Las autoridades japonesas lograron echar agua desde helicópteros sobre dos reactores de la central de Fukushima en una carrera contrarreloj para evitar una catástrofe nuclear por la que numerosos países, entre ellos Estados Unidos, pidieron a sus nacionales alejarse de la zona de riesgo.
Por primera vez desde el comienzo de la crisis, cuatro helicópteros del ejército japonés largaron durante la mañana del jueves unos 30.000 litros de agua sobre los reactores 3 y 4.
Aun no se conocen los resultados de esta operación.
El objetivo es el de llenar la piscina de combustible usado del reactor 4 que fue dañada por dos incendios.
La piscina de enfriamiento del reactor 4 está casi vacía y el combustible usado está fuera del agua, lo que tiene como efecto que haya niveles "extremadamente altos" de radiactividad, declaró el presidente del ente estadounidense de regulación nuclear, NRC, Gregory Jaczko.
La fusión de combustible podría provocar la emanación de partículas radiactivas provocando una catástrofe como la de Chernobyl, según expertos.
Los empleados del operador de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), ayudados por bomberos y policías, debían intentar alcanzar la piscina con la ayuda de un camión cisterna equipado con un cañón de agua.
TEPCO espera restablecer "durante la tarde" la corriente eléctrica de la central, lo que "permitiría activar las bombas para enfriar los reactores y llenar las piscinas", según un portavoz.
Los sistemas de enfriamiento fallaron el viernes luego del sismo de magnitud 9, el más fuerte que haya conocido Japón, seguido de un tsunami que devastó la costa del noreste del país.
En Francia, el Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN), estimó que las próximas 48 horas serán cruciales.
El presidente Barack Obama propuso enviar más expertos nuclear a Japón, en una conversación telefónica con el primer ministro japonés, Naoto Kan.
Como un signo de la gravedad de la situación, el emperador de Japón, Akihito, habló a los japoneses el miércoles por primera vez en una situación de crisis desde que accedió al trono en 1989. Se declaró "produndamente preocupado por la situación" en Fukushima.
Ante la amenaza de un accidente nuclear mayor, la mayoría de las embajadas recomendaron a sus nacionales alejarse de la zona para replegarse en el sur del país, en la región de Osaka, o que partieran de Japón.
La embajada de Estados Unidos, que autorizó la salida voluntaria del país de las familias de su personal diplomático en Japón, fijó una zona de riesgo de 80 km a la redonda de la central.
Las autoridades niponas establecieron de momento un perímetro de seguridad de 30 km alrededor de la central y el gobierno afirmó el miércoles que las radiaciones más allá de la zona de exclusión de 20 km "no plantean un peligro inmediato para la salud".
Gran Bretaña, Alemania, Suiza, Italia y Australia aconsejaron a sus nacionales que dejaran el norte y la región de Tokio. Francia, así como Bélgica y Rusia enviaron aviones adicionales para evacuar a sus ciudadanos que deseen dejar el país.
En Tokio, que desde el terremoto del viernes funciona a ritmo lento, la población mantenía la calma, pese a una réplica de magnitud 6 que este miércoles al mediodía hizo temblar los edificios.
Los tokiotas estaban sobre todo aliviados por el hecho de que los vientos soplasen hacia el Pacífico, dispersando en esa dirección la radiactividad.
Los vientos deberían ser favorables el jueves y llevar hacia el Océano Pacífico las partículas radiactivas desprendidas de la central.
La dirección de los vientos es observada también con suma atención por países vecinos, como China y Rusia, o por Estados Unidos del otro lado del océano.
En cambio, un frío intenso e importantes nevadas durante la noche degradaron aún más las condiciones de vida y de trabajo de los 500.000 damnificados por el sismo y el tsunami así como los 80.000 socorristas movilizados en el noreste.
Millones de japoneses no tienen agua, electricidad, calefacción y alimentos en cantidades suficientes.
El balance oficial del sismo y del tsunami fue establecido este jueves en 5.178 muertos y 8.606 desaparecidos. Pero sólo en la ciudad de Ishinomaki la cantidad de desaparecidos sería de 10.000 personas, según un responsable local.
El número de heridos es de 2.285, según este balance. Más de 88.000 viviendas y edificios quedaron destruidos, total o parcialmente.
Las catástrofes asestaron un duro golpe a la tercera economía mundial, paralizando a muchas empresas que podrían tener su nota degradada, según advirtió la agencia de calificación financiera Standard and Poor's.
La Bolsa de Tokio perdía este jueves 2,09% a media sesión. El yen alcanzó por su parte un récord desde la Segunda Guerra Mundial frente al dólar, con los operadores especulando sobre la eventual repatriación masiva de fondos por las aseguradoras japonesas.
