimonio, al estilo Malova o Aguirre Rivero.

Entonces le cayó la peor desgracia. Le llegó la cuenta por todos sus descuidos y decisiones impulsivas. Por haber intentado casarse por despecho con Isadora (alianza Calderón-Ebrard) y haberse hecho cargo de las deudas de su familia lejana –atlacomulquense–, quedó en la bancarrota: Tanto había acusado de mentiroso a Quique El Gavioto que al final terminó mintiéndole él para alejarlo del peligro que lo rondaba: una alianza en su contra.

Al comienzo de la telenovela, El Gavioto, comprometido con todos los publicistas, partió a Toluca en busca de un candidato. Buscaba a Eruviel por la capital mexiquense y éste regresaba a Ecatepec. Al no encontrar a Quique se casaba con La Alianza. Y El Gavioto, al verlo comprometido con Calderón y con Ebrard, partía a Toluca, y por dos años Eruviel lo buscaba infructuosamente. Más valiera que alguna vez se quedaran quietos. La relación de este par de impacientes era una serie de encuentros y desencuentros. Finalmente, el círculo se cerró.

Eruviel, en libertad, pero pobre, fue a mendigarle amor a El Gavioto, ahora a punto de ser residente en Los Pinos. Y El Gavioto, ejecutivo estatal prestigioso, hombre de mundo, le cantó, y sin música, sus cuatro verdades, haciéndolo regresar con el rabo entre las piernas a Ecatepec.

Por supuesto, más tarde, con esa velocidad que caracteriza a las telenovelas, El Gavioto abandona su querencia en Huixquilucan, aparece en Ecatepec, y recorre las calles del viejo San Cristóbal que hoy es de Morelos hasta que encuentra a Eruviel en un rodeo. Todo en menos de un cuarto de hora. Es que el karma de la novela exigía un final feliz, pero apresurado.

Los finales de Aarón (Luis Videgaray Caso) y Francisco (Ernesto Némer Álvarez) fueron mucho más cruentos. Era justo que Francisco, tras una vida de estafar con ingresos al fisco, fuese estafado por “un impuesto”, ¿pero tenía que morir de tan aparatosa manera? Aarón. luego que subiese hasta la cima atropellando a todo el mundo, merecía cárcel y desprecio del prójimo, pero no tenía que ser ejecutado en una isla del Pacífico. Tremenda lección moral para todo el que se dedique a traficar con longanizas que se venden cual chorizos de mala calidad.

El final de Isadora (la alianza Calderón-Ebrard) fue más benévolo. Aunque se hacía difícil imaginarse a esa bomba sexual como maestra de historia del arte de la grilla, fue justo que Isadora aprendiera su lección y encontrara la paz junto a su hijo Cordero y su suegra Josefina. Después de todo, Isadora fue víctima de un marido que nunca cumplió (Jesús Ortega), de un padre que la explotó (César Nava) y de sus propias hormonas. Como todos en la telenovela, Isadora fue víctima de sus propios deseos y ambiciones de perpetuarse en el poder.

Final de telenovela, pues.

En el horario estelar de los domingos.

Índice Flamígero: Acto previo de precampaña, un día antes del “destape”. Del Mazo III, el junior del junior, “acarrea” escolares para la inauguración de un puente peatonal. Horas y horas de espera bajo el sol. Ceremonia faraónica. Discursos, aplausos, porras a quien hasta ese momento todos creían era “el bueno”. Termina la ceremonia. Desarman el puente peatonal. Se lo llevan para otro rito del culto a la personalidad. Otra inauguración fake en Huixquilucan. ¿Y el puente? ¿Para dentro de seis años?

(*) Paráfrasis de la sinopsis de Destilando Amor, “culebrón” reescrito por Fernando Gaytán (http://www.univision.com/content/content.jhtml?chid=6&schid=1784&secid=19577&cid=1365958&pagenum=1)

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