Reuters / RMX
Florida, Ciudad de México y el balneario de Acapulco serán claves para el crecimiento este año de la cadena hotelera Ostar, propiedad del magnate Carlos Slim, quien sigue expandiendo su imperio más allá de las telecomunicaciones.
Ostar, nombre que tenía la tienda del padre de Slim, un inmigrante libanés, a inicios del siglo XX, compró el año pasado un hotel Ramada en Kissemmee, a un par de kilómetros del Walt Disney World de Orlando.
“Queremos hacer de este hotel un destino para el turismo internacional. Los brasileños e ingleses van mucho”, dijo el director general de Ostar, Roberto Slim Seade, en sus oficinas en Ciudad de México.
Slim Seade, sobrino del magnate mexicano, se ha encargado del negocio hotelero los últimos seis años, adquiriendo a lo largo del país propiedades antiguas para luego remozarlas.
Orlando, un popular destino para familias con hijos pequeños por todas las opciones de entretenimiento ubicadas en la zona, cuenta con unas 100,000 plazas hoteleras, dijo Slim Seade.
Ciudad de México, una urbe de 20 millones de habitantes, cuenta con 28,000 habitaciones.
Ostar que opera como parte de Inmuebles Carso, unidad que en enero debutó en la bolsa tras su escisión del conglomerado Grupo Carso cuenta con 1,500 plazas hoteleras, y sus propiedades rondan los 100 millones de dólares.
Slim, que este mes encabezó la lista de los hombres más ricos del mundo de la revista Forbes por segundo año consecutivo, tiene un emporio que abarca desde cafeterías hasta compañías mineras y de telecomunicaciones.
En 1990, Slim compró al estado la compañía de telefonía fija Teléfonos de México, y hoy en día tiene participaciones en la operadora de tiendas departamentales Saks, en la editorial New York Times, en la firma de servicios petroleros Bronco Drilling y en la administradora de fondos BlackRock, entre otras.
Aunque Ostar aún es un jugador pequeño comparado con otras cadenas hoteleras mexicanas e internacionales que operan en México, pues tiene seis hoteles y administra uno más, Slim Seade dijo que la empresa podría apoyarse en el negocio de bienes raíces para su expansión.
La joya de Ostar es el centenario Geneve, en donde el presidente Porfirio Díaz cenó con su familia el 20 de noviembre de 1910, cuando se inició la revolución mexicana.
Junto al hotel Calinda Beach, en Acapulco, contribuyen con cerca del 80% de los ingresos de Ostar, que además tiene propiedades en los estados de Veracruz, Aguascalientes, Morelos y Tabasco.
Ostar también planea operar un hotel de lujo junto al recientemente inaugurado museo Soumaya, que construyó Slim para hospedar su colección de arte en un barrio residencial de Ciudad de México.
Se espera que ese hotel sea inaugurado en dos años, como parte de un complejo que también incluye tiendas, teatros, restaurantes, parques, oficinas y condominios, dijo Slim Seade.
Florida, Ciudad de México y el balneario de Acapulco serán claves para el crecimiento este año de la cadena hotelera Ostar, propiedad del magnate Carlos Slim, quien sigue expandiendo su imperio más allá de las telecomunicaciones.
Ostar, nombre que tenía la tienda del padre de Slim, un inmigrante libanés, a inicios del siglo XX, compró el año pasado un hotel Ramada en Kissemmee, a un par de kilómetros del Walt Disney World de Orlando.
“Queremos hacer de este hotel un destino para el turismo internacional. Los brasileños e ingleses van mucho”, dijo el director general de Ostar, Roberto Slim Seade, en sus oficinas en Ciudad de México.
Slim Seade, sobrino del magnate mexicano, se ha encargado del negocio hotelero los últimos seis años, adquiriendo a lo largo del país propiedades antiguas para luego remozarlas.
Orlando, un popular destino para familias con hijos pequeños por todas las opciones de entretenimiento ubicadas en la zona, cuenta con unas 100,000 plazas hoteleras, dijo Slim Seade.
Ciudad de México, una urbe de 20 millones de habitantes, cuenta con 28,000 habitaciones.
Ostar que opera como parte de Inmuebles Carso, unidad que en enero debutó en la bolsa tras su escisión del conglomerado Grupo Carso cuenta con 1,500 plazas hoteleras, y sus propiedades rondan los 100 millones de dólares.
Slim, que este mes encabezó la lista de los hombres más ricos del mundo de la revista Forbes por segundo año consecutivo, tiene un emporio que abarca desde cafeterías hasta compañías mineras y de telecomunicaciones.
En 1990, Slim compró al estado la compañía de telefonía fija Teléfonos de México, y hoy en día tiene participaciones en la operadora de tiendas departamentales Saks, en la editorial New York Times, en la firma de servicios petroleros Bronco Drilling y en la administradora de fondos BlackRock, entre otras.
Aunque Ostar aún es un jugador pequeño comparado con otras cadenas hoteleras mexicanas e internacionales que operan en México, pues tiene seis hoteles y administra uno más, Slim Seade dijo que la empresa podría apoyarse en el negocio de bienes raíces para su expansión.
La joya de Ostar es el centenario Geneve, en donde el presidente Porfirio Díaz cenó con su familia el 20 de noviembre de 1910, cuando se inició la revolución mexicana.
Junto al hotel Calinda Beach, en Acapulco, contribuyen con cerca del 80% de los ingresos de Ostar, que además tiene propiedades en los estados de Veracruz, Aguascalientes, Morelos y Tabasco.
Ostar también planea operar un hotel de lujo junto al recientemente inaugurado museo Soumaya, que construyó Slim para hospedar su colección de arte en un barrio residencial de Ciudad de México.
Se espera que ese hotel sea inaugurado en dos años, como parte de un complejo que también incluye tiendas, teatros, restaurantes, parques, oficinas y condominios, dijo Slim Seade.
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