Jorge Zepeda Patterson
En la primera versión de este artículo, sábado por la mañana, escribí que todo indicaba que Alfredo del Mazo sería el candidato del PRI al gobierno del estado de México. No es que me lo dijera un pajarito (o Gaviota), o que hubiera interceptado un correo electrónico del escritorio mismo de Peña Nieto. Simplemente respondía al eco de una docena de columnas políticas que los últimos días daban por hecho que Del Mazo sería el gallo del PRI. Antes de terminar el artículo el alcalde de Huixquilucan había declinado a favor de Eruviel Ávila, para sorpresa de todos. ¿Qué pasó?
Normalmente la comentocracia tiene un buen porcentaje de bateo. Los trascendidos de periódicos y columnistas suelen anticipar cambios de gabinete o la suerte de proyectos que se cocinan tras bambalinas. Pero el equívoco con Del Mazo revela una de las debilidades de un sistema de información basado en filtraciones, reales o supuestas. La filtración no es una opinión que se pueda contraargumentar, no es un dato verificable o fácilmente contrastable. Es una revelación profética que a fuerza de circular se convierte en verdad asumida. La mejor muestra de su poder es la decisión de anticipar el destape de Eruviel Ávila este sábado, antes de que el rumor a favor de Alfredo del Mazo elevara el costo de la factura política que entraña toda derrota.
Decía un general revolucionario que en los conciertos de ladridos que pululan las noches, sólo el primer perro sabe por qué ladró, los demás son sólo caja de resonancia. Algo similar pasa con la "comentocracia". Un analista dijo que Del Mazo "era el bueno", otro lo repitió y 24 horas más tarde era verdad asumida. El equívoco pudo haber sido de buena fe: había una fuente directa vinculada al proceso de decisión. Pero pudo haber sido sembrado con o sin conocimiento del columnista.
Los periodistas usamos las fuentes, pero no es menos cierto que las fuentes utilizan a los periodistas. En general, los que somos parte de la comentocracia solemos distinguir entre columnas que gozan de fuentes confiables y, en otro extremo, las que se dejan sembrar "borregos", algunos con mucha lana. Pero en última instancia nadie es infalible. Cabe incluso la posibilidad de que la fuente haya sido la correcta y la filtración absolutamente precisa, pero que en las últimas horas la decisión se modificara a favor de Eruviel. De hecho, la decisión tiene un componente sorpresivo, si consideramos que Del Mazo es pariente de Peña Nieto y procede del mismo grupo político (Atlacomulco). Claro que al optar por Eruviel, se conjura el riesgo de que éste terminara, como Malova, abanderando una alianza contra el PRI.
Lo cierto es que no hay defensa contra la mala filtración ni rendición de cuentas del periodista responsable. La reputación puede quedar abollada, pero no siempre. El primer perro que ladró no suele dar explicaciones.
Y si hemos de creer a algunas encuestas preliminares, la consulta del PRD de hoy en Edomex favorecerá una alianza con el PAN. Pero a falta de candidato terminará siendo un ejercicio inútil. Un traje sastre carísimo que no le queda a nadie. Los casos de Gabino Cué en Oaxaca, Moreno Valle en Puebla o Malova en Sinaloa, funcionaron porque había un personaje atractivo para el elector y transitable para los partidos en alianza. No es el caso del Edomex. Eliminada la posibilidad de Josefina Vázquez Mota, descartado que un Eruviel perdedor fuera el Malova mexiquense, sólo queda Alejandro Encinas. No que tenga muchas posibilidades, pero cualquier otro será barrido por la poderosa maquinaria peñanietista. La única salida práctica es un desenlace tipo Guerrero: una candidatura separada de PRD (Encinas) y PAN (¿Bravo Mena?) y una declinación del panista, días antes de la votación. No entrañaría una alianza, sólo voto útil a favor de lo que los panistas llamaran un "mal menor".
Dicho esto, el debate de la consulta me parece un ejercicio irreal. Podemos coincidir o no con López Obrador en que le robaron la Presidencia, pero si él está convencido de sí, francamente es mucho pedir su anuencia para que el PRD vaya de la mano de sus victimarios.
Al margen de eso, estoy con la minoría de analistas que cree que las alianzas deben tener un mínimo de congruencia de plataformas y convicciones. Preocupa la tendencia de partidos capaces de vaciarse de contenido ideológico en aras del oportunismo. Necesitamos una izquierda y derecha discernibles en la oferta electoral, y no mercenarios dispuestos a traicionar sus convicciones y agenda, por el botín del día. PAN y PRD no se merecen el travestismo patético del Panal o el PVEM.
