Martha Anaya / Crónica de Política
Ahora sí. Han dejado sus cargos los dos gobernadores priistas que más problemas y repudios enfrentaron durante sus gobiernos: Ulises Ruiz (Oaxaca) y Mario Marín (Puebla).
Dos gobernadores priistas que concluyeron sus mandatos gracias a negociaciones de la cúpula de su partido con el gobierno federal.
En el caso de Ulises Ruíz –atrapado en el conflicto magisterial desde el final del sexenio de Vicente Fox hasta los primeros meses de Felipe Calderón–, su permanencia en el cargo se debió en buena medida al conflicto post electoral que padeció Calderón en la elección presidencial.
El apoyo del PRI para que tomara posesión el 1 de enero del 2000 –así fuera al corre-corre, entre gritos y empujones–, tuvo sus condiciones. Una de ellas, apoyar al mandatario oaxaqueño.
Por ello, ni los señalamientos de la Suprema Corte de Justicia hacia la actuación del gobernador de Oaxaca fueron suficientes para tirarlo. Culminó su sexenio, aunque la ciudadanía le cobró al final votando por la alianza opositora encabezada por Gabino Cué y sacando al PRI por vez primera del gobierno estatal.
En el caso de Puebla ocurrió otro tanto. Mario Marín se vio envuelto de manera grotesca en el caso Lydia Cacho –a quien persiguió y encarceló en confabulación con el empresario Kamel Nacif—, y fue también defendido por la dirigencia tricolor para evitar su caída.
El escándalo se originó también durante el último año de gobierno de Fox –en diciembre del 2005—y se extendió a todo lo largo del 2006 y 2007. El caso llegó igualmente a la Suprema Corte, pero los ministros, en votación dividida, resolvieron que no existió una conspiración entre el “gober precioso” y Nacif.
No sólo eso, determinaron también que la transgresión de los derechos de la periodista no era grave, por lo que su caso podía ser resuelto en otras instancias.
La ciudadanía poblana –al igual que en Oaxaca—le cobró más tarde: votaron por la coalición opositora encabezada por Rafael Moreno Valle.
Así, Oaxaca y Puebla, dos importantes bastiones del PRI, se le fueron de las manos al tricolor.
¿Pero fue sólo el apoyo que dio el PRI a Calderón para que tomara posesión como Presidente de la República lo que sostuvo hasta el final a Ulises Ruiz y a Mario Marín?
Hay más, por supuesto. La historia del famoso pacto “anti alianzas” firmado en la secretaría de Gobernación y ante los presidentes del PRI y el PAN, Beatriz Paredes y César Nava, a cambio del apoyo del PRI al paquete fiscal 2010, que incluía el aumento al IVA del 15 al 16 por ciento.
El pacto, obviamente, debía aplicarse a todas las elecciones del 2010, entre las que estaban Oxacaca y Puebla. Y se añadía una más: la del Estado de México en 2011.
Como bien sabemos el pacto anti alianzas se incumplió. Fernando Gómez Mont se fue de Gobernación y renunció incluso al PAN. Y las alianzas PAN-PRD derrotaron al PRI en Oaxaca, Puebla y, de paso, en Sinaloa.
Ulises Ruiz y Mario Marín se fueron ya; dos gobernantes a los que el PRI defendió a capa y espada y, por lo que hoy podemos ver, a un costo altísimo para su partido.
¿Fue una buena decisión del PRI haber presionado y negociado para mantenerlos en sus cargos? ¿No hubiera sido mejor, como se planteó en distintos momentos, que los propios priistas apoyaran su salida y eligieran sustitutos con mejores cartas de presentación para Ulises y para Marín?
¿A qué clase de personajes apoyan los dirigentes priistas hoy en día? ¿En razón de qué?
Es algo que deberían revisar y no sólo achacarle su derrota a las alianzas “anti natura” en su contra.
Y ahora la gran incógnita es lo que decidirá el PAN-Calderón frente al Estado de México, cuyo gobernante es hoy el favorito para ganar la elección presidencial del 2012.
¿Habrá alianza PAN-PRD, o se forjará un nuevo pacto PRI-PAN para sacar algunas reformas?
