Discutir y criticar a Juárez sin difamarlo

Álvaro Cepeda Neri

En Radio-Red, donde su concesionario, para acatar la ira de Fox y Calderón, censuró el noticiero de José Gutiérrez Vivó y no quiere pagarle 21 millones de dólares, como obligan a Grupo Radio Centro fallos judiciales nacionales y uno internacional, entrevistaron la noche del 22 de marzo a José Antonio Guerrero, con títulos de historiador. Invitado a expresar sus críticas (y difamaciones) a Benito Juárez, con motivo de que el día anterior se recordó que el 21 de marzo de 1806 nació el Estadista. El locutor lo envuelve en elogios y muestra su regocijo por las imputaciones del señor Guerrero contra el dirigente y convocante de los liberales mexicanos.

Machacó el historiador, con sus derechos constitucionales a salvo desde 1857 para disentir, criticar y, en su abuso, difamar a Juárez, lo del Tratado McLane-Ocampo (que nunca fue un tratado). El Senado estadounidense nunca lo ratificó y quedó sin validez jurídica pasado a ser una anécdota con la cual siempre se ha querido denostar al Benemérito de las Américas. Si ha de explicarse ese inexistente tratado, debe por ejemplo consultarse el trabajo de Patricia Galeana: El tratado McLane-Oocampo (en edición Porrúa-UNAM-CISAN). Sacado de contexto histórico se miente cuando se asegura que fue un hecho y acto jurídico-político. Además el crítico radiofónico insistió en que Juárez era un entreguista al gobierno estadounidense. Lo cual, también, es falso.

Afirmó que Juárez se hubiera perpetuado en el poder presidencial, haciéndola de pitoniso fallido. No reconoció (salvo la construcción de algunos caminos rurales), nada de lo que Juárez y los liberales (y practicantes del liberalismo político), crearon republicanamente y cuyos cimientos aún permanecen, no obstante las embestidas de los conservadores de entonces y los neoconservadores (panistas de ahora). Se burló porque la tumba de Juárez está a un costado de una iglesia. Y sus peroratas sobre la masonería son habladurías. Está bien que se critique y discuta al ilustre Reformador y Político que fue Juárez; pero, colgarle suposiciones, imaginar hechos e interpretar la historia con prejuicios, es aullarle a la Luna.

Juárez fue sometido a la crítica en su tiempo (y no se diga por lo de McLane-Ocampo). No es cierto que el Congreso lo dejó de apoyar legalmente y con eso obtuvo la legitimidad política que desempeñó, con las altas y bajas, en la Presidencia de la República. ¿Cometió errores? Sí, pero en la suma y la resta de su trabajo, fueron menores y sin importancia, frente a la creación de la democracia, de las Leyes de Reforma que ingresaron a la Constitución de 1857 y la separación de las iglesias. El tal Guerrero se mofa de que se abriera la libertad de cultos, sólo porque dice que el 99 por ciento de los mexicanos eran católicos y supone que sólo lo hizo Juárez, cuando aquel viraje histórico fue obra de una Generación de pares del ilustre oaxaqueño. Difamar a Juárez ha sido constante de “los reaccionarios, que al fin son mexicanos”, y ahora los Villalpando como historiadores se desquitan escupiendo sobre sus cabezas.

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