Martha Anaya / Crónica de Política
A Manuel Espino no le fue ayer tan mal en la UNAM como a Francisco Labastida hace unos días. O, cuando menos, el ex presidente nacional del PAN aguantó mejor, e incluso enfrentó los gritos, pancartas y denuestos de un buen número de estudiantes y se hizo escuchar hasta el final.
“¡Fuera Yunque de la UNAM!”, rezaban diversas pancartas. “¡Fuera yunquista!”, le gritaban
-Yo me voy a ir, no se preocupen, porque no vivo aquí. Y luego me explican lo que significa Yunque…-, respondió a su vez Espino. Pero antes de ello, se hizo escuchar durante tres horas bajo esta premisa:
“Vengo a dialogar, vengo a debatir. Estoy en el lugar indicado para hablar de ideas, en el espacio natural para la confrontación, no de los partidos, sino de los diferentes pensamientos, que es la universidad. Los invito a escucharme y a hacerme cualquier tipo de pregunta que ustedes quieran, con plena libertad y sin restricción alguna”.
A partir de ahí se abrió paso, junto con Javier Oliva y Cristina Puga –presentadores de su libro “Volver a empezar”– y respondió a cuanta pregunta le soltaron. Lo mismo de la elección del 2006, que del aborto, el estado laico, el 2012 y la guerra contra el narcotráfico.
-¿Estaríamos mejor con López Obrador?-, le interrogó un estudiante.
-No lo sé –indicó–; el hubiera no existe. Pero lo que sí sé es que para el 2006 el PAN no eligió a su mejor candidato. Teníamos mejores prospectos.
La elección presidencial por venir, la famosa frase de Gustavo Madero sobre los “diez” posibles blanquiazules entre los que podría elegir el PAN a su candidato, la actitud del presidente Felipe Calderón frente a los comicios del 2012, acapararon la atención. Y ahí, Espino –sobre quien pesa la posible expulsión de su partido– se dio vuelo:
-Estoy convencido –sostuvo– de que él quiere ponerle candidato al PAN a la vieja usanza del viejo PRI. Y como ninguno de sus tres delfines ha logrado saltar el cerquito para nadar en altamar, pues no salen de la alberca… Y cada vez que hay encuestas están en cuarto, quinto, sexto lugar, séptimo. Me parece que en su desesperación está insinuando la posibilidad de poner de candidato a alguien, aunque no milite en el PAN, pero quizá pueda militar en otro partido.
Los “tres delfines”, a decir de Espino, son los secretarios de Hacienda, Educación y Trabajo: Ernesto Cordero, Alonso Lujambio y Javier Lozano, respectivamente.
De paso acusó a Calderón de “vetar de facto” a los aspirantes que sí están posicionados en las encuestas como él mismo, el senador Santiago Creel y la disputada Josefina Vazquez Mota.
Y haciendo gala de sus clásicas ironías remató con una carambola dedicada al actual dirigente del PAN y al embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual:
“Yo creo que los 10 aspirantes que tiene en mente Gustavo Madero no son grises; el Embajador de Estados Unidos en México es daltónico, ¡son azules deslavadones!”
Así, las sonrisas comenzaron a entremezclarse con los gritos de protesta.
A Manuel Espino no le fue ayer tan mal en la UNAM como a Francisco Labastida hace unos días. O, cuando menos, el ex presidente nacional del PAN aguantó mejor, e incluso enfrentó los gritos, pancartas y denuestos de un buen número de estudiantes y se hizo escuchar hasta el final.
“¡Fuera Yunque de la UNAM!”, rezaban diversas pancartas. “¡Fuera yunquista!”, le gritaban
-Yo me voy a ir, no se preocupen, porque no vivo aquí. Y luego me explican lo que significa Yunque…-, respondió a su vez Espino. Pero antes de ello, se hizo escuchar durante tres horas bajo esta premisa:
“Vengo a dialogar, vengo a debatir. Estoy en el lugar indicado para hablar de ideas, en el espacio natural para la confrontación, no de los partidos, sino de los diferentes pensamientos, que es la universidad. Los invito a escucharme y a hacerme cualquier tipo de pregunta que ustedes quieran, con plena libertad y sin restricción alguna”.
A partir de ahí se abrió paso, junto con Javier Oliva y Cristina Puga –presentadores de su libro “Volver a empezar”– y respondió a cuanta pregunta le soltaron. Lo mismo de la elección del 2006, que del aborto, el estado laico, el 2012 y la guerra contra el narcotráfico.
-¿Estaríamos mejor con López Obrador?-, le interrogó un estudiante.
-No lo sé –indicó–; el hubiera no existe. Pero lo que sí sé es que para el 2006 el PAN no eligió a su mejor candidato. Teníamos mejores prospectos.
La elección presidencial por venir, la famosa frase de Gustavo Madero sobre los “diez” posibles blanquiazules entre los que podría elegir el PAN a su candidato, la actitud del presidente Felipe Calderón frente a los comicios del 2012, acapararon la atención. Y ahí, Espino –sobre quien pesa la posible expulsión de su partido– se dio vuelo:
-Estoy convencido –sostuvo– de que él quiere ponerle candidato al PAN a la vieja usanza del viejo PRI. Y como ninguno de sus tres delfines ha logrado saltar el cerquito para nadar en altamar, pues no salen de la alberca… Y cada vez que hay encuestas están en cuarto, quinto, sexto lugar, séptimo. Me parece que en su desesperación está insinuando la posibilidad de poner de candidato a alguien, aunque no milite en el PAN, pero quizá pueda militar en otro partido.
Los “tres delfines”, a decir de Espino, son los secretarios de Hacienda, Educación y Trabajo: Ernesto Cordero, Alonso Lujambio y Javier Lozano, respectivamente.
De paso acusó a Calderón de “vetar de facto” a los aspirantes que sí están posicionados en las encuestas como él mismo, el senador Santiago Creel y la disputada Josefina Vazquez Mota.
Y haciendo gala de sus clásicas ironías remató con una carambola dedicada al actual dirigente del PAN y al embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual:
“Yo creo que los 10 aspirantes que tiene en mente Gustavo Madero no son grises; el Embajador de Estados Unidos en México es daltónico, ¡son azules deslavadones!”
Así, las sonrisas comenzaron a entremezclarse con los gritos de protesta.
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