Ahora sí. Han dejado sus cargos los dos gobernadores priistas que más problemas y repudios enfrentaron durante sus gobiernos: Ulises Ruiz (Oaxaca) y Mario Marín (Puebla).
Dos gobernadores priistas que concluyeron sus mandatos gracias a negociaciones de la cúpula de su partido con el gobierno federal.
En el caso de Ulises Ruíz –atrapado en el conflicto magisterial desde el final del sexenio de Vicente Fox hasta los primeros meses de Felipe Calderón–, su permanencia en el cargo se debió en buena medida al conflicto post electoral que padeció Calderón en la elección presidencial.
El apoyo del PRI para que tomara posesión el 1 de enero del 2000 –así fuera al corre-corre, entre gritos y empujones–, tuvo sus condiciones. Una de ellas, apoyar al mandatario oaxaqueño.
Por ello, ni los señalamientos de la Suprema Corte de Justicia hacia la actuación del gobernador de Oaxaca fueron suficientes para tirarlo. Culminó su sexenio, aunque la ciudadanía le cobró al final votando por la alianza opositora encabezada por Gabino Cué y sacando al PRI por vez primera del gobierno estatal.
En el caso de Puebla ocurrió otro tanto. Mario Marín se vio envuelto de manera grotesca en el caso Lydia Cacho –a quien persiguió y encarceló en confabulación con el empresario Kamel Nacif—, y fue también defendido por la dirigencia tricolor para evitar su caída.
El escándalo se originó también durante el último año de gobierno de Fox –en diciembre del 2005—y se extendió a todo lo largo del 2006 y 2007. El caso llegó igualmente a la Suprema Corte, pero los ministros, en votación dividida, resolvieron que no existió una conspiración entre el “gober precioso” y Nacif.
No sólo eso, determinaron también que la transgresión de los derechos de la periodista no era grave, por lo que su caso podía ser resuelto en otras instancias.
La ciudadanía poblana –al igual que en Oaxaca—le cobró más tarde: votaron por la coalición opositora encabezada por Rafael Moreno Valle.
Así, Oaxaca y Puebla, dos importantes bastiones del PRI, se le fueron de las manos al tricolor.
¿Pero fue sólo el apoyo que dio el PRI a Calderón para que tomara posesión como Presidente de la República lo que sostuvo hasta el final a Ulises Ruiz y a Mario Marín?
Hay más, por supuesto. La historia del famoso pacto “anti alianzas” firmado en la secretaría de Gobernación y ante los presidentes del PRI y el PAN, Beatriz Paredes y César Nava, a cambio del apoyo del PRI al paquete fiscal 2010, que incluía el aumento al IVA del 15 al 16 por ciento.
El pacto, obviamente, debía aplicarse a todas las elecciones del 2010, entre las que estaban Oxacaca y Puebla. Y se añadía una más: la del Estado de México en 2011.
Como bien sabemos el pacto anti alianzas se incumplió. Fernando Gómez Mont se fue de Gobernación y renunció incluso al PAN. Y las alianzas PAN-PRD derrotaron al PRI en Oaxaca, Puebla y, de paso, en Sinaloa.
Ulises Ruiz y Mario Marín se fueron ya; dos gobernantes a los que el PRI defendió a capa y espada y, por lo que hoy podemos ver, a un costo altísimo para su partido.
¿Fue una buena decisión del PRI haber presionado y negociado para mantenerlos en sus cargos? ¿No hubiera sido mejor, como se planteó en distintos momentos, que los propios priistas apoyaran su salida y eligieran sustitutos con mejores cartas de presentación para Ulises y para Marín?
¿A qué clase de personajes apoyan los dirigentes priistas hoy en día? ¿En razón de qué?
Es algo que deberían revisar y no sólo achacarle su derrota a las alianzas “anti natura” en su contra.
Y ahora la gran incógnita es lo que decidirá el PAN-Calderón frente al Estado de México, cuyo gobernante es hoy el favorito para ganar la elección presidencial del 2012.
¿Habrá alianza PAN-PRD, o se forjará un nuevo pacto PRI-PAN para sacar algunas reformas?
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