En la primera versión de este artículo, sábado por la mañana, escribí que todo indicaba que Alfredo del Mazo sería el candidato del PRI al gobierno del estado de México. No es que me lo dijera un pajarito (o Gaviota), o que hubiera interceptado un correo electrónico del escritorio mismo de Peña Nieto. Simplemente respondía al eco de una docena de columnas políticas que los últimos días daban por hecho que Del Mazo sería el gallo del PRI. Antes de terminar el artículo el alcalde de Huixquilucan había declinado a favor de Eruviel Ávila, para sorpresa de todos. ¿Qué pasó?
Normalmente la comentocracia tiene un buen porcentaje de bateo. Los trascendidos de periódicos y columnistas suelen anticipar cambios de gabinete o la suerte de proyectos que se cocinan tras bambalinas. Pero el equívoco con Del Mazo revela una de las debilidades de un sistema de información basado en filtraciones, reales o supuestas. La filtración no es una opinión que se pueda contraargumentar, no es un dato verificable o fácilmente contrastable. Es una revelación profética que a fuerza de circular se convierte en verdad asumida. La mejor muestra de su poder es la decisión de anticipar el destape de Eruviel Ávila este sábado, antes de que el rumor a favor de Alfredo del Mazo elevara el costo de la factura política que entraña toda derrota.
Decía un general revolucionario que en los conciertos de ladridos que pululan las noches, sólo el primer perro sabe por qué ladró, los demás son sólo caja de resonancia. Algo similar pasa con la "comentocracia". Un analista dijo que Del Mazo "era el bueno", otro lo repitió y 24 horas más tarde era verdad asumida. El equívoco pudo haber sido de buena fe: había una fuente directa vinculada al proceso de decisión. Pero pudo haber sido sembrado con o sin conocimiento del columnista.
Los periodistas usamos las fuentes, pero no es menos cierto que las fuentes utilizan a los periodistas. En general, los que somos parte de la comentocracia solemos distinguir entre columnas que gozan de fuentes confiables y, en otro extremo, las que se dejan sembrar "borregos", algunos con mucha lana. Pero en última instancia nadie es infalible. Cabe incluso la posibilidad de que la fuente haya sido la correcta y la filtración absolutamente precisa, pero que en las últimas horas la decisión se modificara a favor de Eruviel. De hecho, la decisión tiene un componente sorpresivo, si consideramos que Del Mazo es pariente de Peña Nieto y procede del mismo grupo político (Atlacomulco). Claro que al optar por Eruviel, se conjura el riesgo de que éste terminara, como Malova, abanderando una alianza contra el PRI.
Lo cierto es que no hay defensa contra la mala filtración ni rendición de cuentas del periodista responsable. La reputación puede quedar abollada, pero no siempre. El primer perro que ladró no suele dar explicaciones.
Y si hemos de creer a algunas encuestas preliminares, la consulta del PRD de hoy en Edomex favorecerá una alianza con el PAN. Pero a falta de candidato terminará siendo un ejercicio inútil. Un traje sastre carísimo que no le queda a nadie. Los casos de Gabino Cué en Oaxaca, Moreno Valle en Puebla o Malova en Sinaloa, funcionaron porque había un personaje atractivo para el elector y transitable para los partidos en alianza. No es el caso del Edomex. Eliminada la posibilidad de Josefina Vázquez Mota, descartado que un Eruviel perdedor fuera el Malova mexiquense, sólo queda Alejandro Encinas. No que tenga muchas posibilidades, pero cualquier otro será barrido por la poderosa maquinaria peñanietista. La única salida práctica es un desenlace tipo Guerrero: una candidatura separada de PRD (Encinas) y PAN (¿Bravo Mena?) y una declinación del panista, días antes de la votación. No entrañaría una alianza, sólo voto útil a favor de lo que los panistas llamaran un "mal menor".
Dicho esto, el debate de la consulta me parece un ejercicio irreal. Podemos coincidir o no con López Obrador en que le robaron la Presidencia, pero si él está convencido de sí, francamente es mucho pedir su anuencia para que el PRD vaya de la mano de sus victimarios.
Al margen de eso, estoy con la minoría de analistas que cree que las alianzas deben tener un mínimo de congruencia de plataformas y convicciones. Preocupa la tendencia de partidos capaces de vaciarse de contenido ideológico en aras del oportunismo. Necesitamos una izquierda y derecha discernibles en la oferta electoral, y no mercenarios dispuestos a traicionar sus convicciones y agenda, por el botín del día. PAN y PRD no se merecen el travestismo patético del Panal o el PVEM.
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