Para sostener su economía el Banco de Japón inyectó 5 billones de yenes (45.000 millones de euros, 63.000 millones de dólares) al sistema financiero, operación que viene repitiendo desde el lunes por una suma total de 33 billones de yenes (300.000 millones de euros, 417.000 millones de dólares)
Por primera vez desde el comienzo de la crisis, cuatro helicópteros del ejército japonés largaron durante la mañana del jueves unos 30.000 litros de agua sobre los reactores 3 y 4.
Aun no se conocen los resultados de esta operación.
El objetivo es el de llenar la piscina de combustible usado del reactor 4 que fue dañada por dos incendios.
La piscina de enfriamiento del reactor 4 está casi vacía y el combustible usado está fuera del agua, lo que tiene como efecto que haya niveles "extremadamente altos" de radiactividad, declaró el presidente del ente estadounidense de regulación nuclear, NRC, Gregory Jaczko.
La fusión de combustible podría provocar la emanación de partículas radiactivas provocando una catástrofe como la de Chernobyl, según expertos.
Los empleados del operador de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), ayudados por bomberos y policías, debían intentar alcanzar la piscina con la ayuda de un camión cisterna equipado con un cañón de agua.
TEPCO espera restablecer "durante la tarde" la corriente eléctrica de la central, lo que "permitiría activar las bombas para enfriar los reactores y llenar las piscinas", según un portavoz.
Los sistemas de enfriamiento fallaron el viernes luego del sismo de magnitud 9, el más fuerte que haya conocido Japón, seguido de un tsunami que devastó la costa del noreste del país.
En Francia, el Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN), estimó que las próximas 48 horas serán cruciales.
El presidente Barack Obama propuso enviar más expertos nuclear a Japón, en una conversación telefónica con el primer ministro japonés, Naoto Kan.
Como un signo de la gravedad de la situación, el emperador de Japón, Akihito, habló a los japoneses el miércoles por primera vez en una situación de crisis desde que accedió al trono en 1989. Se declaró "produndamente preocupado por la situación" en Fukushima.
Ante la amenaza de un accidente nuclear mayor, la mayoría de las embajadas recomendaron a sus nacionales alejarse de la zona para replegarse en el sur del país, en la región de Osaka, o que partieran de Japón.
La embajada de Estados Unidos, que autorizó la salida voluntaria del país de las familias de su personal diplomático en Japón, fijó una zona de riesgo de 80 km a la redonda de la central.
Las autoridades niponas establecieron de momento un perímetro de seguridad de 30 km alrededor de la central y el gobierno afirmó el miércoles que las radiaciones más allá de la zona de exclusión de 20 km "no plantean un peligro inmediato para la salud".
Gran Bretaña, Alemania, Suiza, Italia y Australia aconsejaron a sus nacionales que dejaran el norte y la región de Tokio. Francia, así como Bélgica y Rusia enviaron aviones adicionales para evacuar a sus ciudadanos que deseen dejar el país.
En Tokio, que desde el terremoto del viernes funciona a ritmo lento, la población mantenía la calma, pese a una réplica de magnitud 6 que este miércoles al mediodía hizo temblar los edificios.
Los tokiotas estaban sobre todo aliviados por el hecho de que los vientos soplasen hacia el Pacífico, dispersando en esa dirección la radiactividad.
Los vientos deberían ser favorables el jueves y llevar hacia el Océano Pacífico las partículas radiactivas desprendidas de la central.
La dirección de los vientos es observada también con suma atención por países vecinos, como China y Rusia, o por Estados Unidos del otro lado del océano.
En cambio, un frío intenso e importantes nevadas durante la noche degradaron aún más las condiciones de vida y de trabajo de los 500.000 damnificados por el sismo y el tsunami así como los 80.000 socorristas movilizados en el noreste.
Millones de japoneses no tienen agua, electricidad, calefacción y alimentos en cantidades suficientes.
El balance oficial del sismo y del tsunami fue establecido este jueves en 5.178 muertos y 8.606 desaparecidos. Pero sólo en la ciudad de Ishinomaki la cantidad de desaparecidos sería de 10.000 personas, según un responsable local.
El número de heridos es de 2.285, según este balance. Más de 88.000 viviendas y edificios quedaron destruidos, total o parcialmente.
Las catástrofes asestaron un duro golpe a la tercera economía mundial, paralizando a muchas empresas que podrían tener su nota degradada, según advirtió la agencia de calificación financiera Standard and Poor's.
La Bolsa de Tokio perdía este jueves 2,09% a media sesión. El yen alcanzó por su parte un récord desde la Segunda Guerra Mundial frente al dólar, con los operadores especulando sobre la eventual repatriación masiva de fondos por las aseguradoras japonesas.
Para sostener su economía el Banco de Japón inyectó 5 billones de yenes (45.000 millones de euros, 63.000 millones de dólares) al sistema financiero, operación que viene repitiendo desde el lunes por una suma total de 33 billones de yenes (300.000 millones de euros, 417.000 millones de dólares)
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